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Francia

Macron reconoce una «crisis de civilización» y pide separar «inmigración e integración»

Un mes después de los disturbios urbanos en Francia tras la muerte de un joven a manos de la policía que a finales de junio pusieron en jaque al país, el presidente, Emmanuel Macron, los atribuyó a «una crisis de civilización» provocada por las redes sociales y pidió no confundir inmigración e integración.

Foto: EFE/EPA/Lewis Joly / POOL MAXPPP OUT.

Un mes después de los disturbios urbanos en Francia tras la muerte de un joven a manos de la policía que a finales de junio pusieron en jaque al país, el presidente, Emmanuel Macron, los atribuyó a «una crisis de civilización» provocada por las redes sociales y pidió no confundir inmigración e integración.

«Esos disturbios no son un asunto de inmigración actual. Es un problema más amplio de dificultades en ciertas ciudades, dificultades socioeconómicas, de integración en algunos casos, de funcionamiento de la democracia en la era de las redes sociales», indicó Macron en una entrevista que publica este jueves «Le Figaro Magazine».

El presidente señaló que «el 90 % de los detenidos» durante los disturbios «son franceses» y aseguró que, aunque algunos de ellos son de origen inmigrante, recordó que en Francia no existen estadísticas étnicas sobre sus ciudadanos.

Pero, como exigen algunos responsables políticos del país, incluido en su propio partido, Macron se negó a hacer un vínculo entre inmigración y delincuencia, aunque sí reconoció que existe un problema de integración en el país.

En ese sentido, señaló que tres de cada cuatro detenidos recibían ayudas sociales para menores, lo que supone «un inmenso desafío porque son la sociedad del mañana».

Por ello, reiteró su mensaje de autoridad frente a los autores de los disturbios y pidió restaurar el orden democrático, pero también en la escuela y en la familia, porque «no se puede construir una nación si no hay confianza en la autoridad pública, en los padres, en los maestros».

Macron rechazó, sin embargo, la propuesta de los conservadores de retirar las ayudas a las familias de los detenidos porque «hay que ayudarles» a controlar a los menores, pero también «responsabilizarlos» de sus actos.

Macron pidió «abrir un tiempo nuevo» para «hacer nación» y prometió una «iniciativa política de gran amplitud» a finales de mes, en un momento en el que Francia precisa de unidad para acoger dos eventos deportivos importantes, el Mundial de rugby de este año y los Juegos Olímpicos de París del próximo, para que no se repita el fracaso de la final de la Liga de Campeones de 2022 en el Estadio de Francia.

El presidente aseguró que buscará sacar adelante su polémica ley sobre la inmigración, pese a no tener una mayoría parlamentaria afín, y avanzó que utilizará cualquier medio a su alcance, incluido el controvertido mecanismo constitucional que le permitió aprobar la reforma de las pensiones sin voto de los diputados, lo que le generó una gran contestación en las calles.

Pese a que pidió unidad a las diferentes fuerzas políticas, Macron preparó ya la batalla de las elecciones europeas del año que viene, para las que aseguró que su partido es el único «que no es ambiguo con Europa».

La derecha tradicional «no es clara» sobre la Unión Europea y los socialistas «tampoco», analizó, mientras que «los extremistas», en relación a la ultraderecha de Marine Le Pen y la izquierda de Jean-Luc Mélenchon, «son antieuropeos».