Ojalá Oppenheimer no resulte ser una oda a la justificación de uno de los hechos de guerra más aterradores de la humanidad.
A las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, el mundo cambió para siempre y especialmente la vida de los japoneses. Las frías y tristes cifras hablan de 300 mil habitantes que para ese entonces tenían las regiones de Hiroshima y Nagasaki. Todos escucharon un estremecedor estruendo. A varios kilómetros de donde se encontraban. El resplandor que dejó la explosión es la macabra imagen que recuerdan algunos de los pocos sobrevivientes.
En tan sólo nueve segundos, se calcula que cien mil personas perdieron la vida. El 80 % de las viviendas quedaron totalmente destruidas. Los sobrevivientes fueron muriendo poco a poco, como consecuencia de la letal explosión. Los testimonios de algunos de ellos, recuerdan que pensaron que el sol había caído sobre la Tierra. Y tenían razón: la región quedó en la penumbra por muchos años. Una oscuridad catastrófica, llena de víctimas. Hombres, mujeres, niños, ancianos.
El resultado de esta apocalíptica escena fue el estallido de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial. Sus consecuencias fueron devastadoras. A los habitantes de Hiroshima y Nagasaki los persiguió el resto de su existencia. Los efectos radiactivos ocasionaron terribles enfermedades: leucemia, cánceres de todo tipo, irremediables problemas respiratorios. “Ya nadie padece los efectos de la bomba atómica. Todos han muerto”. Han sido las palabras de muchos de los dirigentes políticos japoneses.
El creador de semejante artefacto destructor fue el físico J. Robert Oppenheimer. En un proyecto desarrollado durante el gobierno de Franklin Roosevelt, en respuesta a la información que tenían de que Adolf Hitler preparaba una bomba extremadamente poderosa y de tipo desconocido. Así nació el proyecto Manhattan con un capital inicial de seis mil dólares. Dos años después los estadounidenses estaban convencidos que podían desarrollar una bomba atómica.
Cillian Murphy, es el actor que le dará vida al físico J. Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica.
El 16 de julio de 1945 realizaron las primeras pruebas de la criatura destructiva creada por el científico Oppenheimer. Las realizaron en Nuevo México y los resultados fueron aterradores. Lo que vino después, fue uno de los hechos más tristes y devastadores de la historia universal.
Ahora, el cine de la mano del experimentado y exitoso director Christopher Nolan, cuenta la historia del físico Oppenheimer, que será encarnada por el también exitoso actor irlandés Cillian Murphy, que próximamente tendrá estreno a nivel mundial.
Ojalá Oppenheimer no resulte ser una oda a la justificación de uno de los hechos de guerra más aterradores de la humanidad. Ojalá no terminemos en las palabras de cajón y en la tristeza que acompañó el resto de la vida al creador de la bomba atómica. Nada en esta realidad es justificable.
La crítica no se puede centrar sobre los penetrantes ojos de Cillian Murphy y los largos parlamentos justificando lo injustificable. Los hechos y las realidades de Hiroshima y Nagasaki están en cientos de documentos que contaron la verdad de lo que ocurrió. Los horrores que dejó por años los efectos de la bomba. Las muertes tan trágicas por los efectos de la irradiación.
Pasamos del actor de Batman al científico que creó semejante arma destructiva. Ojalá su director no se quede en el maquillaje, sino en la profundidad de uno de los hechos más lamentables de la historia. Con frases como “ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”, no hay justificación alguna para más de 300 mil muertos. El director de éxitos de superhéroes tiene una responsabilidad con la historia. El próximo 20 de julio los espectadores de las salas de cine en Colombia tendrán la respuesta.