Director de la Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la Universidad de Chile
Todos estos desafíos locales que enfrenta este Gobierno recién asumido se presentan en un contexto de incertidumbre global, con una pandemia mundial causada por el virus SARS-CoV-2 y sus desastrosos efectos en la salud y muerte de la población que se ha observado en diferentes países, principalmente en los más pobres. Así mismo, la economía nacional ha estado enfrentando un shock en forma de tsunami, con varias olas, desde el estallido social en octubre de 2019 y luego con el inicio de la pandemia de la COVID 19 en enero de 2020. Esto se ha profundizado con la invasión de Rusia a Ucrania, la que se observa a la distancia, pero que ya está impactando en los precios de la bencina y el gas, poniendo mayor presión a los precios de productos básicos de consumo, con el consecuente aumento de la inflación, que fue de 7,2% en 2021, la mayor en 14 años, superando las proyecciones del mercado y de las autoridades, y que se estima estará en rangos similares en 2022, obligando al Banco Central a intervenir para controlarla, aumentando la tasa de interés de política monetaria hasta 5,5% en enero y con expectativas de expertos de que siga por esta senda en los próximos meses.
Al difícil escenario local e internacional descrito anteriormente, se suma el desafío de gobernar sin mayorías en el Congreso. Si bien Apruebo Dignidad, la coalición de gobierno que llevó a Boric al poder, tuvo una amplia mayoría en la elección de los convencionales constitucionales para redactar la nueva Constitución, este resultado no fue igual en el caso de la elección de representantes al Congreso, que se realizó en conjunto con la elección de presidente de la República en noviembre de 2021, logrando solo 37 de los 155 escaños a diputados (28%) y 5 de los 50 senadores (10%), números que no le permiten al Gobierno aprobar leyes fundamentales para cumplir con su programa.
Para enfrentar esta situación, Boric con astucia incorporó a su gobierno, sectores de la denominada “izquierda democrática”, que formaron parte de la antigua coalición política que gobernó con alternancia, veinticuatro de los treinta y dos años desde el retorno a la democracia en Chile, ampliando de facto su base de apoyo político en el Congreso. Así, el Gobierno cuenta con el apoyo de dos coaliciones con los desafíos que implicará generar confianzas y lograr acuerdos. Sin embargo, esto no será suficiente para lograr mayorías que le permitan la aprobación de leyes de mayoría simple, menos en el caso de leyes de quórum más exigentes. Con esta debilitada fuerza en el Congreso, la implementación de un programa de gobierno transformador que el país eligió en balotaje de diciembre, con una mayoría de un 56%, se verá tensionado, obligando al Gobierno a practicar la política al máximo para persuadir y negociar con otros sectores representados en el Congreso Nacional.
“Los habitantes de Chile están expectantes a cómo Gabriel Boric y sus colaboradores más cercanos responderán a los compromisos transformadores de su plan de gobierno, a la mayor crisis política, social y económica de los últimos cincuenta años en el país, y al desarrollo del conflicto bélico en Europa”
Mientras América Latina está observando el desempeño de un gobierno que representa una nueva izquierda, los habitantes de Chile están expectantes a cómo Gabriel Boric y sus colaboradores más cercanos responderán a los compromisos transformadores de su plan de gobierno, a la mayor crisis política, social y económica de los últimos cincuenta años en el país, y al desarrollo del conflicto bélico en Europa, sus consecuencias e incertidumbre para la seguridad y economía mundial. Ante esto, la cercanía con las personas y el carisma demostrado por Gabriel Boric desde que fue elegido presidente, su juventud y la de su equipo político más cercano, la experiencia política que adquirieron en las aulas universitarias y luego en los pasillos de la Cámara de Diputados y Diputadas durante los últimos ocho años, la conformación paritaria entre hombres y mujeres de sus equipos de gobierno, partiendo por la conformación del gabinete ministerial, su cercanía con los movimientos sociales entendiendo la racionalidad de sus demandas, y el pragmatismo demostrado en la fase de instalación del Gobierno, son atributos que pueden compensar la falta de experiencia para gobernar y los tropiezos políticos que han tenido en las dos primeras semanas de haber asumido la Presidencia, permitiéndoles realizar un gobierno capaz de conducir al país a salir de la mayor crisis institucional de los últimos 50 años.
