No importan los escándalos de corrupción y de despilfarro que, casi de manera frenética, estamos presenciando de este gobierno. No importa que se hayan equivocado en sus cálculos de recaudo en la pasada reforma tributaria. El Gobierno, tan de espaldas a la realidad y tan limitado por sus propias creencias e ideología, está decidido a pasar una nueva reforma tributaria. Esto, en Colombia, solo significa que se incrementarán los impuestos.
Aún no está claro qué contendrá este nuevo proyecto, pero el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, ha dado algunas pistas. En el reciente Foro de Reactivación Económica, afirmó que no se trata de tocar ni el IVA ni el número de personas naturales que declaran renta. También afirmó que se trata de reducir la tasa nominal de renta corporativa del 35 % al 30 %.
Días antes, había señalado que en el proyecto se incluirán estímulos tributarios a proyectos de energía renovable y turismo. Además, señaló que insistirán en fortalecer las estrategias para luchar contra la evasión. Ojalá que esta vez no vuelvan a caer en la ilusión, según la cual estas estrategias serán 100 % efectivas y de corto plazo como para depositar en ellas la esperanza de recaudar una parte importante de los, al parecer, 12 billones que quieren recoger con la nueva reforma. Ojalá hayan aprendido.
“En el reciente Foro de Reactivación Económica, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, afirmó que no se trata de tocar ni el IVA ni el número de personas naturales que declaran renta. También afirmó que se trata de reducir la tasa nominal de renta corporativa del 35 % al 30 %”
Asumamos que estos anuncios reflejan realmente el proyecto que van a presentar. Este es un gran supuesto: el Gobierno ha demostrado que le gusta decir una cosa y hacer otra. Parece que tienen como principio la máxima de “es mejor pedir perdón que pedir permiso”. Al hacer lo que no habían anunciado, confunden a la opinión pública con declaraciones contradictorias y ambiguas. Juegan con el factor tiempo porque saben que, en pocos días, incluso horas, saldrá un nuevo escándalo que hará olvidar el producto del engaño.
Pero, como decía, asumamos que esta vez los anuncios realmente conformarán el proyecto.
Si es así, ¿sobre quiénes recaerá el esfuerzo tributario? ¿Qué efectos puede tener?
El Gobierno tiene como principales fuentes de ingresos, precisamente, al IVA y al impuesto de renta, tanto de personas naturales como corporativas. Nos dicen que la idea no es incrementar el recaudo vía IVA. También, que se reducirá lo cobrado a empresas, así como que no se ampliará la base de personas naturales que declaren renta. Por exclusión, sólo un grupo muy pequeño de ciudadanos, aquellos que ganan más de 10 millones de pesos, que son no más de 550 mil ciudadanos, serán los afectados. Es decir, alrededor del 1 % de la población total del país.
Esto, en primer lugar, no es justo. No es justo que, como dije al principio, el Gobierno les exija a los ciudadanos que den más y más, sin límites, mientras los que gobiernan manejan mal los recursos, los despilfarran y, en caso extremo, se quedan con ellos para convertirlos en parte de su riqueza personal.
No es justo, además, que toda la carga de un país recaiga sobre tan pocas personas. Entiendo que esto sea resultado del discurso actual según el cual lo único importante es reducir la desigualdad, pero semejante expoliación no es justa en contra de tan pocos ciudadanos. El Estado es una organización de organizaciones que tiene funciones definidas con el fin de favorecer el interés general. Por ello, el principio es que todos debemos poner en su financiamiento.
Es injusto, así muchos estén de acuerdo, en convertir al Estado en un mecanismo de revanchismo y de castigo en contra de minorías, cualesquiera ellas sean.
Pero, además, de injusto, una reforma concentrada en expoliar a una minoría tan específica de ciudadanos no necesariamente será efectiva.
Sé que parte del argumento es el planteamiento, cruel y cínico, según el cual, a ciertos ciudadanos se les puede quitar lo más que se quiera porque, igual, ellos no se van a ir del país. Puede que tengan razón en el corto plazo, pero las personas, cuando los abusos son permanentes, se adaptan y una de las decisiones puede ser la de “votar con los pies”.
Sin embargo, esta no es la única manera. Otra forma puede ser la adaptación en términos de la cantidad de trabajo y, por lo tanto, de ingresos, que perciben esas personas. En últimas, se trata de reconocer que medidas como las reformas tributarias tienen efectos comportamentales.
Puede que las expectativas generadas en la población impidan que se satisfagan las que tienen los tomadores de decisiones en el Ministerio de Hacienda. Entre muchas otras, esto fue lo que vimos en la desastrosa reforma de 2022, pero como que la camarilla que hoy está en el poder no lo ha entendido.
“Por exclusión, sólo un grupo muy pequeño de ciudadanos, aquellos que ganan más de 10 millones de pesos, que son no más de 550 mil ciudadanos, serán los afectados. Es decir, alrededor del 1 % de la población total del país”
No sabemos qué contendrá el nuevo proyecto de reforma tributaria, pero sí sabemos que es una mala decisión presentarlo. Todos debemos poner, incluido los que despilfarran y utilizan de manera equivocada nuestros recursos. Hay que recordar que el Estado está al servicio de los ciudadanos y no al contrario.
