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Salud

Bullying en adultos: una epidemia silenciosa

Cuando realmente interioricemos que las experiencias físicas y emocionales se entretejen para dar forma a nuestra identidad y dirigir nuestro camino en la vida, empezaremos a relacionarnos a través de la compasión y el entendimiento mutuo, promoviendo entornos donde los individuos se sientan valorados y respetados.

Foto: Shutterstock

El bullying, consiste en cualquier forma de maltrato ya sea físico, verbal o psicológico que pueda afectar a un individuo. Una encuesta reciente del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar reveló que en el año 2023 se reportaron 6.180 casos de acoso escolar, de los cuales 4.118 corresponden a bullying o ciberbullying. Solo en el primer trimestre del año, se han documentado 1.613 casos en el país, reflejando una preocupante realidad que afecta la salud mental de los niños, niñas y adolescentes, con consecuencias como ansiedad, depresión, pensamientos suicidas e impulsividad.

Sin embargo, más allá del impacto ampliamente conocido, el bullying en las escuelas puede tener otras repercusiones menos frecuentes, pero igualmente graves. Una de ellas es el enanismo psicosocial, una condición rara que se manifiesta entre los 5 y 10 años, resultado del estrés infantil, negligencia y el trauma, experimentados en diferentes entornos, lo que provoca un estancamiento biológico que impide el desarrollo normal de la pubertad.

El enanismo psicosocial, es un recordatorio de que el bullying no solo deja cicatrices emocionales, sino que también puede tener efectos físicos duraderos, generando un impacto profundo en la autoestima y en la capacidad para interactuar con el mundo que le rodea.

La noción de estancamiento físico como resultado de una afectación emocional resalta la íntima conexión entre nuestros procesos mentales y físicos. Esta idea sugiere que las vías cerebrales que se activan ante el dolor físico son las mismas que se activan frente al dolor emocional, dejando una huella tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente.

El neurocientífico Antonio Damasio, ha explorado esta relación a través del concepto de “marcadores somáticos”, describiéndolas como reacciones fisiológicas que se expresan como respuestas corporales a diversas situaciones y que, a su vez, influyen en nuestra toma de decisiones.

Damasio propone, que estas reacciones somáticas están estrechamente vinculadas a nuestros procesos emocionales actuando como una especie de sistema de alerta temprana, informándonos sobre el posible resultado emocional o físico de nuestras decisiones y por extensión limitando la interacción social, si desde temprana edad se ha concebido como amenazante.

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¿Qué pasa con el bullying entre adultos?

El bullying entre adultos es un tema de gran importancia que, a pesar de ser menos estudiado, tiene repercusiones sociales y económicas significativas. Estas repercusiones incluyen el aislamiento, la deserción académica, la pérdida de empleo, el aumento de incapacidades por trastornos mentales y la disminución de la productividad. En el contexto actual de nuestro país, es pertinente mencionar el acoso laboral, conocido como mobbing, que ha sido evidenciado recientemente por estudiantes de las residencias de cirugía en varias facultades de medicina en Colombia.

“En el contexto actual de nuestro país, es pertinente mencionar el acoso laboral, conocido como mobbing, que ha sido evidenciado recientemente por estudiantes de las residencias de cirugía en varias facultades de medicina en Colombia”

Este fenómeno, revela una realidad que ha sido ignorada o disfrazada como “condiciones individuales” durante años, pero que ahora, debido al incremento en las tasas de suicidio dentro del gremio médico, ha sido reconocido como un problema multifactorial relacionado con las dinámicas específicas de lo que significa “ser médico”. Por ejemplo, se ha encontrado que la tasa de suicidio entre médicos es más alta que en la población general. En Estados Unidos, la tasa de suicidio entre médicos es de 28 a 40 por cada 100.000, muy por encima de la tasa de 12,3 por cada 100.000 en la población general.

Este tipo de acoso puede normalizarse en ciertas instituciones y puede incluir comportamientos como la difusión de rumores falsos y malintencionados sobre la víctima, formación de alianzas sociales en su contra, el menosprecio o el silenciamiento en público, la exclusión, las burlas y el robo de crédito por el trabajo realizado. En estos casos, la víctima a menudo se encuentra en una posición vulnerable, debido a un desequilibrio de poder real o percibido, como por ejemplo el ser nuevo en un círculo social o estar bajo su mando, lo que dificulta aún más la defensa contra el acoso.

¿Qué impulsa el acoso entre adultos?

Las investigaciones sugieren que las personas acosan a otras por sentirse amenazadas, dirigiendo sus acciones particularmente hacia aquellos que son diferentes de alguna manera. Este sentimiento de amenaza puede surgir de la percepción de que la víctima posee cualidades o atributos que el acosador envidia o teme. Por otra parte, el deseo de establecer dominio en un grupo también puede ser un factor motivador, ya que a menudo se sienten mejor consigo mismos al menospreciar a la víctima, lo que puede ser una forma de defenderse de la vergüenza y el sentimiento de incompetencia que han experimentado en el pasado. Esta dinámica puede llevar a comportamientos destructivos y perjudiciales para la víctima.

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Además, el acoso puede estar relacionado con las dinámicas o representaciones de lo que se considera un rol dentro de un esquema laboral. En algunos casos, se cree erróneamente que ciertas conductas extremas podrían aumentar el rendimiento o la capacidad cognitiva de los individuos, lo que puede justificar el acoso en mentes sesgadas.

Un aspecto preocupante es que la competitividad excesiva, el interés desmedido por promover los propios intereses a costa de los demás y la deshumanización del otro en una sociedad altamente demandante, pueden llevar a las personas a emplear comportamientos extremos y en entornos donde el éxito personal se prioriza por encima del bienestar colectivo, estas dinámicas pueden convertirse en una herramienta para avanzar a expensas de los demás.

“Las investigaciones sugieren que las personas acosan a otras por sentirse amenazadas, dirigiendo sus acciones particularmente hacia aquellos que son diferentes de alguna manera. Este sentimiento de amenaza puede surgir de la percepción de que la víctima posee cualidades o atributos que el acosador envidia o teme

La naturaleza encubierta del acoso entre adultos es una característica que no debe pasarse por alto, debido a que este tipo de agresión puede convertirse en una “epidemia silenciosa”, donde los acosadores, hábiles en el manejo de sus relaciones, mantienen vínculos estrechos con sus superiores y otras figuras influyentes permitiéndoles ocultar sus acciones malintencionadas, dejando a las víctimas en una situación de vulnerabilidad, a menudo sufriendo en silencio, no solo por la falta de políticas y medidas efectivas para combatirlo, sino también debido al estigma asociado y a los desequilibrios de poder que existen en muchos entornos. La frustración y la tristeza que experimentan las víctimas pueden llevarlas a desplazar estas emociones hacia aquellos que están en su círculo más cercano, o donde tienen algún grado de superioridad, creando un espacio de sufrimiento y conflicto que nos llevaría nuevamente al inicio de este artículo.

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