El panorama político de cara a las elecciones en Estados Unidos, en noviembre, cambió radicalmente con la aparición en escena de Kamala Harris como la fórmula presidencial del partido Demócrata. Todo parecía perdido con la insistencia de Biden de postularse para un nuevo periodo, a pesar de sus continuos problemas de salud.
El camino parecía despejado para Donald Trump, que de nuevo arrasó en las primarias de su partido y que el día previo de ser fungido como candidato de los Republicanos, milagrosamente salvó su vida de las manos de un francotirador, un joven de 20 años.
Pero ese camino expedito rumbo a la Casa Blanca para Trump se ha comenzado a llenar de obstáculos. Más allá de sus líos judiciales, los continuos ataques al presidente Biden, a la insistencia de que le habían robado la presidencia hace cuatro años y a la ultraderecha estadounidense cada vez más apegada a su líder, la aparición de una mujer en el escenario electoral ha equilibrado la balanza.
Kamala Harris, que durante la administración del presidente Biden, se ha mantenido en un segundo papel como vicepresidenta de los Estados Unidos, sorprendió al establecimiento político estadounidense desde el momento en que Biden renunció a postularse para un segundo mandato y le entregó el testigo para lograr enfrentar a Trump y de paso conservar para los Demócratas la silla presidencial en la Casa Blanca.
La hoy candidata demócrata es de padre jamaicano y de madre india. Ha sido fiscal, senadora y tiene la enorme posibilidad de convertirse en la primera mujer presidente de los Estados Unidos. Ha sido la primera mujer de color en ocupar la vicepresidencia. Tiene 59 años y su vida ha transcurrido rompiendo barreras que le permitieron convertirse en una de las políticas más fuertes en los corrillos de Washington.
Nació en Oakland, California, pero buena parte de su niñez y adolescencia, los vivió en Canadá, por el trabajo que en ese entonces desarrollaban sus padres.
Los analistas políticos la han llamado la hija de la inmigración y señalan que siempre ha sido una mujer de segundas oportunidades que jamás ha dejado pasar. Antes de ser nominada como la candidata del partido Demócrata, Harris tenía los más bajos índices de popularidad que se recuerde de algún expresidente.
Pero las cosas han cambiado radicalmente. En menos de una semana logró aglutinar a los pesos pesados de su partido. Desde Nancy Pelosi hasta los esposos Obama, que le dieron la bendición para convertirse en la candidata oficial del partido.
Ha logrado mover una masa de votantes indecisos y hastiados de la polarización política americana. Ha atraído a los jóvenes, en especial a las mujeres y las minorías étnicas. Cada vez es mayor el número de aportantes y la lluvia de millones para impulsar su campaña ha sido impresionante.
Nadie se ha resistido a su llamado. Beyoncé, la estrella de pop le cedió una de sus canciones para la campaña, mientras la cantante británica Charli XCX le ha regalado el color verde lima que simboliza la feminidad y lo atrevida para divulgar sus propuestas a las que piensa gobernar. A eso se suma un enorme grupo de internautas que han regalado su trabajo con el fin de llevar a Kamala Harris a la Casa Blanca durante los siguientes cuatro años.
Mientras tanto, los republicanos han enfilado baterías contra Kamala especialmente por el tema migratorio. La han señalado de ser la culpable de ese fracaso en materia del control de ingreso de ilegales al país. Ese es uno de sus puntos más débiles frente a un electorado que cada vez más, ve con mayor amenaza la gran migración del continente hacia los Estados Unidos. Un fenómeno mundial, del que no escapan los países europeos.
Kamala Harris dio otro paso clave en su campaña presidencial. Escogió como fórmula para la vicepresidencia a Tim Walz, gobernador de Minnesota, una de las estrellas del partido Demócrata y quizás uno de los hombres de la política estadounidense que más ha criticado al expresidente Donald Trump por lo ocurrido en el Capitolio Nacional, después de perder las pasadas elecciones presidenciales.
El hecho de tener al frente a una mujer como contrincante, no ha sido fácil de asimilar por parte de Donald Trump, por todos los líos judiciales que enfrenta, en los que están involucradas mujeres que lo han señalado de acosador sexual. Sus relaciones con el sexo femenino siempre han sido de enorme controversia. Enfrenta demandas millonarias por ese comportamiento para un personaje de la dimensión de Trump.
En la recta final, vendrá una serie de debates los cuales Trump y Kamala han aceptado. No será nada fácil para los dos. El problema de Trump es que se enfrenta a una mujer cada vez más fuerte en las encuestas, cada vez más cercana a los votantes indecisos y a los jóvenes, y con un discurso menos agresivo y más realista sobre la situación económica y social del país más poderoso del planeta.