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Carlos Noriega Elecciones 2023

Los verdaderos perdedores

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Para satisfacción de muchos, entre los que me incluyo en parte, las elecciones locales finalmente llegaron a su fin.

Confieso que, aunque me considero un animal político al cien, ya estaba más desgastado que la popularidad del presidente de los eternos debates y discursos sobre por qué debería votar por tal o cual candidato; unos para “evitar” que nos tragara el neoliberalismo turbo capitalista y otros para “abortar” el ascenso del sucesor criollo de Stalin y Mao; vamos, lo mismo de siempre.

Sin embargo, uno de los poquísimos puntos diferenciales respecto a las anteriores, fue el cómo interpretar los resultados para juzgar el muy polémico primer año de Petro.

Los analistas se dividieron en dos partes como el Mar Rojo. Unos afirmaron que estas elecciones eran, de hecho, un plebiscito sobre Petro, algo completamente fuera de contexto, mientras que otros intentaron reducir las expectativas, citando casos de otros expresidentes para minimizar el golpetazo que recibirían.

En mi opinión, ninguna de estas dos hipótesis es completamente cierta. Las dinámicas, los intereses, las estrategias y las administraciones vigentes desempeñan un papel crucial a la hora de votar y tienen prioridad sobre la visión nacional del votante.

Empero, si bien esto aplica para casi todas las capitales, no se debe incluir Bogotá. Las razones son simples: es el fortín político del partido del presidente, el excandidato es el segundo al mando de la colectividad, cuenta con toda la burocracia de presidencia y Petro ya fue alcalde.

Se podría asumir que conocen perfectamente la dinámica política del electorado y que les resultaría relativamente fácil posicionar a su candidato.

Pero ¿qué salió mal? Bueno, como Bolívar mismo admitió después de su aplastante, ofensiva, estruendosa y dolorosa derrota, sabe que capturó gran parte del descontento con la forma en que se está gestionando el país, agravado por las amenazas de detener la construcción del metro.

Ahora bien, ¿deberíamos concluir que el Petrismo fue derrotado en las elecciones locales? Nada más lejos de la realidad; de hecho, su influencia aumentó y lograron obtener más alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleístas en comparación con elecciones anteriores.

Lo que sí se puede afirmar es que se dejó ver sin obstáculos a los verdaderos perdedores de la jornada.

Gran parte de la estrategia de medios del oficialismo es sostener una avasallante presencia en redes, impulsada por las reconocidas bodegas.

En mi querida Barranquilla, día tras día, atacaron al alcalde electo, Alex Char. Masificaron una dudosa afirmación de Merlano en la que se alegaba que fue abusada sexualmente por el entonces candidato, sacaron todas sus investigaciones, vigentes y resueltas, crearon miles de videos acusando a la ciudad de sobreendeudamiento e intentaron establecer una narrativa en la que la ciudad estaba en un estado lamentable, entre otras cosas.

Fue tan masivo el ataque que la propia maquinaria de Char no dio abasto en redes para contrarrestar, y lo mismo paso en Bogotá. A Carlos Fernando Galán le llamaron delfín, inservible, amigo del uribismo, de Federico Gutiérrez, dijeron que tenía encuestas amañadas y cuanta barbaridad; agredieron por todos los frentes masivamente.

La situación se veía compleja y muchos simplemente aceptaron que el Petrismo se tomó el país también a nivel local.

No obstante, y a las tres horas de iniciar el pre-conteo, los ahogados del oficialismo empezaban a flotar y la derrota de Bolívar mando el mensaje que hoy les dejo aquí; solo con bodegas no basta.

La deformidad en la que degeneraron los grupos de presión con las redes es uno de los grandes males modernos de la democracia a estudiar y solucionar; pero, también es un hecho que, en la actualidad, estos grupos son más ruido que sustancia, más palabras que votos.

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