La transición será marcada por una ceremonia más discreta en comparación con otras monarquías europeas. Aunque el príncipe Federico se convertirá en rey de Dinamarca, Groenlandia e Islas Feroe, no se espera una coronación tradicional. A pesar de la ausencia de líderes mundiales y dignatarios, se anticipa la presencia de grandes multitudes, ya que las encuestas continúan mostrando un fuerte apoyo público a la monarquía danesa.
Dinamarca, como monarquía constitucional, asigna roles simbólicos a su realeza, y los poderes formales residen en el parlamento y el gobierno. La coronación del rey Carlos III en mayo contrasta con la transición más tranquila en Dinamarca.
El príncipe Federico, que ha desempeñado un papel de embajador, visitará por última vez el Palacio de Christiansborg antes de ascender al trono. Aunque la monarquía danesa es una de las más antiguas de Europa, su función principal es simbólica, con el parlamento y el gobierno tomando decisiones formales.
La abdicación de la reina Margarita II marca un momento histórico para Dinamarca, iniciando una nueva fase con el príncipe Federico como rey. Aunque el evento será menos ostentoso que otras coronaciones, refleja la estabilidad y el arraigo de la monarquía en la nación danesa, respaldada por un sólido apoyo público.