Virgine Viard, directora creativa de Chanel, convirtió el desfile en una celebración familiar donde las invitadas lucían los diseños de la nueva colección de alta costura primavera-verano 2021.
Por Ana Beliza Mercado / Editora de moda/ @anabelizam
Como la mayor de una casa llena de mujeres, desde tener una abuela que fue pionera en la venta de moda de su pueblo, una mamá que fue reina mundial del turismo y dos hermanas, comprendo de una manera folclórica pero determinante, el sentir de arreglarse para la familia y las estéticas generacionales. Y precisamente una celebración familiar, un matrimonio íntimo entre nuestros seres queridos (que tanta falta nos hacen, no sé cuántos se han cancelado ya, debido a la pandemia) fue la excusa perfecta para que la casa Chanel rindiera un tributo a lo esencial, a la familia y con ella, a la historia.
La familia que trabaja sin cansancio de manera invisible y que hace que todo lo que veamos sea posible, la historia de aquellos que trabajaron en el salón de alta costura de la Rue Cambon que hoy celebra su reapertura, la familia, siempre con sus altos y bajos que está en los momentos importantes rindiéndole homenaje a un mensaje en donde lo único determinante, -inclusive en los adentros del haute-couture de la Maison Chanel en tiempos modernos- es la construcción de nuestro entorno, de comunidad.
Un espacio ideal para plantear también las fotografías del show cómo un álbum de fotos de nuestras madres en donde casi que no caben todos nuestros miembros de familia y siempre hay alguien inconforme, pero al final la memoria reposa en calma. Una memoria capaz de plantear de manera romántica y sencilla el misticismo y simbolismo eterno de la casa Chanel, en donde; existe el personaje de los niños o pastorcitos en trajes de dos piezas que nos recuerdan la constante inspiración de Chanel de la silueta masculina, el novio resignificado en chaquetas con hormas masculinas que fuesen directamente relacionadas con sus amores, Boy Capel y el duque de Westminster que alimentaron su imaginario por importantes periodos de tiempo. Las niñas jóvenes, con vestidos más largos atrás que adelante, bailando en tules que se mueven con libertad y fluidez y que nos recuerdan esos trajes sincronizados de la infancia en donde todos nos decían que nos veíamos bellas, pero que tenían fecha de caducidad en cuanto a comodidad se refiere.
Las tías y hermanas de la novia, siempre propias, otras veces arriesgadas, con transparencias o aquel miembro o amiga de la familia que siempre se inquieta con la moda, en una ombliguera negra y una cadena en la cintura, siempre irreverente e inesperada.
Y la novia, sacada de otra era, haciendo énfasis en la atemporalidad que reina en la mente de Viard desde que es la directora creativa de la Maison, en tributo a la libertad y el movimiento, un caballo blanco y con él, una imagen bohemia de una novia que desde otra era nos recuerda la belleza de lo libre, del campo, de lo simple, de lo esencial.
Finalmente, un último guiño a la importancia de esa familia, en donde las invitadas a este matrimonio fueron las embajadoras de la casa Chanel. Cada una en su estilo generacional y artístico, Marion Cotillard, Penélope Cruz, Vanessa Paradis, Lily-Rose Depp y Alma Jodorowsky, presentes de manera constante en el universo Chanel.
Un mensaje de Anton Corbijn, -el director holandés que realizó el video del desfile-, nos recuerda que hay momentos donde debemos volver a lo simple, el valor del romance, de lo que se construye con amor, de la familia y con ella, la importancia de crear teniendo en mente el entorno y con él, la capacidad del diseño mismo, de persistir en el tiempo. (Hablando serio, díganme cuando va a pasar un matrimonio de moda).
Mucho amor y sabrosura pura,
Su latingal,
Beli.
