La primera ministra de Francia, Elisabeth Borne, ha advertido este martes de que el Gobierno no tiene previsto "renunciar" a la reforma migratoria que el lunes recibió el rechazo de la Asamblea Nacional, donde se unieron los grupos de la oposición, desde la izquierda a la ultraderecha pasando por Los Republicanos, que hasta ahora habían evitado posicionarse de manera tan clara.
Borne se ha mostrado dispuesta a llegar a "acuerdos", pero ha cargado contra lo que considera "golpes políticos". Considera que la "unión sagrada" que existe entre formaciones supuestamente antagónicas y que ya han llegado a votar juntas varias mociones de censura "sólo ofrece el caos" a los franceses, lo cual ve "irresponsable" y "peligroso", informa Franceinfo.
El Gobierno quiere sortear el golpe a su reforma convocando "lo antes posible" una comisión mixta de diputados y senadores --un total de 14, repartidos a partes iguales-- que puedan llegar a algún tipo de texto común, como ha explicado ante los medios el portavoz oficial, Oliver Véran, al término de la reunión del Consejo de Ministros.
Desde Los Republicanos, algunos de sus principales responsables se han mostrado dispuestos a negociar, pero otros grupos como los socialistas han reclamado directamente la retirada del proyecto y el líder de Agrupación Nacional, Jordan Bardella, ha pedido en una entrevista a BFM TV "la disolución de la Asamblea Nacional" y, por tanto, la convocatoria de elecciones.
Entre los principales damnificados políticos de estas disputas está el ministro del Interior, Gérald Darmanin, que en declaraciones a los medios ha lamentado que Francia "esté perdiendo tiempo" de proteger a los ciudadanos. También ha defendido las supuestas mejoras que supondría la reforma ante los diputados, en una sesión marcada por la tensión.
Darmanin llegó a decir el lunes que, tras el rechazo del Parlamento, había puesto el cargo a disposición del presidente, Emmanuel Macron, que rechazó la dimisión. Macron también ha descartado en este último año la creciente presión sobre su primera ministra, responsable última de defender los proyectos del Gobierno en una Cámara donde no cuenta con mayoría absoluta.
