Por Nina Rodríguez / Cantante, compositora y diseñadora colombiana/ @ninarodriguezmusica
La cantante argentina se ha convertido en uno de los fenómenos musicales más recientes. En sus canciones mezcla empoderamiento con el rap, pop y ritmos latinos como la salsa. La primera vez que me encontré con esta artista argentina de 26 años, estaba desarrollando una investigación de referentes musicales. Buscaba proyectos liderados por mujeres que tuvieran un sonido actual pero que también mantuvieran sus raíces musicales intactas. Proyectos como Ibeyi, gemelas francocubanas que te llevaban por un viaje sonoro muy auténtico y que con el juego de la armonía de sus voces y su canto Yoruba se te meten en la piel. Proyecto que hasta Beyoncé ha elogiado por el poder de su fusión.
Luego encontré el disco tributo a Agustín Lara interpretado por Natalia Lafourcade quien luego lanzaría su disco Hasta la raíz, con el que se catapultó como una de las voces más importantes de México y América Latina. Una carrera envidiable y de una búsqueda sonora que amerita un artículo propio. Pero volviendo al tema inicial… cuando descubrí a Nathy Peluso me enamoré de la crudeza de sus letras. Su fuerza. Su libertad. Esa dosis de seguridad que todas las mujeres estamos buscando constantemente. Encontrar la libertad en otra mujer hace que una parte de nosotras también se libere. Entendí que de eso se trataba tener un discurso de empoderamiento o feminismo sin entrar en los vicios que se le han atribuido a esta palabra. Su álbum La sandunguera, está cargado de arte. Las introducciones de sus canciones dan un contexto histórico y sonoro. Como si el oyente estuviera viendo una película. Hasta que entra el beat y el rap que lo rompe todo.
Una fusión impecable con la salsa y el hip hop. Luego entré a su canal de YouTube que hoy agrupa a más de 500 mil suscriptores y me encontré con una estrella que sabe lo que tiene. Mueve su cuerpo al ritmo que le pongan. Nos hace recordar a Carmen Miranda a la Lupe. El video de La sandunguera ya tiene más de 20 millones de reproducciones donde define su género como jazz latino. Y ahí solo estábamos empezando a ver la punta de un iceberg.
Un Iceberg que empezó grabando videos de YouTube caseros en el computador de su mamá, sin muchas aspiraciones frente a la música, pero con un claro panorama artístico que no tenía nombre aún. Bailarina, actriz, cantante y compositora, el cielo era el límite y la tarima donde lo dejaba todo.
Ese voz a voz fue poniéndola en el panorama y le permitió girar y tener más de 150 shows antes de lanzar su más reciente disco Calambre y a ser nominada en los Latin Grammy como mejor nuevo artista. Entre Buenos Aires, Miami y Barcelona fue tejiendo su vida y sus canciones.
Hoy es una de las artistas que define una generación de mujeres que no le tienen miedo a hablar. A creerse la historia. Ella habla desde la seguridad que muchas veces se confunde con soberbia. Pero como ella misma expresa en todas sus entrevistas, “si no crees en ti, quién más lo va a hacer”.
Calambre fue lanzado en la víspera de los Latin Grammy donde dejó claro que de artista novata no tiene nada. Interpretó Buenos Aires, uno de los primeros sencillos que vio la luz, acompañada de un bandoneón remarcando sus raíces y de la mano de uno de los compositores más grandes de Argentina, Fito Páez en el piano.
Un performance que tuvo millones de reproducciones el día que se publicó. Un show donde se pudo ver la fuerza de este huracán que quiere llevarse todo a su paso. Que no tiene miedo de jugar con los géneros musicales. Hoy la denominan como uno de los más grandes fenómenos artísticos. Con más de un millón de fans en su cuenta de Instagram, Nathy disfruta y comparte cada fase de su proceso artístico. Proceso que hoy le entrega los frutos de una carrera construida a pulso y que ni siquiera la pandemia pudo detener.
Una mujer a la que le sobra ‘CORASHE’.
