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¿Por qué la amabilidad es más necesaria que nunca?

El libro La ciencia de la amabilidad reivindica la importancia […]

¿Por qué la amabilidad es más necesaria que nunca?

El libro La ciencia de la amabilidadreivindica la importancia de recuperar las buenas maneras perdidas y de adoptar otras nuevas

Dice la autora Rebeca Yanke que en la amabilidad hay mucho de humildad, bastante de buena fe y, sobre todo, de empatía y hasta de sensibilidad. No es fácil meterse en los zapatos del otro, pero, en estos tiempos pandémicos, la realidad lo exige más que nunca. Por eso, la revolución de la empatía avanza con fuerza. Y, también por eso, su libro La ciencia de la amabilidad llega en el momento más oportuno.

Filósofos, científicos e intelectuales creen que en este momento convergen dos escenarios y que deberíamos aprovecharlo: la imperiosa necesidad de frenar la deriva narcisista del mundo y una generación milenial que podría conseguirlo.

El “usted” está en desuso; se escuchan muy pocos “gracias” y “por favor”. No ayudan la crispación ni la situación política y tampoco que nos hayamos convertido en seres humanos unidos a un celular. Por eso, en 2021, el reto de los modales, de ser educado, pasa primero por recuperar muchas de las buenas maneras perdidas y por adoptar otras nuevas que se derivan de nuestros cambios en la forma de vida: hacemos más ejercicio, comemos mejor, nos comunicamos digitalmente cada día y la reciente ola feminista, realzada por las redes sociales, ha provocado un vuelco social que no puede pasar desapercibido.

Rebeca es periodista y trabaja en el diario El Mundo desde 2004. En 2010 escribió el poemario Infinitos corpúsculos; en 2015 obtuvo el premio Tiflos de Periodismo Social, que otorga la fundación ONCE y, en 2019, el Accésit Honorífico del Colegio de Psicología de Madrid por “la calidad de sus reportajes”.

“Solía decir, antaño, que a mí, de las personas, me interesaban sus intenciones. También solía pensar que cualquiera, o todos, tenemos prejuicios, pero que lo importante era no dejarse llevar por ellos”, asegura Yanke. “Ahora pienso que lo que más me importa en la gente es su sentido de la justicia y su valentía, su capacidad para la aventura, para comenzar nuevas cosas, para intentarlo, una vez, otra, otra más… Sé que no está la película para pedir demasiado, sé que acabamos de vivir un año morrocotudo, pero precisamente por eso habrá que seguir intentándolo. De la conjunción de lo personal y [lo] profesional, de mi absoluta fe en que intentarlo merece la pena, surge este libro”.

Compasión, humildad y cuidado son algunas de las virtudes humanas, muchas grandes olvidadas, que este libro defiende como potencias sociales e individuales que pueden trabajarse, con mayor necesidad ahora, en tiempos de crisis e incertidumbre que se viven a causa de la pandemia del coronavirus. Las virtudes han tomado forma de antídotos y pueden servirnos de lúcida guía para la vida. A continuación, un decálogo de buenos modales para el siglo XXI:

1. En la mesa: ni política ni sexo ni religión ni salud. Mientras se come, es preferible no decir a nadie que sus problemas de corazón provienen del filete que se está comiendo.

2. Sobre el feminismo: si es hombre, practique la empatía; intente mirarlo todo desde otro ángulo. La ola feminista no tiene pinta de dejar de dar coletazos, así que adáptese. No piense que está perdiendo privilegios, sino que el objetivo común debe ser la igualdad total de hombres y mujeres. Si es mujer, practique la empatía también: el advenimiento feminista y el fenómeno #MeToo han generado un vuelco social, pero no todo el mundo evoluciona al mismo ritmo y no se puede esperar lo mismo de una persona de 80 años, que de una de 60 o de 35.

¿Por qué la amabilidad es más necesaria que nunca?

3. ¿Y los piropos?: si es varón, sea cauto con ellos. Los modales modernos implican un ejercicio constante de clarificación. El uso del halago dependerá de la situación, de la relación ya establecida y del lugar de encuentro.

4. La sociedad del eufemismo: la nuestra es la era de la diversidad y de la defensa de las minorías. Si quiere ser educado, sea prudente, porque nunca como ahora las personas se ofenden tan rápido. No se resienta fácilmente, endurezca su piel. Recuerde que siempre puede responder con ironía. Si no entienden su situación, explíquela.

5. Adiós a la soberbia: instruya sin ser pesado. Una regla básica de buenos modales sigue siendo no mostrarse soberbio ni esnob. Si tiene mayor conocimiento sobre feminismo que los que le escuchan, sea humilde. Si no entiende nada, pregunte. A la gente le encanta hablar de lo que sabe.

6. El amor cibernético: no utilice su apellido. No hay necesidad de toparse con un viejo conocido de cuando usted también tuvo una personalidad seudoanónima en un chat de #irc. Tenga cuidado con lo que comparte: tampoco le interesa una futura “pornovenganza” de un ex del que no debió fiarse tanto.

7. Ni ghosting ni orbiting: no practique todas esas cosas tan feas que se pueden hacer en Internet. No desaparezca un día después de haber dicho que la otra persona le había vuelto a conectar con el mundo y era feliz. No deje los mensajes con su azulísima confirmación de leído, sea valiente y, si fue capaz con lo sensual, séalo también con la verdad.

8. Etiqueta digital: los móviles permiten estar eternamente conectados, pero esto no significa que debamos estarlo. No espere que la gente le responda siempre inmediatamente. Una de las bondades de la comunicación escrita es que permite reflexionar antes de decir algo. Practique.

9. La trastienda laboral: en lugar de leer los correos al momento, revíselos diez minutos cada hora, de forma que su concentración se mantenga durante cincuenta minutos seguidos. Si el tipo de conversación exige mayor claridad y rapidez, recuerde que el correo electrónico carece de tono. Es más efectivo preguntar por Pedro, el de contabilidad, que mandarle correos repetidamente diciéndole que necesita hablar con él.

10. Una buena sonrisa: si no sabe qué hacer, sonría. Una buena sonrisa es el mejor signo de buenas maneras.

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