El hallazgo fue reportado por el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman, quien aseguró que la mayoría de los cuerpos correspondían a ejecuciones recientes. Las víctimas mostraban signos de tortura y maltrato extremo, según declaraciones del organismo.
La prisión de Sednaya, controlada previamente por la Policía Militar bajo el régimen de al-Assad, albergaba detenidos en condiciones inhumanas. Con la caída de Damasco en manos del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham, se descubrieron numerosos cuerpos y registros que documentan abusos.
Organizaciones de derechos humanos denunciaron durante años las prácticas de tortura en Sednaya, donde se mantenía a opositores políticos y militares sospechosos de deslealtad al régimen. Desde el inicio de las revueltas en Siria en 2011, este centro se convirtió en un lugar simbólico de represión.
A través de redes sociales, se difundieron videos que muestran los cadáveres y escenas de tortura, incluidas agresiones físicas que resultaban en fracturas. Estas evidencias subrayan las denuncias previas sobre las prácticas sistemáticas en las instalaciones.
Amnistía Internacional estima que Sednaya llegó a albergar entre 10.000 y 20.000 prisioneros. El uso de tortura en la prisión se hizo público tras un motín en 2008, y el descubrimiento reciente refuerza las acusaciones de abusos durante años por parte del régimen de al-Assad.