Miles de personas han salido a las calles de las principales ciudades del Reino Unido este miércoles para alzar su voz contra el racismo, en respuesta a los disturbios alentados por la extrema derecha en los últimos días, que dejaron más de 400 detenidos. La fuerte presencia ciudadana y el refuerzo policial lograron contener nuevos incidentes, a pesar de la preocupación inicial por posibles ataques a lugares de culto religioso e instalaciones de acogida de inmigrantes.
Los disturbios de los últimos días fueron desencadenados por el apuñalamiento de varios menores en Southport, un hecho que causó la muerte de tres niñas. La ultraderecha aprovechó el incidente para difundir desinformación y movilizar protestas antimusulmanas y contra la inmigración, a pesar de que el sospechoso nació en Gran Bretaña.
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Las manifestaciones se desarrollaron en ciudades como Londres, Birmingham y Newcastle, con proclamas como "No hay espacio para el fascismo" y "Acabemos con el fascismo y el racismo". En Liverpool, cientos de personas formaron un escudo humano alrededor de una iglesia que brindaba asesoramiento a inmigrantes, mientras que en otras ciudades los pocos manifestantes de extrema derecha se vieron superados en número por los grupos antirracistas.
La ausencia de altercados entre las dos facciones fue considerada un alivio por el Gobierno y las fuerzas de seguridad, que habían movilizado hasta 6.000 agentes antidisturbios por todo el país. Representantes del Ejecutivo advirtieron que cualquier persona involucrada en actos violentos sería perseguida legalmente.
La viceprimera ministra, Angela Rayner, enfatizó que quienes inciten al odio y la violencia, ya sea en línea o fuera de ella, serán procesados, pues "es ilegal". El Gobierno ha hecho todo lo posible por acelerar las detenciones y por agilizar la comparecencia ante la justicia de las personas implicadas en los disturbios de los últimos días.
