El Gobierno de Nicaragua ha confirmado la expulsión del país de siete sacerdotes católicos que habían sido detenidos en las últimas dos semanas y que ya "han sido recibidos por la Santa Sede", destino también de otros religiosos desterrados como el obispo Rolando Álvarez, símbolo de la represión contra la disidencia en el país centroamericano.
La vicepresidenta Rosario Murillo ha explicado en una breve declaración recogida por los medios oficialistas que los siete sacerdotes salieron el miércoles de Nicaragua y "han llegado bien" a su destino. La lista, sin embargo, no incluye a todos los religiosos arrestados recientemente.
El régimen de Daniel Ortega ha incluido a representantes de la Iglesia Católica entre los objetivos de su represión política, especialmente a raíz de su supuesta connivencia con las protestas opositoras de 2018, una persecución que ha denunciado en reiteradas ocasiones Naciones Unidas y que se extiende también a organizaciones civiles.