El Mercosur y la Unión Europea anunciaron este viernes en Montevideo la conclusión de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, destacó que este acuerdo marca "el comienzo de una nueva historia" tras 25 años de tratativas entre ambos bloques.
El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, valoró el acuerdo como un texto "moderno y equilibrado", que reconoce los esfuerzos ambientales del Mercosur. Durante la cumbre en Montevideo, el mandatario subrayó que el resultado es fruto de dos años de intensas negociaciones lideradas por Brasil y países europeos como Alemania y España.
El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, señaló que este acuerdo representa una oportunidad para el bloque sureño. Según Lacalle Pou, el acceso al mercado europeo abre posibilidades comerciales cruciales para la región, especialmente en un contexto global cada vez más competitivo.
A pesar del anuncio, el proceso de ratificación podría enfrentar desafíos significativos. Países como Francia e Italia han expresado su oposición, argumentando que la apertura del mercado europeo pone en desventaja al sector agropecuario frente a los productores del Cono Sur. La ministra francesa de Comercio Exterior, Sophie Primas, aclaró que lo ocurrido en Montevideo es una conclusión política, no una firma vinculante.
La resistencia también proviene de otros países como Polonia, Austria y Países Bajos, que se han mostrado reticentes al pacto. Sin embargo, líderes como el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente español Pedro Sánchez celebraron el anuncio, calificándolo de "histórico" y destacando el avance político que representa.
En paralelo, organizaciones como Greenpeace criticaron duramente el acuerdo. Según la vocera Lis Cunha, este tratado podría tener impactos negativos en la Amazonia, el clima y los derechos humanos. La ONG instó a los políticos europeos y del Mercosur a considerar la oposición pública y votar en contra del pacto.
Von der Leyen respondió a las preocupaciones de los países críticos, asegurando que el acuerdo incluye salvaguardas para proteger a los agricultores europeos. La presidenta de la Comisión Europea enfatizó que el tratado ha sido diseñado para equilibrar las necesidades comerciales y las inquietudes locales.