El gobierno de Estados Unidos instó a los países a utilizar su influencia para promover la desescalada en Siria. Según Matthew Miller, portavoz del Departamento de Estado, el llamado busca proteger a los civiles y avanzar hacia una solución política en medio de la escalada de violencia en la región.
La situación en Siria se ha intensificado luego de que el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y sus aliados, respaldados por Turquía, lanzaran una ofensiva desde el noroeste del país. La operación permitió a los rebeldes tomar amplias zonas, incluyendo Alepo, segunda ciudad siria bajo control del gobierno.
Estados Unidos, que mantiene alrededor de 900 soldados en Siria para luchar contra el Estado Islámico (EI), reiteró su postura sobre el presidente Bashar al Asad. Miller señaló que Washington considera a Asad un dictador, pero aclaró que derrocarlo no es una prioridad debido a la falta de una alternativa viable entre los rebeldes.
En paralelo a la ofensiva inicial, grupos apoyados por Turquía lanzaron un ataque contra Tal Rifaat, una zona estratégica controlada por los kurdos. La situación añade complejidad al conflicto, ya que Turquía considera a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), lideradas por kurdos, vinculadas con militantes dentro de sus fronteras.
La política de Estados Unidos respecto a Siria ha sido objeto de controversia en años recientes. Durante su primer mandato, Donald Trump ordenó inicialmente el retiro de las tropas estadounidenses a petición del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, aunque luego revirtió la decisión tras conversaciones con el presidente francés Emmanuel Macron.
Washington dejó claro que no respalda a Hayat Tahrir al-Sham, catalogada como organización terrorista, y continuará trabajando con sus aliados, incluidas las FDS, para estabilizar la región y combatir al Estado Islámico en territorio sirio.