Todo comenzó en abril del 2018 cuando los nicaragüenses decidieron salir a las calles para protestar contra el régimen dictatorial de Daniel Ortega. Desde entonces, las manifestaciones cada vez más multitudinarias han pedido la renuncia del presidente, quien ha respondido con violencia y represión que ha dejado más de 350 muertos y cerca de 60 mil nicaragüenses han tenido que abandonar su país, lo que ha ocasionado una profunda crisis política y social.
Meses después del estallido social, un grupo de intelectuales, activistas y académicos latinoamericanos, levantaron su voz en protesta por la violencia del régimen dictatorial de Ortega que ha llevado a más de 800 de sus adversarios a la cárcel bajo el rótulo de presos políticos, que han tenido que soportar tratamientos inhumanos.
Los manifestantes han pedido que Ortega deje la Presidencia, —lleva 27 años en el poder, 16 de ellos de manera consecutiva—, para que se convoque a nuevas elecciones y se restablezca el respeto por los derechos humanos. Ortega ha sido oídos sordos a esa solicitud de los intelectuales como a la presión internacional y por el contrario ha arreciado la represión.
La ciudad de Masaya, localizada a 35 kilómetros de Managua, ha sido el bastión de resistencia contra el régimen dictatorial de Ortega. Los grupos de parapoliciales al servicio del Gobierno recorren sus calles en carros de la muerte en busca de los líderes que han impulsado las manifestaciones contra el Gobierno. Encapuchados, con las insignias de la Policía nicaragüense, han ingresado a establecimientos educativos, para retener líderes o estudiantes que días después se reportan como desaparecidos o sus cuerpos sin vida son dejados en la vera de la carretera central que comunica con Managua. Las desapariciones de estudiantes y líderes políticos van cada día en aumento y de su suerte poco o nada se conoce. Más de 800 de ellos se encuentran en los calabozos de las cárceles de Managua sin ninguna garantía para sus vidas.
En la medida que las protestas fueron en aumento de igual manera la represión fue brutal. El gobierno del exguerrillero sandinista decidió iniciar una cacería contra las voces críticas y ordenando el encarcelamiento de los disidentes e igualmente prohibió las protestas.
La violencia del régimen contra los ciudadanos ha llevado a que miles de ellos migren hacia Estados Unidos. Durante el 2022 más de 180 mil nicaragüenses dejaron su país rumbo a Estados Unidos. Tres veces más en número que en el 2019, antes de la pandemia. Médicos, enfermeras, estudiantes, hacen parte del grupo de migrantes que han dejado su patria por miedo al régimen de Ortega.
La migración también ha sido hacia uno de sus países vecinos: Costa Rica. Las cifras señalan que cerca del 10 % de la población —6,5 millones de habitantes—, han dejado todo en Nicaragua para empezar de cero en Costa Rica. Nicaragua que no era un país migrante, ahora lo es, 34.000 de ellos se entregaron a la Guardia Fronteriza de Estados Unidos porque no tenían documentos legales para su ingreso. Todos claman por un asilo político y exhiben ante las autoridades fotos y videos del horror que se vive en su país.
Más de 350 muertos ha dejado la represión del Gobierno contra los manifestantes
“Los manifestantes han pedido que Ortega deje la Presidencia, —lleva 27 años en el poder, 16 de ellos de manera consecutiva—, para que se convoquen nuevas elecciones y se restablezca el respeto por los derechos humanos”
Desterrados
Presionado por las denuncias internacionales de violación de derechos humanos, la desaparición de personas y el encarcelamiento de opositores, Daniel Ortega decidió el pasado 9 de febrero liberar 222 “presos políticos”, como los ha llamado, los subió a un avión y los envío a Estados Unidos, desterrándolos de su país.
El presidente de la sala uno del Tribunal de Apelaciones de Managua, magistrado Octavio Rothschuh Andino, justició la expulsión de los 222 nicaragüenses con la lectura de un comunicado en el cual señalaba “la deportación inmediata y ya efectiva de 222 personas sentenciadas por cometer actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo, por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica”.
La Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) confirmó que entre los liberados y “desterrados” a Washington se encuentran los líderes estudiantiles Lesther Alemán y Máx Jérez.
El líder estudiantil Alemán, de 24 años, es el mismo que increpó en una transmisión televisada en vivo al presidente Daniel Ortega durante el inicio de un fallido diálogo nacional en mayo de 2018, y le pidió su renuncia para resolver la crisis sociopolítica que vive Nicaragua.
“Lesther Alemán y más de 200 presos políticos fueron liberados. Sin embargo, fueron desterrados por el régimen de Ortega hacia Estados Unidos”, señaló ese grupo estudiantil, a través de una declaración en la que anunció que seguirán luchando para que el líder estudiantil y todos recuperen su ciudadanía nicaragüense y todos sus derechos.
“La violencia del régimen contra los ciudadanos ha llevado a que miles de ellos migren hacia Estados Unidos. Durante el 2022 más de 180 mil nicaragüenses dejaron su país”
Por su parte, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que fue la contraparte del Ejecutivo en las mesas de negociaciones, dijo que “más de 200 presas y presos políticos desterrados hoy ¡son inocentes!”.
“Sufrieron prisión ilegal y tortura. Mantenemos la demanda por el restablecimiento de la libertad, la justicia y la democracia. Los nicaragüenses siguen viviendo represión. ¡Libertad para el pueblo de Nicaragua!”, agregó ese grupo opositor en un mensaje.
La histórica exguerrillera sandinista Dora María Téllez, excarcelada y enviada a los Estados Unidos por “traición a la patria”, consideró que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, perdió el pulso contra los presos políticos, porque no aguantaba la presión internacional ni nacional.
“Él jugó a hacer una lucha de resistencia. ¿Quién aguanta más: esos que están adentro, esas mujeres a las que tengo aisladas, o yo? Y él jugó a creer: yo voy a aguantar más, pero aguantamos más nosotros”, sostuvo la también historiadora, que pasó cerca de 20 meses en prisión, en una entrevista desde el exilio con el medio digital nicaragüense Confidencial.
“Los que están enloquecidos, son ellos. Enloquecidos de odio. Enloquecidos por la ambición de poder, destruyendo el país, forzando a un éxodo masivo”, agregó Dora María Téllez.
Pero además de expulsar a sus compatriotas, Ortega volvió a sorprender a la comunidad internacional al anunciar que ha despojado de la nacionalidad a 94 nicaragüenses, entre ellos los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli. También al periodista Carlos Fernando Chamorro, al obispo Silvio Báez, a la defensora de derechos humanos Vilma Núñez, entre otros.
Desde el exilio, tanto en Costa Rica como en Estados Unidos y ahora España, este grupo de intelectuales, estudiantes, periodistas, escritores, han levantado sus voces para que la comunidad internacional no abandone a Nicaragua. Que denuncie las atrocidades del régimen dictatorial de Ortega y que la democracia retorne lo más pronto posible a uno de los países más pobres de Centroamérica.
“Nicaragua que no era un país migrante, ahora lo es, 34.000 de ellos se entregaron a la Guardia Fronteriza de Estados Unidos porque no tenían documentos legales para su ingreso”