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Johana Bahamón: “Uno puede estar privado de su libertad, pero no de su dignidad”

Por Alejandra Meléndez/ Periodista / Cultura & nuevas tendencias @alemelendezg […]

Johana Bahamón: “Uno puede estar privado de su libertad, pero no de su dignidad”

Por Alejandra Meléndez/ Periodista / Cultura & nuevas tendencias @alemelendezg

Por medio de la fundación Acción Interna, Bahamón ha contribuido a mejorar la calidad de vida de la población carcelaria en Colombia. Acaba de lanzar el libro Historias privadas de la libertad y de inaugurar el restaurante Interno, en Bogotá, un lugar con “sabor a libertad”, atendido por personas que han cumplido su condena y están en el proceso de resocialización.

Fue hace casi diez años cuando Johana Bahamón visitó por primera vez una cárcel. Lo hizo cuando estaba en el mejor momento de su carrera como actriz y para asistir como jurado a un evento en la reclusión de mujeres El Buen Pastor, en Bogotá, uno de los penales que reflejan la difícil situación carcelaria que se vive en Colombia. Desde aquella ocasión, la vida de Johana dio un giro de 180 grados. Renunció a la actuación para dedicarse de lleno a trabajar en las cárceles del país y hoy es considerada la gestora de segundas oportunidades para las personas privadas de la libertad, con su fundación Acción Interna. A la fecha ha desarrollado proyectos en 37 cárceles del país que han beneficiado a más de 30 000 internos.

“Desde esa primera vez me fue imposible ser indiferente a esa realidad que acababa de conocer y ahí tomé la decisión de trabajar en las cárceles. Se convirtió en mi pasión. Uno puede estar privado de su libertad, pero eso no significa que deba estar privado de su dignidad”, afirma en entrevista con Alternativa.

En nuestro país hay alrededor de 125 000 reclusos que enfrentan a diario situaciones tan duras como el hacinamiento. Según datos del Inpec, de 2020, en las 132 cárceles que hay en Colombia, solo hay espacio para 80 156 internos y hay alrededor de 124 188, es decir, hay una sobrepoblación de 44 032. El hacinamiento sobrepasa el 54,9 %.

Uno de los pilares de la Fundación ha sido dignificar y mejorar la calidad de vida de la población carcelaria en el país. Desde su creación, en 2013, lo han venido haciendo por medio de una metodología de intervención que se ha diseñado tras conversar con los internos para conocer sus necesidades y consiste en tres líneas de acción: crecimiento interno, que abarca actividades de crecimiento personal y espiritual, así como apoyo al tratamiento de adicciones y psicosocial. La segunda, llamada arte interno, abre espacios de reconciliación entre la población carcelaria y la población civil, mediante el arte y la cultura: teatro, música, danza, expresión oral, literatura y fotografía. La tercera tiene que ver con el trabajo interno, el cual se enfoca en la productividad, en el desarrollo de talleres sobre proyecto de vida, emprendimiento y educación financiera. “Que las cárceles no sean solo centros de reclusión, sino centros productivos”, enfatiza Bahamón.

Johana Bahamón: “Uno puede estar privado de su libertad, pero no de su dignidad”

Con sabor a libertad

Un ejemplo palpable de este modelo de intervención ha sido el restaurante Interno, el primero en el mundo abierto al público en una cárcel de mujeres y atendido por reclusas. El proyecto nació en la cárcel de San Diego, en Cartagena, estuvo funcionando durante tres años como un espacio de encuentro entre la población carcelaria y la población civil y, además de recibir múltiples reconocimientos, fue catalogado por la revista TIME como uno de los mejores lugares para visitar en el mundo. Johana cuenta que “fue algo maravilloso lo que se vivió ahí, porque fue un ejemplo no solo nacional sino internacional. El mejor resultado que tuvimos fue que el índice de reincidencia fue del 0 %. Ninguna de las mujeres que estuvo trabajando reincidió y la gran mayoría salió a trabajar en los mejores restaurantes de Cartagena o creó sus propios emprendimientos de comida”.

La desestigmatización de estas personas y la reinserción a la sociedad de quienes han cumplido sus condenas son los objetivos misionales de Johana y del equipo de la Fundación, del cual el 80 % son hombres y mujeres que han estado tras las rejas. ¿Cómo acabar con este estigma? Johana señala que es un trabajo que debe hacerse en conjunto y requiere tiempo y voluntad. “Eso es algo que no se va a terminar, a menos que nosotros, la población civil, empecemos a generar oportunidades para estas personas. Queremos sensibilizar a las empresas, a las personas particulares, a la población civil en general para que les den oportunidades de empleo y reinserción, no solo laboral, sino social, de una forma digna, como se lo merecen”.

Interno acaba de inaugurarse en Bogotá, en la casa de la Fundación, y ha contado con el apoyo de los mejores chefs para la creación de las recetas y la capacitación que han recibido las personas que cumplieron sus condenas y que ahora trabajan en el restaurante abierto para los comensales capitalinos. En la casa de “las segundas oportunidades” también funcionan una agencia de publicidad, un teatro, una barbería, un taller de tatuajes y uno de confección, todo a cargo de pospenados.

El impacto de la pandemia

Antes de que llegara la pandemia, Johana estaba permanentemente en las cárceles del país. Empezaba su día muy temprano: aprovechaba la mañana para desayunar con sus hijos, llevarlos al colegio y luego empezar su jornada de trabajo entre los penales y la Fundación. Su vida laboral y personal siempre han estado muy ligadas. “Hay mucha gente que dice que uno debe separar su vida laboral de la personal, pero yo no lo he hecho y me gusta no hacerlo. De hecho, en mi casa, mi tercera hija es de una persona que estaba privada de la libertad”. Se refiere a Evelyn, la pequeña de 2 años y medio, hija de Claribel, que Johana ha adoptado como un miembro más de su familia.

Para la fundadora de Acción Interna, la pandemia ha permitido generar “mucha empatía con la población carcelaria. En este momento y en lo que hemos vivido el último año, creo que hemos dimensionado y entendido lo que es realmente el encierro”. Cuenta que, al no poder visitar alguno de los centros penitenciarios, se dedicó a conseguir los implementos de bioseguridad que necesitaban los 120 000 internos y los 14 000 guardias de las cárceles que hay en el país. “Algo positivo en medio de todo lo negativo que pasó con la pandemia fue que pudimos estar en contacto con las 137 cárceles de Colombia”, enfatiza Bahamón.

Incluso, uno de los eventos programados y que ha tenido una gran acogida entre los internos, fue el Festival Nacional de Teatro Carcelario, un certamen al que suelen asistir 3000 personas, pero que tuvo que cancelarse de manera presencial y hacerse virtualmente. En esta edición alcanzó 200 000 espectadores.

  • Johana Bahamón: “Uno puede estar privado de su libertad, pero no de su dignidad”
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Historias privadas de la libertad

La labor que ha venido realizando Bahamón con los internos del país le ha merecido diversos reconocimientos, entre ellos, el premio nacional Mujer Cafam 2020, el Young Global Leader 2020 (YGL) del Foro Económico Mundial, y el Ten Outstanding Young Person of the World, Toyp International 2020, aunque afirma que una de las mejores experiencias y aprendizajes que ha tenido a lo largo de estos años con las personas privadas de la libertad es que “junto con ellas hemos aprendido a convertir errores en oportunidades”. Y continúa: “Todos hemos cometido errores, todos hemos pedido segundas oportunidades; a la gran mayoría nos las han dado y creo que llega un momento en que nosotros mismos nos debemos dar esta oportunidad para dar y generar segundas oportunidades”.

Segundas oportunidades: dos palabras que son el ADN del libro Historias privadas de la libertad, una obra que se acaba de publicar en el país con la editorial Planeta y en la que son protagonistas ocho hombres y mujeres: Emma, Daniel, Cindy, Isabel, Silvia, Ulises, Gilberto y Claribel, quienes tuvieron que pagar una condena por haber cometido un error, cuyos testimonios de vida invitan a reflexionar sobre las segundas oportunidades.

Después de un trabajo de casi año y medio, el libro sale a la luz y visibiliza las historias que Bahamón ha podido conocer de primera mano: “Lo que quise hacer es lo que siempre he querido y es ser un medio para visibilizarlos a ellos; yo soy simplemente un hilo conductor de las ocho historias y es un retrato de nuestra población carcelaria”.

Desde la casa donde funciona Acción Interna en Bogotá, Bahamón adelanta que este año seguirá impactando a los 120 000 internos y a sus familias y agrega que están sistematizando la metodología de intervención para que pueda ser replicada en cualquier cárcel del mundo.

¿Johana Bahamón ha dado muchas segundas oportunidades? “He dado muchas y me han dado muchas segundas oportunidades”.

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