Si de inteligencia artificial (IA) se habla desde 1950, cuando el matemático Alan Turing propuso teorías sobre máquinas capaces de simular la inteligencia humana, ¿Por qué recién en los últimos años se ha puesto de moda en el mundo?
Desde Turing y la conferencia de Dartmouth de 1956 a hoy, la IA, definida como la capacidad de las máquinas para realizar tareas que requieren inteligencia humana, ha venido avanzando de forma exponencial, ejemplo de esto: en 1997 la computadora Deep Blue venció a Kasparov el campeón mundial de ajedrez, y en 2012 AlexNet una red neuronal de aprendizaje profundo de reconocimiento de imágenes revolucionó la computación.
Avanzando al presente, el verdadero boom tecnológico que hizo conocida la IA sucedió en 2022 con el lanzamiento de ChatGPT 3.5 por OpenAI, una IA “generativa”, que capturó a nivel global la atención del público en general por su acceso gratuito, su facilidad de uso y hacer tareas complejas, usando un modelo lingüístico llamado “LLM” que es capaz de comprender el lenguaje humano.
En menos de un año las personas empezamos a delegar en la IA tareas como redactar correos electrónicos, crear imágenes, generar videos, resolver problemas matemáticos, crear códigos de programación, predecir resultados en litigios y hasta escribir cartas de amor.
¿Acaso imaginamos que una máquina pudiera hacer cosas tan humanas? Es como recrear escenas de las películas de ficción The Matrix (1999), donde Neo descubre un mundo controlado por máquinas, o Ex-Machina (2014), donde Ava una robot humanoide supera la capacidad de interacción con los humanos.
Pues no es ficción. Hoy los sistemas de IA pueden ejecutar actividades, adoptar decisiones y efectuar análisis en todas las áreas de la vida, impactando profundamente las dinámicas tradicionales de la sociedad.
A nivel global, los avances con sistemas de IA son impresionantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, desarrollos como PathAI mejoran el diagnóstico médico identificando anomalías, LexMachina predice resultados judiciales, y Clearview AI utiliza reconocimiento facial para identificar personas. En Estonia, el sector público aplica desde 2018 IA para asistencia sanitaria, empleo y urbanismo. En Colombia, Pretoria apoya con IA la selección de expedientes en la Corte Constitucional.
Todo hasta aquí suena perfecto, la implementación de sistemas inteligentes genera desarrollo, productividad y eficiencia a la humanidad, ¿Pero nos hemos detenido a pensar en lo que hay detrás de esto? Sin duda, enormes retos éticos, laborales y legislativos nos esperan.
En marzo de 2024, la Unión Europea aprobó el primer marco regulatorio de la IA en el mundo, estableciendo reglas estrictas para sistemas de IA de alto riesgo, proteger los derechos fundamentales y promover la seguridad jurídica.
En Colombia
Y frente a todo esto, ¿cómo va Colombia en la regulación de la IA? Actualmente, existen seis Proyectos de Ley (PL) en el Congreso:
059/2023 - Política pública para el uso e implementación de la IA y régimen de responsabilidad.
091/2023 - Deber de información y marco ético frente a la IA.
200/2023 - Derechos humanos y categorización de riesgos de la IA.
130/2023 - Derechos laborales frente a la IA
255/2024 - Reducción de siniestros viales con IA.
225/2024 - Agravante al artículo 296 del Código Penal sobre el delito de falsedad personal por suplantación utilizando IA.
Ahora la pregunta es: ¿por qué tantos proyectos de Ley? ¿Por qué correr el riesgo de generar una regulación excesiva y una gran inseguridad jurídica? Es importante destacar que todos estos proyectos han superado solo el primer debate, lo que indica que estamos lejos de una regulación definitiva, y algunos de ellos presentan similitudes y redundancias en su contenido.
Hablando de lo público, ninguno de los proyectos define los criterios y la forma en que se delimitará la responsabilidad penal, disciplinaria, fiscal y civil de los funcionarios públicos que apoyen sus decisiones con la IA.
De otra parte, no es suficiente pensar que el único delito que se debe regular del uso de la IA es la falsedad personal. También debemos considerar la manipulación de datos, la discriminación algorítmica, la violación de la privacidad, y la responsabilidad por decisiones automatizadas, entre otros.
Por lo anterior, debería existir una única norma integral de IA como ocurre con la Ley Europea mencionada, que regule todos los aspectos necesarios, esto es, definiciones, usos, límites, reglas, responsabilidades, políticas, riesgos, deberes —entre otros—, para el sector privado y el público.
Entonces, no se trata de regular por regular y expedir una ley distinta cada vez que surja una idea o un problema derivado del uso de la IA. Es esencial que todo el conglomerado legislativo, los sectores interesados —como empresas, startups tecnológicas— y la sociedad civil —de forma rápida— trabajen juntos hacia un mismo fin. Deben unificar criterios y trabajar en construir una regulación robusta que promueva la protección real de los derechos de todas las partes involucradas y el uso responsable de la IA en Colombia, tal como el mundo lo está haciendo hoy.