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César Álvarez Gustavo Petro

¿Por qué Petro no debe agitar más las masas?

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Al pueblo no le falta movilizarse más.

Ya se volvió costumbre que cuando las cosas al “gobierno del cambio” le salen mal, el presidente llama al pueblo a que se movilice, como si la falta de gestión estuviese directa, y proporcionalmente relacionada con la movilización del pueblo, y no con la pobre capacidad de gestión del presidente y su gabinete.

El 14 de Febrero de 2023, desde un balcón de la Casa de Nariño, el presidente Petro convocó a sus seguidores a mantener una movilización permanente para presionar al Congreso a que aprobara los proyectos de reforma a la salud, pensional, y laboral.

El 1 de Mayo de 2023, y desde el mismo balcón, el presidente Petro nuevamente llamó a las movilizaciones con el propósito de rescatar las reformas que el Congreso hundía.

El 27 de Septiembre de 2023, esta vez desde una tarima en la plaza de Bolívar, llamó a movilizaciones para convocar un ‘acuerdo nacional’ con los opositores, a los cuales tildó de oligarquía, o élite colombiana, para que permitan construir, a través de la reforma agraria y de educación, justicia social y paz en el país.

Esta semana, a través de X, el presidente solicitó al pueblo la máxima movilización popular, esta vez en su defensa, y no de las reformas.

Según él, la mafia se tomó la Fiscalía General de la Nación, y una supuesta ruptura institucional lo tiene ad-portas de ser víctima de un golpe de Estado.

La semana pasada fue que no lo dejaban gobernar. Esta que lo van a sacar. ¿La siguiente? Amanecerá y veremos.

Si el presidente fuera bueno para gobernar, tanto como lo es para agitar masas, eludir responsabilidades, camuflar fracasos, y victimizarse, muy probablemente su gobierno no estaría a atravesando el momento que vive hoy.

La realidad es contundente. El gobierno es disfuncional. En el país no hay reformas; ni juegos panamericanos; ni licitación de pasaportes; ni acatamiento a los fallos de la Procuraduría, y mucho menos un gobierno del cambio.

Que el presidente Petro piense que hay un golpe de Estado en su contra es irónico y paradójico al mismo tiempo.

¿Cómo intentar derrocar a un presidente que no gobierna?

¿Cómo sacar a un presidente del poder, si hoy en día no se sabe en manos de quién está el país?

¿Incluso si Gustavo Petro gobernara, por qué derrocarlo cuando su gestión sólo arroja números en rojo? ¿No estarían los temores de aquellos interesados en el golpe de Estado infundados?

Si en realidad alguien hubiese planeado un golpe de Estado en contra del presidente Petro, claramente no es por el temor que su “gran” ejecución de plan de gobierno y agenda política generan.

Resulta funesto para todos aquellos que votaron por Petro que en Mayo pasado, mientras los llamaba a movilizarse para rescatar las reformas, el presidente mismo haya dicho que: “El pueblo no puede dormirse. No basta con haber ganado en las urnas. Al frente de ese pueblo movilizado tiene que estar la juventud, el pueblo trabajador, la clase obrera, a la que pertenece la mayoría de los trabajadores”.

El pueblo ya se movilizó, votó, y eligió a Petro para gobernar. ¿Qué más podría faltar? Sólo se me ocurre una cosa: alguien que sepa, por lo menos alguien que quiera gobernar.

En esta tragedia de ficción que sigue escribiendo el presidente Petro a través de X, a la luz de la última reunión de su gabinete y de manera poco sorprendente, la crisis del gobierno no es por la pobre gestión del presidente. El problema radica en los ministros quienes no han podido interpretar la visión de país de Petro.

El presidente debería dejar de echar lápiz, bajarle a la demagogia, parar de movilizar a las masas, remangarse las mangas, ponerse a trabajar sin culpar a los edemas por fracasos. Asumir los errores, delegar los éxitos y pensar que, por encima de su ego, él representa la institucionalidad del país, tanto como en Colombia, como en el exterior.