El domingo se celebró el Día del Padre, pero el país no tuvo motivos para hacerlo. Desde el 7 de agosto de 2022, la custodia de la nación está en manos de un agresor psicológico, alguien con presuntos problemas de adicción, con una compulsiva manía por dividir y engañar, e irónicamente, alguien que niega haber criado a su propio hijo, cuando él más lo necesitaba.
Este Día del Padre, Colombia no pudo celebrar, pero debió recordar y no olvidar. Ser padre de la patria no es una tarea abstracta, es real. Exige los más altos estándares de coraje, disciplina, justicia y sabiduría. La tarea monumental implica compromiso, dedicación y convicción absolutas. Ser padre de la patria no es una profesión; es una vocación.
Epicteto, el gran filósofo estoico griego, no en vano dijo: “Nuestros deberes surgen naturalmente de relaciones fundamentales como nuestras familias, vecindarios, lugares de trabajo, nuestro estado o nación. Hazte el hábito de considerar tus roles—padre, hijo, vecino, ciudadano, líder—y los deberes naturales que surgen de ellos. Una vez que sepas quién eres y a quién estás vinculado, sabrás qué hacer”.
Lamentablemente, la custodia del país quedó en manos de alguien que, por su falta de compromiso, dedicación y convicción, no ha considerado su rol, y por ende, no sabe qué hacer. El supuesto “padre de la patria” desconoce su deber natural. Sin coraje, justicia, disciplina y sabiduría, no es sorpresa que no sepa lo que un buen padre y líder pueden y deben hacer. Especialmente, uno al que se le ha confiado no un par de vidas, sino más de 50 millones de ellas.
Aunque en el papel, el país nunca ha dejado de tener un padre. Desde el 7 de Agosto de 2022, Colombia, en la práctica, está huérfana. No lo digo por Bolívar, Santander o Nariño. Lo digo porque padre no es el que engendra, sino el que cría.
Colombia está huérfana. ¿O acaso se puede llamar padre a quien después de ganar la custodia en las urnas, encomienda la patria a la trinidad impía del crimen organizado, el terrorismo y la corrupción?
Colombia está huérfana. ¿O acaso se puede llamar padre a quien promete paz total para todos, pero los únicos que la pueden palpar y disfrutar son los criminales, terroristas y corruptos de dicha trinidad?
Colombia está huérfana. ¿O acaso se puede llamar padre a quien promete justicia social, pero los únicos que se deleitan en ella son aquellos a quienes les pagan por dejar de delinquir y esperan el anhelado perdón social?
Colombia está huérfana. ¿O acaso se puede llamar padre a quien promete sobre tablas de piedra proteger la constitución, solo para romper a toda costa dicha promesa?
Qué ironía. Colombia está huérfana, pero el supuesto “padre de la patria” cree haber refundado el país, mientras la patria entera sabe que su verdadero objetivo ha sido destruirla.
Este Día del Padre, Colombia no pudo celebrar, pero debe recordar, y no olvidar. Como Bolívar, Santander, Nariño, y La Pola, hay muchos dispuestos a dar su vida por hacerse cargo de la patria, con compromiso, dedicación y convicción absolutas.
Colombia necesita alguien que la proteja, la impulse, la haga crecer, la haga soñar y trabaje incansablemente por convertir esos sueños en realidad, no alguien que jure todo esto y hasta más, pero esté empeñado en destruirla, hacerla retroceder, sumirla en la miseria, darle pesadillas y trabajar incansablemente para hacerlas realidad.
Este Día del Padre, Colombia no pudo celebrar, pero debe recordar, y no olvidar. Colombia está huérfana, pero no para siempre. En menos de dos años, los colombianos tendremos que tomar una decisión trascendental: la custodia del país. ¿A quién se la vamos a entregar?
Gobernar Colombia nunca ha sido tarea fácil. Desde Bolívar hasta Petro, todos han enfrentado enormes dificultades, ya sean políticas, económicas, sociales o de seguridad. Algunos con una leve mezcla de todas, otros con una potente combinación que ha puesto a prueba lo que se requiere para ser un verdadero padre de la patria.
Ninguno de ellos lo ha hecho a la perfección. Todos se han equivocado. Algunos han enaltecido el cargo, otros lo han subestimado. Otros lo han manchado. Algunos se han arrepentido. Otros lo han aprovechado. Muchos han incumplido, unos más que otros. Pero, paradójicamente, ninguno, excepto el actual, había fracasado en su intento de destruir el país a través de la lucha armada, llegado al poder a través de la democracia, y finalmente mostrar avances en su macabro intento, sin disparar un solo tiro.
Este Día del Padre, Colombia no pudo celebrar, pero debe recordarlo, y no olvidarlo.
Colombia no tiene padre, pero no está sola.
Colombia está golpeada, pero no derrotada.
Colombia se equivoca, pero no es ingenua.
Colombia es impaciente, pero no pierde la calma.
A pesar de que el supuesto “padre de la patria” ni engendró, y mucho menos cría, recordemos y no olvidemos que si bien como patria, hoy no hay motivos para celebrar, la cuenta regresiva continua, y ya sólo faltan 714 días para poder hacerlo.