La suerte de Donald Trump para llegar de nuevo a la presidencia de los Estados Unidos quedó sellada el pasado 13 de julio, cuando la bala disparada por un adolescente de 20 años, apostado en el techo de una edificación a 150 metros de distancia, rozó la oreja del exmandatario que se tiró al piso y después en acto calificado de heroico se puso de pie y con el puño en alto, el ceño fruncido y una bandera de Estados Unidos de fondo, escuchó el grito de sus seguidores que lo aclamaban. ¡USA!... ¡USA!...
La imagen de un Trump ensangrentado pero valiente, le dio la vuelta al mundo, que todavía no encuentra explicaciones sobre cómo el disparo con un rifle semiautomático de alta precisión no impactó de manera mortal en el cuerpo del expresidente.
Desde entonces, se han tejido toda suerte de historias. Buena parte de sus simpatizantes consideran que Trump es un elegido por Dios, una creencia que se ha multiplicado como los panes después del intento de asesinato.
Pero la vida de Donald Trump ha sido de todo menos que piadosa. En la actualidad enfrenta seis investigaciones federales, estatales y del Congreso. Siempre ha vivido al límite de la ley. Desde hace más de medio siglo ha evadido investigaciones y problemas legales. Ha sido condenado por 34 delitos graves. La justicia le ordenó el pago de 83,3 millones de dólares a la escritora E. Jean Carroll por difamarla después de que ella lo acusara de violación.
Pero ha aprovechado esa sagacidad política para beneficiarse de la devoción que le profesan sus seguidores y allanar el camino hacia la Casa Blanca en las elecciones del próximo mes de noviembre. En esa nueva narrativa espiritual Trump señaló que “fue solo Dios quien impidió que ocurriera lo impensable”.
Tan solo dos días después del condenable atentado contra Donald Trump, los republicanos celebraron su convención nacional de cara a ungir al candidato para la próxima contienda electoral. En el preámbulo se conoció la fórmula vicepresidencial que recayó en el nombre de JD Vance, un joven de 39 años que en el pasado fue uno de los críticos más fuertes del expresidente, pero ahora se considera uno de los hombres más cercanos en materia política.
El senador Vance es relativamente muy joven en la política estadounidense. Pero su carrera ha sido meteórica. Es un político ambicioso, que gusta de los reflectores de los medios, se mueve como pez en el agua entre los donantes millonarios a la campaña presidencial.
Su estrellato comenzó con el lanzamiento del libro Hillbilly Elegy en 2016, que narra su vida. La de un joven que creció en medio de la pobreza tanto en Ohio como en Kentucky. En ese entonces era un defensor de la migración y de los ataques que recibían por ser una carga económica para el país.
Pero muy pronto sus ideas de inclinaron hacia Trump. Y optó un discurso de extrema derecha que lo llevaron al Senado por Ohio. En el camino Vance deja a un gran derrotado: al senador por la Florida Marco Rubio. Y tampoco deja contento al multimillonario de los medios de comunicación Rupert Murdoch.
Todavía faltan tres largos meses para las elecciones presidenciales en Estados Unidos. No obstante, los republicanos se perfilan para volver a tener huésped en la Casa Blanca.