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JORGE HERNAN PELAEZ Jorge Hernán Peláez Gustavo Petro

Las utilidades no aumentan inflación

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El Gobierno publicó recientemente un informe en donde explicó a grandes rasgos una teoría traída de los cabellos con respecto a utilidades e inflación.

Según el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, las compañías privadas, o al menos algunas de ellas, estarían generando mayor presión inflacionaria debido a las utilidades de los años después de la pandemia, en efecto, 2021 y 2022.

Las reacciones no se hicieron esperar. Luis Fernando Mejía, director actual del centro de estudios independiente, Fedesarrollo, explicó en las redes sociales su posición sobre el señalamiento que hizo el Ministerio de Hacienda: “La inflación en Colombia ha estado determinada por choques de oferta, como el aumento en el precio de commodities, incluyendo el de los insumos agropecuarios, y estímulos de demanda agregada por una política monetaria que fue muy expansiva en la primera parte del ciclo, y una política fiscal que continúa siendo muy expansiva, completando en 2024 cinco años consecutivos con déficit por encima de 4 % del PIB”.

Por lo general las utilidades de una firma son el resultado de una ecuación que incluye precios de los productos, cantidades vendidas, costos variables y costos fijos. El nivel de utilidades, depende de cierta manera los precios, pero sustancialmente de las cantidades vendidas, ya que un nivel insuficiente de cantidades no alcanza para cubrir los costos fijos de una empresa.

El punto de equilibrio se calcula como un número mágico de unidades que se necesitan vender en un período, para que multiplicadas por su contribución marginal igualen el costo fijo.

La contribución marginal es la resta del precio y el costo unitario. Es por esto que es incorrecto creer que las utilidades, que son una resta resultante de varias variables, vayan directamente relacionadas a aumentos de precio que podrían ser inflacionarios. Las empresas pueden dar utilidades, o eventuales pérdidas, independiente de si los precios de sus productos o servicios estén en rangos inflacionarios o no.

Mejor dicho, combinar utilidades e inflación en la misma frase de manera directa es como mezclar peras con manzanas.

En efecto, un producto con un precio muy alto, por su elasticidad puede disminuir cantidades vendidas y generar un efecto contrario al crecimiento de la utilidad.

Ese contraejemplo destruye la hipótesis de la cartera de Hacienda, ya que el precio alto estaría positivamente correlacionado con inflación, pero la empresa no solo no tendría utilidades, tendría de hecho pérdidas.

En general, no se podría demostrar una correlación entre inflación y utilidades positivas, debido fundamentalmente a que en el componente de las utilidades de todas las compañías del mundo hay una fuerte dependencia del nivel de los costos fijos.

Por su definición un costo es fijo, independiente de las otras variables. En cualquier tienda un ejemplo es el costo del arrendamiento del local, que para nada tienen una relación con el precio de los que se venden dentro de la tienda. El valor del arriendo del local no sube o baja de acuerdo a las unidades vendidas, ni a los precios.

Otro gran ejemplo de esto puede ser una aerolínea, que tiene un alto costo fijo en donde se incluye la nómina de los pilotos y azafatas, el valor de la gasolina o el mantenimiento. Sus ingresos pueden cambiar de acuerdo a la época del año, la hora de despegue, el número de pasajeros y por supuesto los precios cambiantes en el tiempo, de acuerdo a las fechas en las que los usuarios compren los billetes.

Hay aerolíneas que han cobrado precios desbordados en ocasiones como épocas de vacaciones de fin de año, y los números van a pérdida. Existen épocas de precios bajos, pero por volumen de ventas alcanzan a recuperar los costos para hacer rentable la operación.

En el caso de empresas operadores de servicios de telecomunicaciones, que todas en el mundo vienen hace años con precios a la baja, los costos fijos y las inversiones son altas y no siempre se remuneran. Esto quiere decir que muchas compañías pasan por varios ejercicios a pérdida en un mundo actualmente inflacionario.

La explicación que da el Ministerio, como se puede observar fácilmente controvertible, lo único que deja es una sensación de afán por señalar a los empresarios privados de las culpas de lo que pasa en la economía.

El revanchismo lleva al Gobierno a dar declaraciones que no resisten una clase de primer año de economía en cualquier universidad respetable del mundo.

Es extraño que el presidente Petro y el ministro Bonilla, que son graduados en economía, defiendan públicamente una posición que más parece una declaración de un preescolar que la de un profesional. Mucho más en el caso de Bonilla, todo un reconocido profesor universitario en la materia.

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