El Gobierno debe entender que no puede seguir dilatando decisiones que lo único que han logrado es minar o disminuir la confianza inversionista en el país. A nivel de calificadoras de riesgo estamos fuera de grado de inversión, con un alto nivel de deuda y con una Reforma Tributaria que resultó insuficiente para los planes sociales que quiere Gustavo Petro. El ministro Bonilla aceptó hace poco que se requiere una nueva reforma para disminuir tasas de renta a empresas y un aumento a la renta de las personas naturales dueñas de esas empresas.
Lo que más requiere el país en estos momentos es incentivar de nuevo la inversión que viene frenada en casi todos los sectores. Es crítico el tema en construcción de vivienda, y en general, en todos los proyectos nuevos de infraestructura. Las carreteras y concesiones que se habían adjudicado antes de la llegada de Petro siguen andando normalmente, pero el problema ha sido el cronograma de nuevos proyectos. Si no hay inversión nueva en esos dos sectores, la economía no solo no va a despegar, sino que corremos el riesgo de caer en crecimiento negativo, ya que el 0,6 % del año pasado muestra una tendencia demasiado dramática con respecto a los crecimientos de 2021 y 2022.
El turismo, los servicios, el comercio y el consumo masivo, han estado enmarcados bajo la sombra de la alta inflación que ojalá desaparezca este año con la llegada de reducciones significativas a la tasa de interés por parte del Banco de La República.
“Lo que más requiere el país en estos momentos es incentivar de nuevo la inversión que viene frenada en casi todos los sectores. Es crítico el tema en construcción de vivienda, y en general, en todos los proyectos nuevos de infraestructura”
La reducción se ha anunciado como gradual, pero la realidad de los mercados podría invitar a la junta del Banco de la República a agilizar esos movimientos. Otro efecto importante que ya no tendremos, y que fue doloroso en 2023, fue el aumento en precios de la gasolina por la necesaria eliminación de los subsidios. Con un precio de la gasolina más estable, se puede pensar en que esa variable no genera bruscos movimientos en los precios de los alimentos.
La gran incertidumbre es que aún no hemos visto todos los efectos secundarios del Fenómeno del Niño y en segundo semestre viene el desagradable Fenómeno de La Niña, que podría inundar algunas poblaciones del país, obligando a movilizar recursos nacionales para las regiones que resulten afectadas por esta tragedia que viene de manera inminente.
Es previsible pensar que el Gobierno tampoco está listo para el Fenómeno de la Niña, así como nunca estuvo listo para mitigar los efectos del Niño. Es inadmisible que varios incendios que se presentaron en simultánea tuvieran que ser solucionados con ayuda internacional.
Los malos momentos de la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos y la accidentada licitación de pasaportes de la Cancillería en cabeza de un terco y suspendido Álvaro Leyva, vienen acompañadas de tufo de inseguridad jurídica.
Los inversionistas necesitan reglas claras y estables. El Gobierno colombiano ha dejado ver el desorden interno, expuesto de manera burda en pocos días del 2024 con la vertiginosa velocidad de propagación moderna de las redes sociales.
“Si no hay inversión, la economía no solo no va a despegar, sino que corremos el riesgo de caer en crecimiento negativo, ya que el 0,6 % del año pasado muestra una tendencia demasiado dramática con respecto a los crecimientos de 2021 y 2022”
Hace falta un plan para recuperar la confianza que a este paso va más perdida que los Juegos Panamericanos. Sin confianza inversionista, se frenan los proyectos, las empresas no contratan empleos adicionales y el flujo de dinero se estanca, es como reducir dramáticamente la velocidad de un momento a otro, hasta llegar al punto en el que estamos actualmente: hay sectores que están totalmente quietos y sin una pronta perspectiva de reactivación.
El plan es un ingrediente, e igual de importante, es la estrategia de comunicación otro punto en donde este gobierno ha fallado en grande. Las redes sociales son apenas un fragmento de nuestra realidad, y hay millones de colombianos que diariamente están informándose por medios tradicionales como la radio, o no se gastan el valor de su plan de datos en consumir información por Internet. Petro ha privilegiado a Twitter sobre otros canales de comunicación. Esta es una red social diseñada para el debate y el enfrentamiento, no para informar unilateralmente a una sociedad. Petro la usó en las dos campañas y en la segunda le funcionó, combinada como dicen en la guerrilla con todas las formas de lucha: paros, protestas, noticias falsas y otros ingredientes. Ese cóctel en manos de un gobernante puede ser explosivo y peligroso, miren lo que pasó con Trump que derivó en ciudadanos seguidores del Partido Republicano ingresando de manera violenta e ilegal al Capitolio en Washington en 2021. Los mensajes deben ser positivos a la reactivación económica, no hacia el caos, desorden y pelotera.