Hoy en día los temas medioambientales están permeando la cotidianidad en nuestras vidas. Este año se ha vuelto común entablar conversaciones sobre cómo están los niveles de reserva de agua en los embalses, el día de la semana que tendrán racionamiento en los hogares, o si es conveniente comprar un vehículo híbrido o eléctrico —si bien sabemos que la razón de fondo es evitar la restricción vehicular—, la preocupación sobre las temperaturas extremas en el norte de Colombia, o sobre la capacidad de respuesta del Gobierno frente a los incendios forestales que azotan al país por la sequía. Lo cierto es que, el cuidado del medioambiente va mucho más allá de estas “preocupaciones” cotidianas.
Consideremos que esta no solo es una cuestión local. Por suerte, gracias a diferentes actores ambientales a nivel global se están logrando avances significativos con la implementación de tecnología verde de la mano de la inteligencia artificial (IA), cambiando la forma de abordar los problemas ambientales y proporcionando herramientas efectivas para enfrentar de forma sostenible estos desafíos que impactan el planeta.
Hablando de tecnología verde, vemos que no es un concepto nuevo. Este empieza a ser relevante en el mundo en la década de 1970, cuando se detectó que la contaminación generada por los seres humanos, especialmente por el uso de combustibles fósiles y los famosos CFC (utilizados en refrigerantes, aerosoles, espumas plásticas y productos industriales), así como el aumento de los gases de efecto invernadero, estaban produciendo el calentamiento global del planeta y causando un daño irreparable a la capa de ozono.
En ese momento, los países empezaron a ser conscientes que estos problemas —lejos de ser individuales—, debían ser abordados de forma global. Por ello se pactaron acuerdos internacionales como el Protocolo de Montreal en 1987, de Kioto en 1997 y el Acuerdo de París en 2015, con el propósito de promover la tecnología sostenible a través de energías renovables, transporte limpio e infraestructura resiliente.
En efecto, una vez más la tecnología demostró su capacidad disruptiva a lo largo de la historia. Pero, lo realmente sorprendente es cómo la Inteligencia Artificial (IA) revolucionó la tecnología verde en tan poco tiempo. Si se utiliza de forma correcta, la IA podría convertirse en la tabla de salvación de la humanidad.
Hoy la IA se utiliza para monitorear y analizar condiciones medioambientales de maneras que antes eran impensables. Por ejemplo, los algoritmos de IA pueden medir la velocidad en la que se derriten los icebergs con una precisión 10.000 veces mayor que los métodos humanos. Esto le permite saber a los científicos cuánta agua de deshielo se liberará en los océanos, ayudando a combatir el cambio climático. Además, la IA puede medir en segundos los índices de deforestación y la cantidad de carbono almacenada en los bosques, así como predecir con exactitud patrones meteorológicos y desastres naturales.
La combinación del Internet de las Cosas (IoT) con la IA también está mostrando resultados sorprendentes. Estos dispositivos permiten medir con precisión las condiciones ambientales para el desarrollo de cualquier tipo de proyecto. Por ejemplo, en los océanos, la IA puede detectar objetos en tiempo real y crear mapas detallados de la basura marina, ayudando a limpiar nuestros mares.
Es importante mencionar que a pesar de las bondades, la implementación de IA también presenta grandes desafíos. El entrenamiento y operación de modelos de IA requieren un alto consumo de energía, lo que puede ir en contra de los objetivos de sostenibilidad ambiental. Por eso, es vital que se usen y se implementen energías alternativas para este fin.
Ahora, más allá de los retos, frente a los evidentes avances en el mundo, es natural preguntarse cómo podemos contribuir a la causa. Es errado pensar que debemos ser ambientalistas extremos —los extremos siempre han sido nocivos— para apoyar este propósito. Basta con ser ciudadanos que buscan una mejor calidad de vida y un entorno digno, tanto para nosotros como para las futuras generaciones.
¿Quiénes serán entonces los primeros llamados a comprometerse con la implementación de sistemas de IA que promuevan la sostenibilidad? En principio, aquellos cuyas operaciones y actividades cotidianas generan un impacto significativo en el medio ambiente: las compañías.
Las empresas deben ser pioneras en este esfuerzo. Utilizando IA y tecnología verde podrán tomar decisiones financieras inteligentes, reducir su huella ambiental, optimizar el uso de recursos y mejorar la eficiencia en sus operaciones.
Igualmente, los gobiernos y legisladores tienen una gran responsabilidad en adoptar medidas y crear regulaciones que no le corten las alas a la innovación, pero que aseguren su uso ético y adecuado.
Enhorabuena a los que se embarquen en el desarrollo de tecnología verde junto con la IA. Sin duda, estarán contribuyendo significativamente a la construcción de un futuro más sostenible para nuestro planeta.
