La exposición está comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz con el apoyo de Lina Botero, hija del artista.
Por Alejandra Meléndez
@alemelendezg
Para Fernando Botero Europa siempre ha sido una fuente inagotable de inspiración. Capitales del arte y la cultura como París, Florencia o Madrid, han sido pieza clave en la carrera artística del que hoy es considerado el pintor vivo que más ha expuesto en el mundo. En la ciudad de la luz fue el primer artista en exhibir en los Campos Elíseos, en Florencia, se convirtió en el primer artista contemporáneo invitado a mostrar su obra en la Plaza della Signoria y en Madrid, fue la ciudad en la que vivió en su juventud y que marcó su trayectoria después de conocer los originales de las obras maestras del Museo del Prado y de estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Después de casi 60 años de su primera llegada a Madrid, el pintor colombiano vuelve a la capital española con una gran exposición monográfica ubicada en el CentroCentro y que se podrá visitar hasta el 7 de febrero de 2021.
La gran muestra producida por Arthemisia con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, está comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz con el apoyo de Lina Botero, hija del artista.
Quienes visiten la exposición podrán hacer un recorrido por siete secciones, correspondientes a los temas más característicos de su obra, que conectan con su fascinación y constante estudio de los temas clásicos de la historia del arte. América Latina, el tema central de su carrera; las Versiones que realiza a partir de obras maestras de la historia del arte; las Naturalezas Muertas, uno de sus géneros pictóricos favoritos; la Religión, La corrida, el Circo, tres temas universales de la pintura de los que realiza lecturas completamente originales y que le atraen fundamentalmente por su fuerza pictórica y porque le ofrecen infinitos retos y posibilidades plásticas como experimentar con la técnica, la composición, la sensualidad, la forma, el volumen y el color.
Y Acuarelas sobre lienzo, la séptima sección permitirá contemplar su obra inédita más reciente. La gran diferencia en esta última serie de acuarelas radica en que Botero las realiza en un gran formato y no sobre papel como es habitual, sino sobre lienzo. Están tratadas a modo de verdaderos frescos, técnica que estudió en sus años de aprendizaje en Italia (1953-1956).
“Mi pintura refleja un mundo que conocí durante mi juventud. Es una especie de nostalgia u obsesión, que he convertido en el tema central de mi trabajo. […] Viví quince años en Nueva York y mucho tiempo en Europa, pero esto no ha cambiado nada de mi enfoque, naturaleza y espíritu latinoamericanos. La comunión con mi país es total”, comentó Botero a la comisaria Cristina Albornoz.
Y continúa afirmando que “el arte, el estilo propio, es el resultado de una reflexión sobre la excelencia del arte”. No hay ‘mensaje’ en mi trabajo. Cada uno ve lo que quiere ver”.
Y en estos tiempos que atravesamos a causa de la pandemia del coronavirus, el arte ha sido un bálsamo para afrontar la realidad de muchos. Para Fernando Botero el arte tiene dos definiciones. “La primera es la de Matisse cuando afirma: “El arte debe ser un calmante cerebral, algo así como un buen sofá que descansa las fatigas físicas”; pero la que más estima, la mejor y más contundente definición de la pintura la dio Nicolas Poussin cuando escribió: “Es la expresión en forma y color sobre una superficie plana para dar placer”.
Botero ha sido un artista que no ha dejado de pintar desde que tenía quince años y con su propio estilo ha aportado un nuevo vocabulario al arte moderno. En los años ochenta el crítico estadounidense Carter Ratcliff, declaró la necesidad de inventar un “ismo” individual, un nuevo término para nombrar su arte al que bautizó como Boterismo y desde entonces, sus bocetos, óleos y esculturas componen un lenguaje único marcado por el volumen, la opulencia de las formas, la explosión excepcional del color. El volumen del arte del siglo XX.
