Los generales Murillo y Hoyos, oficiales clave en la operación contra el capo del Clan del Golfo, capturado el sábado, dieron detalles de cómo la ejecutaron.
Seis años de persecución sin resultados a alias ‘Otoniel’ le enseño a la alta oficialidad de la inteligencia de la Policía Nacional y de las Fuerzas Militares que el capo mafioso del Clan del Golfo “tenia ojos y oídos en todas partes”
Lo dice el mayor general Fernando Murillo, jefe de la Inteligencia de la Policía Nacional, quien admite que mantener el sigilo de la operación fue clave para dar el gran golpe al narcotráfico en lo que va del siglo XXI, según el presidente Iván Duque.
Desde enero decidieron repotenciar la campaña Agamenón, actuando de otra manera y trayendo nuevas capacidades. De hecho el golpe de este sábado lo planificaron todo desde fuera del Urabá antoqueño, en Bogotá, de manera muy reservada, para evitar la fuga de información.
Fue importante en este caso la inteligencia hecha por la Dipol y la Dijin, ambos organismos de la Policía. “Hubo gente de la misma organización que estuvo dando información, motivada por la recompensas del Gobierno colombiano y de Estados Unidos. Con esa información, una vez verificada con nuestras capacidades, pudimos definir el cuadrante donde se encontraba este delincuente”, relata el general Murillo.
El jefe de la inteligencia policial describe a Usuga como “un animal de monte”. No se quedaba quieto, no se quedaba en casas. Siempre estaba en parajes difíciles, lo cual complicaba la labor de inteligencia y el asalto final.
Antes de dar ese golpe hubo una operación de engaño el cerro Bogotá con tropa del Comando Conjunto de de Fuerzas Especiales (Ccoes). “Eso le ido tranquilidad a Otoniel entendiendo que las tropas se estaban concentrando en el cerro Bogotá. Fue la forma de avanzar en la acción final contra el delincuente”.
Lo siguiente fue buscar “la aguja en el pajar”, como describe la operación Murillo, aunque contaron con la ayuda tecnológica de Estados Unidos y el Reino Unido para establecer movimientos.
Se dispusieron más de 700 hombres del Ccoes, de las fuerzas militares, y comandos Jungla y Copes, los especializados de la Policía. Los primeros se encargaron de los primeros anillos de seguridad de ‘Otoniel’ y los otros de los segundos y terceros anillos.
“Con nuestros cuatro batallones de fuerzas especiales sabíamos que teníamos como objetivos de alto valor a los símbolos del mal y a este delincuente como prioritario. Entraron
nuestros hombres al terreno con apoyo permanente de la Fuerza Aérea”, dice el mayor general Jorge Isaacs Hoyos, comandante del Ccoes.
Con la información que recibían de la Policía, los hombres asignados a la operación se situaron en 68 sitios especificos en forma simultánea. “Dieciocho helicopteros llegando en forma contundente. Sin permitir que este ojetivo del mal pudiera moverse. Teníamos a las áeroanaves controlando todos los moviemientos”, agrega.
“No permitimos que la noche se convirtiera en nuestra debilidad. Donde teníamos que poner el ojo, detectamos siempre por dónde se iba a mover el objetivo”, dice el general Hoyos.
“Cuando llegamos al objetivo, este dijo: ‘Soy ‘Otoniel’. Y comando dijo: ‘Se respeta el derecho humano’”.
“Las lecciones de esto para los delincuentes es que delinquier no paga, porque no hay delincuente que se le escape a la fuerza pública. Nuestra inteligencia policial es reconocida a nivel mudial y el Ejército tiene los mejores hombres, lo que nos permite ser invisibles en el terreno”, dice el general Murillo, quien después de tres oportunidades fallidas, en su caso, pudo cantar victoria con la captura de Úsuga.
Ahora seguirán con el plan para derrumbar lo que queda de la estructura del Clan del Golfo: ‘Siopas’, ‘Chiquito malo’, ‘Flechas’, ‘Gonzalito’, ‘Antonio’ siguen en la lista. “La operación Agamenón no termina aquí”, dice Murillo.