Hoy en día, se reconoce ampliamente que llevar un estilo de vida activo, participar en actividades físicas regulares y realizar ejercicio tiene notables beneficios para la salud. La Organización Mundial de la Salud recomienda a las personas adultas realizar entre 150 a 300 minutos de actividad moderada o entre 75 a 150 minutos de actividad vigorosa a la semana para obtener beneficios significativos para la salud.
Llevar una vida activa impacta positivamente en la salud y el bienestar, permitiendo a las personas vivir más tiempo de manera independiente y plena. Además, se pueden obtener beneficios como el mantenimiento de un peso saludable, mejora del funcionamiento metabólico, fortalecimiento muscular, cuidado articular, y aporte de mayor energía, entre otros.
La planificación diaria y semanal de la rutina es esencial para incorporar la actividad física de manera exitosa. La personalización de la planificación, basada en los intereses y necesidades individuales, es clave para mantener la motivación y adaptarse a las condiciones particulares de cada persona. Se recomienda un chequeo médico previo al inicio de cualquier actividad física.
La actividad debe ser satisfactoria y adaptarse a las capacidades y preferencias del individuo. Actividades integrales, como caminar, nadar, practicar yoga o baile, son ejemplos sugeridos. Se aconseja comenzar gradualmente y ajustar los objetivos de manera razonable y alcanzable.
También se debe resaltar la importancia de mantenerse activo durante el día, realizando pausas activas, moviéndose a pie o en bicicleta, y reduciendo el tiempo dedicado a actividades sedentarias, especialmente en situaciones de trabajo sedentario.
