Especial para Revista Alternativa
Es claro que sus opiniones no dejan indiferente a nadie y en esta entrevista, ahora en uso de buen retiro, habla de las negociaciones de paz, del gobierno de Petro y hasta del estilo del papa Francisco.
Revista Alternativa: Monseñor Monsalve después de su renuncia como arzobispo de Cali, se dedicó de manera activa en los acercamientos de paz con el ELN. ¿Su balance de esas negociaciones es tan agridulce como lo percibe la opinión pública?
Monseñor Monsalve: Más o menos.
De verdad sostener ese espacio de diálogo ha sido un logro muy significativo, pero conducir ese espacio hacia una dejación del conflicto armado y una reincorporación, bajo algunos nuevos modelos a la sociedad, parece todavía muy nebuloso.
Pero monseñor, ¿más por la decisión del Comando Central, que sigue en la duda de seguir el camino hacia la legalidad y la reincorporación?
Yo creo que un grupo de más de 60 años tiene unos arraigos muy grandes en territorios, en sectores sociales y esos arraigos, no prevén todavía claramente una evolución sociopolítica que los favorezca. Ese proceso de dejación de armas y reintegración está muy amenazado por la experiencia que se ha vivido con otras organizaciones, pero también por las garantías de vida a los firmantes y de garantías políticas que son todavía muy frágiles.
La paz todavía no es una política de Estado. Hay que dar pasos conducentes a ofrecer garantías para que todos los grupos puedan dejar las armas y no simplemente aprovechar la coyuntura de diálogo.
¿Pero esas conversaciones con el ELN van al mismo ritmo que con las disidencias de las Farc?
No, son realidades diversas. Las disidencias de las Farc tienen un referente que es el acuerdo de La Habana, entonces el grupo de las antiguas Farc, como las llamadas disidencias de la segunda Marquetalia; tienen más facilidad de acceso al proceso de reintegración, corriendo también los mismos riesgos de la inseguridad política, de la falta de garantías para la vida de los firmantes, etcétera. En esto estamos luchando con todos, incluso con la comunidad internacional para ofrecer alternativas.
¿Cree que hay que darle un timonazo a la paz total porque pareciera que hay improvisación del gobierno?
Más que una paz total, hay que aplicar una estrategia de conclusión del conflicto armado violento, es decir, hay que aplicar el pensamiento concluyente. La paz total sigue siendo una utopía, es decir, es como el marco utópico en el cual podemos ubicar procesos de conclusión del conflicto armado. A lo que debemos aspirar es a que concluyan los conflictos armados y se desmonten las causales de reclutamiento, de desplazamientos sociales, de desórdenes sociales. El país tiene que encontrar un equilibrio social mínimo y un horizonte legal suficiente para que estos grupos puedan reincorporarse.
Para llegar a esa conclusión que usted habla monseñor, ¿será necesaria una ley de Punto Final?
Me parece importante que se hable de punto final, pero eso es un proceso con cada organización y yo hablo más bien de una conclusión general, es decir, todos esos grupos tendrán que pensar que Colombia es una sola y ellos serían miembros de la sociedad civil colombiana, si dejan las armas. Creo que todo el país, incluida la fuerza pública, debe abrirse a la posibilidad de estabilizar la sociedad y de lograr el monopolio de las armas en el Estado.
Usted renunció como arzobispo en razón a su edad de retiro, ¿pero no precipitó su salida las críticas de fieles en Cali que, incluso, le enviaron una carta al papa Francisco acusándolo de hacer declaraciones proclives a los grupos guerrilleros?
Yo presenté mi renuncia personalmente cuando ya iba a llegar a los 65 años y la Santa Sede y el Papa me respondieron siempre en términos muy favorables. Yo nunca me sentí acusado por el Vaticano, aunque hubo algún roce con la Nunciatura por alguna declaración mía. Realmente fui muy independiente en mi lenguaje pastoral.
Pero debe reconocer que su estilo pastoral es polémico por sus declaraciones, que no son muy propias de los religiosos católicos. ¿Se identifica más con monseñor Gerardo Valencia Cano o con el cardenal Concha?
(Risas) Yo conocí a Gerardo. Al cardenal Concha lo conocí indirectamente por sus actuaciones en relación con Camilo Torres. Yo realmente quiero identificarme con el papa Francisco, que mire lo valiente que es al decir que alcen la bandera blanca de la negociación tanto Rusia como Ucrania. Él prevé que lo que viene no es nada halagador para la humanidad, entonces es una voz oportuna y fuerte
Monseñor usted habló en el pasado de una “venganza genocida” en el gobierno de Duque por el homicidio de excombatientes y de líderes sociales y eso le valió un llamado de atención de la de la Santa Sede. ¿No cree que en esa oportunidad se le fue la mano con esa calificación.
La historia ha dado la razón. Todo el mundo comenzó a entender que lo del genocidio no es exactamente un tema ni de racismo, ni estrictamente ideológico o religioso, sino que lo de genocidio es cuando se realizan eliminaciones sistemáticas de un grupo determinado. Yo hablo de ese fenómeno que ha estado viviendo el país con el asesinato de los firmantes de paz y por eso lo he llamado así.
¿Cómo va el gobierno de Gustavo Petro?
Tiene de todo. Es un gobierno multiforme en sus expresiones y al mismo tiempo un poco amorfo en su falta de una estrategia más identificable por la gente.
La sostenibilidad económica, acompañada de un mayor equilibrio social, es decir, que se superen las brechas tan miedosas que hay en el país y de un régimen de libertades civiles, es muy positiva.
¿Qué debería hacer entonces porque pareciera estar muy desintonizado con la opinión pública. Generó una expectativa muy alta, pero no logra conectarse?
No, con un sector de la opinión que ha sido muy beligerante y muy tirado a otras opciones más autoritarias, que se suma a la beligerancia de Petro que asume su defensa mediática. A mí me parece que es comprensible todo, lo importante es que el país en lo esencial mantenga los fundamentos claves del funcionamiento entre Estado, sociedad, mercado y cuidado del medio ambiente. Esos cuatro pilares tienen que irse armonizando. El desafío es muy grande.
Pero el péndulo puede girar hacia sectores como el de María Fernanda Cabal quien lo llamó “cura comunista y diabólico”.
Esos sectores son muy notables, desde el señor Trump hasta el señor Milei, pasando por muchos regímenes. Yo soy un pastor de la Iglesia y no me fijo mucho en lo que digan de mí. En mi época de obispo titular me resbalaban esos adjetivos y ahora, con mayor razón, ya que soy un miembro del ancianato.
¿Por qué genera tanta resistencia la figura del papa Francisco dentro de la Iglesia? ¿Hay sectores retrógrados o es que está siendo un Pontificado de mucha avanzada?
No, yo no creo que sea un tema de avanzada, sino de sintonía. El Papa es un hombre que sintonizó desde Buenos Aires con su pueblo, con su país y ahora sintoniza desde el Vaticano y la Santa Sede con la humanidad. Es un sucesor de Pedro que merece todo el respeto y la humanidad se tendrá que dar golpes de pecho por haberlo ofendido tanto.
Pero el detonante de la furia de la Iglesia más conservadora lo desató Fiducia Supplicans por la bendición de parejas del mismo sexo o en situación irregular. ¿Es exagerado ese revuelo?
¡Claro que es exagerado!, hasta los gusanos del ganado se bendicen para que se mueran. La bendición se utiliza para todo lo que el ser humano quiere que Dios le ayude y la bendición también nos la tenemos que dar unos a otros, aunque tengamos x o y situación. Lo grave es maldecirnos con la violencia.
¿Qué más debe reformar el papa para cumplir su misión?
El papa tiene la asistencia del Espíritu Santo, como la tiene la Iglesia, y eso es lo que lo mueve. Yo creo que el papa debe seguir siendo como es, hasta que Dios se lo permita.