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Bogotá, entre el bien y el mal

Como nunca antes la ciudad está convertida en un caos: inseguridad desbordada, la movilidad paralizada, el metro cada vez más incierto y un galopante desempleo. La izquierda con Gustavo Bolívar quiere permanecer en el poder. Carlos Fernando Galán, Juan Daniel Oviedo, Rodrigo Lara y Diego Molano, son el contrapeso para enderezar el destino de la capital

Foto: Revista Alternativa.

Por: Rodrigo Pombo Cajiao

Abogado y profesor universitario – Especial para Revista Alternativa

Se le atribuye al exalcalde Fernando Mazuera Villegas la escolástica respuesta: “Bogotá no es la capital, Bogotá es el país”, en clara alusión a su importancia política, económica y cultural.

Y no es para menos cuando se trata de la ciudad con la mayor inclusión social; con el más importante mercado de bienes, capitales e información; la de más grande crecimiento del país. La que más tributa al presupuesto nacional; la que reúne a más del 70 % de los servicios financieros y el 55 % de los bienes de publicidad, profesiones liberales y servicios en general. Cuenta, además, con un ecosistema formal de empresas superior a las 426 mil, donde se destacan las micro.

Como se sabe, sin el ambiente comercial de Bogotá, se cae la bolsa de valores; se hunden en la miseria los avances científicos y tecnológicos, así como la mayor cantidad de transacciones de los agentes del mercado, por no hablar de los óptimos sistemas educativos y de salud que operan de modo robusto y aceptable.

Estos son tan sólo algunos primeros indicadores. Debemos decir también que es la ciudad que más empleo formal le aporta al país, que dio ejemplo de infraestructura de transporte masivo a través de la ciclovía, la ciclo ruta y el sistema Transmilenio, emulada por doquier. El concepto de equilibrio entre espacio público con el entorno privado fue ejemplo mundial en la década de los 90 y cuyos frutos aún seguimos disfrutando. Y, de la cultura ni hablar: somos ejemplo de pluralismo, movilidad y esparcimiento social y cultural. La oferta cultural de la capital puede ser comparada con toda la oferta sumada del país, en calidad y cantidad.

Pero así como Bogotá es indispensable para nuestra dolida nación, debo señalar que desde los albores de los años 2000 y salvo las administraciones del único urbanista y conocedor de desarrollo —Enrique Peñalosa—, la capital ha entrado en franco retroceso. ¿La causa? La entrada del populismo al poder reflejada en el interés de sus dirigentes que han querido hacer política antes que administrar las condiciones de vida de cerca de 11 millones de compatriotas. De ese modo, un territorio de 1.636 km2 ha sido asumido como trampolín político, bien aceitado por los cerca de 34 billones de presupuesto anual.

Excepción hecha de Peñalosa Londoño, se percibe la Alcaldía para afianzar partidos políticos; generar burocracia partidista y clientelar e imponer una visión de Estado. Por eso es que estos pagos reclaman un buen administrador antes que un político fenomenal.

Y, a pesar de su deterioro e infinito atraso que aún se alberga en el sentimiento de sus habitantes y aún cuando parezca contra intuitivo, considero que Bogotá está de plácemes en estas elecciones pues, en términos generales, el abanico de candidatos es aceptable y respetable.

En este orden, los cuatro principales grupos de problemas de la ciudad son: la inseguridad; la movilidad; la infraestructura y la calidad en la prestación de los servicios públicos con altos niveles de calidad y bajos niveles de corrupción.

Veamos en orden de preferencia de voto algunas de las características de los principales candidatos:

Carlos Fernando Galán

El que sea huérfano de ídolo nacional pareciera ser prenda de garantía de buen gobierno. Pesa mucha responsabilidad sobre sus hombros por ello, y porque de sus resultados dependerá en buena medida el futuro de un partido político que se ha caracterizado por su honradez, su calidad programática y sus sensacionales fichajes de liderazgo. Y todo eso hace que su nula experiencia administrativa (no ha producido un empleo conocido y prácticamente ha dependido toda su vida de los impuestos de los contribuyentes) se vea compensada por los aceptables resultados parlamentarios, por una hermosa campaña y por su figura proba, limpia y de excelentes maneras democráticas. Galán se caracteriza por ser un caballero en el mundo hostil de la política y por eso mismo es de presagiar que se rodeará bien para administrar mejor.

No es un abrumador líder del que se infiera que será el mejor comandante de las fuerzas de policía, pero lo haría seria y responsablemente. Garante de los derechos humanos sería un buen director de las fuerzas del orden: los policías lo quieren y le creen.

En cuanto a la movilidad y la infraestructura y a pesar de albergar las trasnochadas tesis socialdemócratas, será un continuador de los grandes proyectos y podrá valerse de ciertas compañías de notables urbanistas que destraben la inoperatividad vial y de obras públicas de la ciudad.

La prestación de los servicios públicos pareciera no ser un problema porque es de presagiarse que celará con la lupa de la transparencia que los caracteriza su calidosa ejecución.

Gustavo Bolívar

Afamado creador novelístico con casi nula eficacia parlamentaria y muy lamentable reconocimiento público, tiene todos los astros de la diosa atenea en su contra: mal orador; pésimo estadista; cómplice de boca de los criminales y enemigo declarado de la fuerza pública, alberga ignorancia supina y floreciente en materia administrativa. Muy difícilmente podrá liderar con éxito tan vasta empresa.

En materia de orden público se ha jugado las cartas de la anarquía y el desasosiego en favor del hampa, lo que desmoraliza y paraliza la cruzada democrática de seguridad que entidades tan autorizadas y respetables como la Cámara de Comercio de Bogotá reclaman.

El desarrollo material, ese que tanto defiende con puntuales ideas la Cámara de Infraestructura (entre otras), ha sido satanizada por su grupo político que aún creen que la inversión en ladrillos y pavimento es ajena a la inversión social, incluso, antagónica. El espejo retrovisor será su guía, de suerte que en este campo no se avanzará en nada y se retrocederá en todo. El ejemplo del metro de Bogotá es elocuente.

Y en lo que a la prestación de servicios públicos respecta, tendremos un legítimo manto de duda sobre su calidad y transparencia, a juzgar por el legado de su jefe.

Juan Daniel Oviedo

Tipazo del tercer partido se ha mostrado como voz respetuosa, incluyente y técnica. La calma de su temperamento y el manejo de las cifras compensan su inexperiencia administrativa que, con una buena dosis de pragmatismo, seriedad, responsabilidad y buenas maneras, seguramente lo llevarán a rodearse bien para el buen manejo de la cosa pública.

Pero lo que tiene de buena persona le falta de claridad, contundencia y liderazgo. La empatía personal no se ve fácilmente traducida en un necesario liderazgo administrativo. Se augura el mejor de los destinos, pero debe apretar tuercas y decir mejor las cosas, no vaya y sea que se convierta en esos candidatos que dicen todo bien pero que nadie les cree.

Rodrigo Lara Restrepo

De lejos el más culto de todos, cuya intelectualidad corresponde más a la arena del debate político antes que de la ejecutoria administrativa.

Parece encarnar la máxima de Oscar Wilde: “Y puesto que no era genio, carecía de enemigos”. Sin embargo, esa genialidad y elocuencia pareciera verse opacada por la debilidad de trato, la poca sabiduría y el amor por las dificultades.

No siempre es saludable que la democracia le preste a las administraciones locales a sus mejores parlamentarios. Lara Restrepo puede ser un fiel ejemplo de esta máxima. Buen lector, inmejorable contertulio, el único que conoce y entiende de filosofía política y diagnosticador profesional, se convierte en activo imprescindible de la izquierda colombiana pero que, a mi juicio, tiene aún mucho que decir, que probar y que andar para convencer que podría ser un maravilloso administrador.

Diego Molano

De lejos y sin duda el mejor prospecto de administrador público. Resaltó como buen concejal de la otrora Santa fe; administró con éxito los más de 7 billones que le pusieron en sus manos cuando fue director del ICBF y actuó con atinado, democrático y muy respetuoso defensor de derechos humanos como ministro de Defensa en época de conato revolucionario.

Sin tacha personal ni profesional conocida, es claro, contundente y firme. El más completo de todos los candidatos. Conocedor, afable y seguro, promete ser el mejor gerente para la capital.

Firmará con su propia pluma las acciones de policía en contra de la criminalidad; continuará los pasos de gigante del metro, las troncales y el desarrollo urbano y mejorará con decisiones anti populistas, las rutas de la movilidad y calidad en servicios públicos.

Eso sí: deberá demostrar que su administración no estará al servicio de un partido político habido de puestos y contratos en desmedro de la calidad y pulcritud del servicio público.

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