Por: Andrés Lugo Saiz
Revista Alternativa
Los planetarios cumplen 100 años en el mundo y el de Bogotá llegó a sus 54 años. Si bien, nació como un espacio científico para explorar el cielo, sus estrellas y el universo, hoy en día es mucho más.
No sólo es un museo, también un centro cultural que aboga y provee un espacio para el diálogo en el que la ciencia, la cultura, la sociedad y la vida misma juegan papeles cruciales en la reflexión.
Las proyecciones que permiten simular viajes y conocer el universo con sus mapas 3D, su exposición sobre refugiados y migrantes en América y su fulldome 4K son prueba de que en el Planetario convergen ciencia, arte y cultura.
Uno de los atractivos más grandes que ofrece, es su teatro inmersivo, que en las noches cuenta con una gran oferta de distintas actividades culturales como la música, la danza y el cine. Ruta Leyenda El Dorado es la primera película del Planetario que aborda la cosmología Muisca y que es proyectada en el domo.
Estos ejercicios artísticos y culturales no sólo fortalecen la visión del Planetario como un lugar que va más allá de la ciencia, sino que fortalecen también su misión de redefinir el diálogo que se construye en el Planetario. Como lo establece Carlos Molina, coordinador del Planetario: “Redefinir este ejercicio en términos de lo más dialógico, no desde la verticalidad, no desde aquí le enseño, sino que aquí conversamos.
Ese aquí es en el escenario, pero también es en nuestros ejercicios territoriales y nuestras propuestas digitales, ponemos mucho a que la gente hable con el Planetario. Finalmente es un espacio de interacción”.
Uno de los secretos del éxito del Planetario como museo es su constante movimiento, su misión de no quedarse quietos en un espacio. El ejecutar distintas actividades en el territorio nacional le han permitido no sólo una visibilidad enorme sino también la posibilidad de aportar a la construcción de un mejor país. Carlos Molina, nos cuenta de estos proyectos: “Ejecutamos muchas actividades en el territorio, desde lo que trabajamos con las escuelas y colegios en sociedad con la Secretaría de Educación hasta lo que hacemos con nuestro programa misión Quynza que es como nuestra itinerancia, creamos clubes itinerantes de astronomía, estamos presentes en varias de las localidades a lo largo del año creando capacidad instalada creando lugares de encuentro donde la gente pueda hablar de estos temas”.
Otro de sus grandes procesos fue con el Centro Nacional de Memoria Histórica en el cual trabajaron con familiares de víctimas de desaparición forzada. En este proceso, se trabajó a través del cielo como un lugar de memoria y la forma en la que puede actuar como una herramienta monumental de recuerdo de sus familiares.
Estas misiones sociales que ha logrado embarcar el Planetario, logrando integrar su enfoque del cielo y el universo, son lo que lo convierten en un espacio de reflexión, dialogo y comunicación. Es este balance, esta unión, el logro más grande de este Planetario.
El pasado 27 de diciembre se inauguraron las nuevas salas interactivas que exploran la vida del universo. En ellas se habla sobre la vida en el contexto cosmológico, sobre cómo los elementos que son comunes a la vida en la Tierra están presentes en todo el universo.
Al final, eso es el Planetario de Bogotá, mucho más que un simple planetario es un museo en el cual interactúan no sólo personas o ideas sino también las artes, las ciencias y la cultura. Es decir, es un museo sobre la vida misma y como estableció Carlos Molina coordinador del Planetario de Bogotá: “Esta renovación nos está cambiando la forma de pensar la divulgación de la ciencia y finalmente el tener un planetario en Bogotá es un gran privilegio para los ciudadanos y ciudadanas. Si tienen preguntas sobre el universo, el Planetario es el mejor lugar para conversar sobre eso”.
