Por: Óscar Montes (*) Especial para Alternativa
“Mamá Vila, ¿tú por qué siempre estás vestida de negro? ¿Es porque todavía le sigues guardando luto a mi papá o es porque ya empezaste a guardarme luto a mi?”. Con esta inesperada pregunta sorprendió Diomedes Díaz a su madre Elvira Maestre, “Mamá Vila”, el 20 de diciembre del 2013 en su casa de Valledupar, poco antes de iniciar su periplo de promoción de su último trabajo musical, que llevaría por título “La vida del artista”.
Esa noche Diomedes Díaz haría la que sería su última presentación ante su fanaticada en Barranquilla. Lo acompañó en ese momento su amigo y acordeonero por varios años Alvarito López, “rey vallenato” en dos oportunidades, quien se mostraba preocupado por la salud del artista vallenato.
Esa noche decembrina en Barranquilla, como si presintiera su partida de este mundo terrenal, Diomedes le dijo a su hijo Martín Elías, por teléfono celular, luego de escuchar de su propia voz una de las canciones de su nuevo álbum musical, “ahora si puedo morir tranquilo, porque ya encontré mi sucesor”. Y para su público también tuvo palabras premonitorias y fatalistas ese 20 de diciembre: “¡Qué bonito sería estar en el entierro de uno y poder ver a toditos mis seguidores! Muchas gracias, muchas gracias”, fueron sus últimas palabras, poco antes de subirse a la camioneta Toyota que lo llevaría de regreso a Valledupar, pasada las 4 de la madrugada.
Dos días más tarde el “Cacique de La Junta” moriría en su casa de Valledupar, por “deficiencias cardíacas y pulmonares”, según el reporte de los médicos que lo atendieron en la Clínica del Cesar. Diomedes padecía, además, de una severa lesión en la columna vertebral y tenía daños severos en su hígado y riñones.
De esta forma terminó la vida de quien ha sido -sin duda- el más grande artista del folclor vallenato. Grande en todo sentido: como compositor de más de 100 canciones, muchas de ellas éxitos inigualables; como el mayor vendedor de discos de Colombia; como el artista con más discos de oro y de platino recibidos por ventas millonarias de sus discos. Ningún otro artista nacional de cualquier género ha logrado acercarse siquiera a los récords establecidos por Diomedes Díaz.
El 26 de mayo de 1993 -día de su cumpleaños- Diomedes Díaz lanzó en compañía de Juancho Rois la producción musical “Título de Amor”. Antes de su lanzamiento el cantante nacido en La Junta, La Guajira, recibió 1.000 millones de pesos de anticipo por las expectativas de ventas del disco. “Ningún artista en Colombia recibió jamás una cifra semejante como anticipo por las posibles ventas de un disco”, me confesó en Valledupar su manager en ese momento, Joaquín Guillén, cuando visité la capital del Cesar y recorrí varios municipios de La Guajira buscando información para escribir el libro “Diomedes Díaz, vivir más no pude” de Editorial Planeta.
Todo en la vida de Diomedes Díaz -desde que nació en la finca Carrizal, jurisdicción de La Junta, La Guajira, el 26 de mayo de 1957- fue extraordinario y desmesurado. Nada fue común y corriente. Diomedes Díaz rompió todos los moldes. Él mismo lo decía de manera jocosa y jactanciosa: “Como Diomedes no nace otro y si nace no se cría”.
Su vida de luces y sombras quedó marcada por la muerte de Doris Adriana Niño, con quien tuvo una relación sentimental, quien falleció en el apartamento del artista en Bogotá y por cuyo deceso el Cacique de La Junta fue condenado a pagar varios años de prisión. La muerte de Doris Adriana marcó también la vida de Diomedes Díaz, quien estuvo detenido en cárceles de Bogotá y Valledupar. La muerte de Doris Adriana fue el punto de quiebre en la vida personal y artística de Diomedes Díaz.
El Cacique de La Junta grabó con los mejores acordeoneros del país, desde Náfer Durán hasta Alvarito López, ambos reyes vallenatos, pasando por Elberto López, Nicolás “Colacho” Mendoza, Juancho Rois, El Cocha Molina, Iván Zuleta y Franco Argüelles, entre otros. A varios de ellos los descubrió y los convirtió en grandes figuras. Hoy son lo que son gracias a Diomedes, que los descubrió y los volvió estrellas del vallenato.
Su fanaticada, como Diomedes llamaba a sus millones de seguidores, aún siguen llorando su desaparición y cada 22 de diciembre realizan múltiples eventos para recordarlo, así como interminables parrandas a lo largo y ancho del país. Diez años después de su muerte, su figura como máximo ídolo del vallenato sigue creciendo.
Sus 28 hijos reconocidos lo siguen recordando con inmenso cariño y los cerca de 50 que no reconoció también. Patricia Maestre y Consuelo Martínez recuerdan y narran con nitidez su vida al lado del cantante y compositor. La primera de ellas es su esposa oficial y la madre de sus cuatro hijos más conocidos: Rafael Santos, Diomedes de Jesús, Luis Ángel y Martín Elías, quien seguía sus pasos y murió de forma prematura. La segunda, fue su última compañera y estuvo con él al final de su carrera.
Con la desaparición de Diomedes Díaz el vallenato tradicional quedó herido de muerte.Los nuevos artistas no han podido ocupar el sitial que Diomedes dejó, ni como compositores, ni como intérpretes. Sin el Cacique de La Junta, no hay ninguna duda de que el vallenato ya no es igual.
(*) Autor de los libros “Diomedes Díaz, vivir más no pude”, Editorial Planeta
(*) “Vidas cantadas, historias de Juglares”.