Por Laura Tobón / Presentadora y empresaria colombiana
Este paraíso colombiano, declarado reserva mundial de la biosfera, llamado Seaflower, está listo para recibirnos.
San Andrés tiene magia. Tiene mar de siete colores. Tiene melodías que vuelan con la brisa y cuentan historias de sus pobladores que viven de la pesca, del turismo, del comercio y, sobre todo, de conservar sus ancestros.
No solo la pandemia ha golpeado a San Andrés, Providencia y Santa Catalina, un destino que vive en buena parte del turismo; las islas también fueron azotadas por el paso de los huracanes ETA y IOTA. En un año, los males que han padecido dejaron sus calles vacías; las playas, las tiendas y los hoteles se desocuparon. Cotelco, la Asociación Hotelera y Turística de Colombia, señala que el archipiélago fue uno de los lugares más golpeados durante el año pasado.
El millón de turistas que llegó durante 2019 desapareció en 2020. Los 3000 millones de pesos que facturan los hoteleros también se esfumaron. Y qué decir de los empleos. A gran parte de ellos les cerraron las puertas al mismo tiempo que se cerraron las de hoteles, restaurantes, almacenes y agencias de turismo.
No obstante, las islas han comenzado a sonreír otra vez. A escuchar los largos parloteos en inglés de sus habitantes. Ha asomado el turismo. Hay vida de nuevo y el Hoyo Soplador sopla más fuerte que nunca. Los turistas llegan para vivir sin prisas, para contemplar los atardeceres cuando el sol besa la tierra y se pierde entre ese mar que es como un camaleón.
San Andrés y Providencia forman parte del único departamento insular de Colombia. Atesora la reserva coralina más grande del Caribe y es considerado el edén para el buceo. Se les une Santa Catalina, una reserva ecológica virgen que se ha negado, a lo largo de su historia, al turismo de masas. Son islas que tienen un solo fin: desconectarse del resto del planeta Tierra.
Sus playas tienen un sello único: arenas blancas y suaves como el azúcar y grandes cocoteros que dan sombra suficiente cuando el abrasador sol invita a nadar en las aguas cristalinas de ese mar que se mece sin prisas.
Pero el mar de los siete colores de San Andrés también invita a la aventura del buceo. A conocer la magia de la asombrosa biodiversidad marina, que incluye más de ochenta especies de coral y hacen este un paraíso único en el mundo. Además de los corales, los buceadores se topan con tiburones, mantarrayas, delfines y un desfile de más de doscientas especies de peces. Por todas estas razones de peso, la Unesco reconoció a San Andrés, Providencia y Santa Catalina como una reserva mundial de la biosfera, llamada Seaflower.
Las islas no son solo playa y mar. La vida de los isleños corre por cuenta del reggae, que se escucha en los restaurantes playeros donde se disfruta de una variada gastronomía. La Regata y Donde Francesca son dos restaurantes recomendados en los que se degusta la comida típica caribeña, preparada en su mayoría por personas nativas.
Visitar las playas es otra de las actividades que ofrece este jardín del Caribe. Son incontables, todas con sus gustos, con su oferta. Todas sin prisa.
Cocoplum Bay: es una de las mejores playas de la isla de San Andrés, ya que se conecta con el islote Rocky Cay, al cual se puede ir caminando por el mar, pues el agua no supera la altura de la cintura. Es un excelente lugar para bucear o caretear y divisar los restos de un barco naufragado que se encuentra a pocos kilómetros de la playa.
Bengue’s Place: es una playa muy tranquila, de aguas cristalinas, que se encuentra en la zona sur de la isla y está rodeada por una muralla de arrecifes, lo que hace que las olas se detengan y no lleguen con fuerza a la orilla de la playa; por esta razón, se convierte en una excelente alternativa para los niños.
Johnny Cay: es el islote más grande de San Andrés. Se encuentra a siete minutos en lancha desde el muelle principal. Aquí se puede disfrutar de la comida típica de la isla, pues cuenta con un número considerable de restaurantes propios de la región. Es el lugar ideal para observar iguanas y descansar en las zonas verdes o sobre la arena.
Isla Acuario o Rose Cay: es uno de los acuarios de Colombia donde los animales se encuentran en su hábitat natural y se observan directamente al entrar al mar con una careta. Aquí se puede caminar sobre bancos de arena en medio del mar. Al igual que en Cocoplum Beach, desde aquí se puede caminar hasta un cayo cercano: Haynes Cay.
Visitar el parque regional de manglares Old Point: además de los planes de playa, en San Andrés se pueden conocer museos y parques naturales dirigidos por personal nativo. Una excelente opción es el parque regional de manglares Old Point, reconocido internacionalmente como santuario de flora y fauna. Está ubicado en las bahías Hooker y Haynes, a pocos kilómetros del centro de la isla.
Hacer snorkel en West View y La Piscinita: son balnearios naturales ubicados en la costa oeste. Ninguno de los dos cuenta con playa: son piscinas naturales construidas entre murallas naturales y es un lugar ideal para practicar snorkel y ver peces de todos los colores en sus aguas cristalinas.
Caminar hasta La Loma: La Loma es un barrio tradicional donde se puede ser testigo del actuar auténtico de la comunidad nativa. Allí se encuentra la primera iglesia bautista de toda América Latina, construida en el año 1847.
Visitar la Casa Museo Isleña: este museo fue construido hace más de cien años, en madera. En un corto recorrido se podrá aprender acerca de las costumbres del pueblo raizal y de los ataques piratas del siglo XVII.
Conocer el Hoyo Soplador y la Cueva de Morgan: el Hoyo Soplador es un géiser donde el agua de mar sale a través de un agujero natural y alcanza hasta veinte metros de altura, propulsada por las olas al golpear el coral. La Cueva de Morgan es una gruta en la que el pirata Henry Morgan escondía sus tesoros. En esta última se hace un recorrido guiado con toda la explicación histórica.
Para disfrutar de estos paradisíacos destinos, la Dirección General Marítima (Dimar), mediante la Capitanía de Puerto de San Andrés, garantiza la seguridad en la navegación y salvaguarda la vida humana en el mar, contribuyendo con la activación del turismo como la principal actividad económica para la comunidad isleña y raizal. De acuerdo con el vicealmirante Juan Francisco Herrera Leal, director general marítimo, “se han incrementado las medidas por parte de la Autoridad Marítima, lo que permite un ambiente seguro para el desarrollo de estas actividades en San Andrés”.
El archipiélago ofrece mucho para conocer. Lentamente ha despertado de los oscuros días de la pandemia y de los vientos agitados de los huracanes. Visitarlo y respetar su biodiversidad es uno de los compromisos que tiene cada uno de los colombianos. Los raizales son quienes velan por sus encantos y los turistas, por conservarlos.