Nada más lento en el universo que la justicia colombiana, en especial, cuando los investigados ostentan el poder. Estoy seguro que ningún petrista hubiera estado o está en desacuerdo con la premisa anterior, ¿verdad?
Lo curioso, es que hoy Petro y su familia se convirtieron en eso que por décadas criticaron: El Establecimiento o parte del mismo. Y, ¡oh sorpresa!, parece que también gozan de la impunidad y lentitud judicial que en el pasado denunciaban tenían los “poderosos”.
Obvio, los Petro-Alcocer no serán parte de las cuerdas tradicionales como Santos, Samper o los infames clanes políticos, pero sin duda son una nueva generación que busca consolidarse en ese gigantesco y diverso Cartel del Poder que llamamos Establecimiento o, como Álvaro Gómez decía, El Régimen.
Con el tiempo y a medida que han aprendido a usar el poder que la democracia les ha otorgado, los Petro-Alcocer van cumpliendo todos los requisitos: ocupan el cargo más importante de la nación, cuentan con una numerosa bancada legislativa, nombraron Fiscal General de sus afectos, lograron que el Procurador fuera lo más político/santista/petrista posible, eligió y elegirá magistrados y hasta puso Contralor amigo y Defensora del mismo espectro ideológico.
Petro también cuenta con el apoyo de varios ricos que, aunque no sean de la crema y nata o de los finos clubes de la capital, son competitivos con sus fortunas. Algunos de estos magnates petristas por supuesto son de dudosa procedencia, como el Clan Torres o Danilo Romero, pero también cuenta con celebridades empresariales como Christian Daes, entre otros. Hasta podría decir uno que tiene una “sana” mezcla (contratistas y empresarios) para un político tradicional en formación.
Con todo lo que hemos visto en los últimos meses y años de mandato; las formas temerarias y hasta ilegales de comportarse en el gobierno (polígrafos y chuzadas); la corrupción campante que al parecer se cuadra y organiza a un par de despachos del presidente como la evidencia de la UNGRD indica; la falta total de decoro en el manejo del erario para el mantenimiento de la familia presidencial (desde masajistas privados hasta viajes en helicópteros); los pactos oscuros que se han ido destapando con la clase política tradicional para aprobar reformas y obtener gobernabilidad; el hecho de que Laura Sarabia siga en el puesto después de Marelbys Meza y el Coronel Dávila; la llegada de Armando Benedetti (no hace falta decir más); los varios ministros de Estado de Juan Manuel Santos que van, vienen y se mantienen; los deshonrosos escándalos de la misma familia y el mandatario que van desde corrupción pasan por lavado de activos y terminan en “cachos” en Panamá.
De verdad, no tienen nada que envidiarle a pasados gobiernos, escándalos y clanes políticos corruptos.Todo esto es posible y no tiene mayores consecuencias porque los Petro-Alcocer, vuelvo e insisto, entraron al club de los “poderosos”.
Verónica por lo menos ya se lo cree, vive y goza. Malas lenguas hablan que ya vive en Italia, de manera muy pudiente, y por eso ni aparece en la palestra como al inicio del gobierno cuando cooptaba todo reflector que pudiera.
Los Nicolases, Petro y Alcocer, también se lo creen. Uno lavó plata y quién sabe qué más y el otro acaba de ser involucrado en el escándalo de Urrá y los 60 mil millones. A Nicolasito Petro ya por fin un juez le puso límite y le negó, oigase bien, el noveno intento de aplazamiento de la audiencia. Similar buscará Nicolás Alcocer, ya sacaron a Bonilla y pago por ver que la investigación avance.
Les aseguro, eso sí, como acertadamente anticipé la salida del cargo de Bonilla, que acá no pasará nada. Los Petro-Alcocer, tienen la sartén por el mango.