Por Jorge Lesmes M, editor Revista Alternativa
La vida pública de Piedad Córdoba siempre estuvo en el ojo del huracán. Su relación con el régimen dictatorial de Venezuela, especialmente con Hugo Chávez, es un capítulo que posiblemente nunca se terminará de escribir. Igual con su sucesor Nicolás Maduro.
Otro capítulo inconcluso que queda para la historia de esta mujer polémica, frentera. Que estuvo a punto de morir a manos de Carlos Castaño, cuando ordenó su secuestro en mayo de 1999, para someterla a un “juicio político” por su relación con las Farc y sentenciarla a muerte. 14 días después fue dejada en libertad por los hombres de “la Oficina de Envigado”, el brazo armado de Castaño en Medellín.
En este capítulo de la historia de Piedad Córdoba hay dos versiones. La oficial, que las Autodefensas buscaban presionar al gobierno de Andrés Pastrana para empezar una negociación de paz y concentrar en el sur de Bolívar a todo el ejército paramilitar. La no oficial, es que Castaño le perdonó la vida después que Córdoba le confesara sus nexos con las Farc.
Una relación que quedó en evidencia con la información en los computadores de ‘Raúl Reyes’, encontrados en su campamento donde se escondía en territorio ecuatoriano, cuando fue dado de baja el 1 de marzo del 2008, por un grupo de soldados elites colombianos que traspasaron la frontera y ocasionaron al gobierno de Álvaro Uribe, una de las crisis diplomáticas más delicadas con el gobierno de Rafael Correa.
Teodora Bolívar
Esa relación con Reyes y los diferentes comandantes de las Farc, persiguió como un fantasma a Piedad Córdoba. Allí tenía su propio alias: “Teodora Bolívar”, y estaba registrado en el computador de uno de los comandantes históricos de las Farc.
Pero no sólo aparecía en los documentos digitales. También “Teodora”, era el nombre que aparecía en los informes de inteligencia del Ejército relacionados con los secuestrados que estaban en poder de las FARC. Tiempo después, uno de sus asesores en el trabajo legislativo, Andrés Vásquez, confirmó que “Teodora Bolívar” era Piedad Córdoba.
Su asesor incluso fue mucho más allá. Señaló que la intervención de Piedad Córdoba para lograr la liberación de los secuestrados -policías, soldados, políticos, estadounidenses- tenían un solo fin: buscar réditos políticos, frente al entonces gobierno de Hugo Chávez.
Con la muerte de Chávez -5 de marzo del 2013-, Piedad Córdoba no perdió protagonismo alguno con el nuevo régimen en manos de Nicolás Maduro. Por el contrario, la cercanía con el nuevo mandatario, permitió escribir un capítulo más de la vida de la senadora y los ríos de millones de dólares que se movieron a través de Alex Saab. Una historia que empezó a escribirse en el 2010 y cuyo último capitulo empieza con el regreso de Saab a Venezuela, después de ser declarado por la justicia estadounidense como el “hombre que lo sabía todo” sobre el régimen venezolano.
Oro, petróleo y comida, fueron los ingredientes para que el chavismo a través de Álvaro Pulido y Alex Saab crearan un entramado de empresas en Asia, Europa y América, para mover miles de millones de dólares provenientes de contratos entregados por el régimen y de operaciones ficticias.
De acuerdo con las investigaciones adelantadas por las autoridades estadounidenses y colombianas, desde el 2010, bajo la nueva identidad de Álvaro Enrique Pulido Vargas, comenzó a tener negocios con el gobierno venezolano que para ese entonces estaba en manos de Hugo Chávez. Para los investigadores tanto de Colombia como de Estados Unidos, su relación con la alta dirigencia venezolana tiene nombre propio: la exsenadora Piedad Córdoba. Los investigadores lograron recopilar un arsenal de información virtual que permiten establecer que Córdoba abrió el camino para que Pulido y Saab llegaran al Palacio de Miraflores.
Los investigadores del FBI, DEA y Aduanas de Estados Unidos, tienen en sus manos una voluminosa información en la que se detalla la relación de Piedad Córdoba con Alex Saab El resultado de esa relación con el gobierno de Chávez, permitió que a partir de mediados de 2010, Pulido realizara una serie de negocios a gran escala con el régimen venezolano. Los primeros de ellos relacionados en el sector de la construcción en obras públicas y vivienda popular. Para lograr la adjudicación de esos contratos Pulido se asoció con Alex Saab, quien de acuerdo con los investigadores del caso, también tenía una estrecha relación con la exsenadora Piedad Córdoba.
Los dos nuevos benefactores del gobierno venezolano crearon una serie de empresas tanto en Colombia, Venezuela, Ecuador, España, Hong Kong, México y la isla de Malta. Una de esas compañías que se creó precipitadamente en Colombia fue Fondo Global de Construcción, conformada el 24 de noviembre de 2011 y cuatro días después le adjudicaron un contrato por el gobierno de Chávez que ascendía a la cifra de 685 millones de dólares, para la construcción de viviendas prefabricadas, dentro del programa llamado “Gran Misión Vivienda”, con el que se pretendía beneficiar a los sectores más pobres de la población.
Todo este capítulo en la vida de la exsenadora Piedad Córdoba, también quedó inconcluso. Especialmente por las millonarias cifras que se movieron y por la cantidad de dinero que recibió a cambio de sus favores para que el régimen venezolano convirtiera a Saab y a Pulido como sus mayores protectores.
Piedad Córdoba se lleva muchos secretos a la tumba, que hubiesen permitido una narrativa más veraz, de la relación del régimen venezolano con los grupos guerrilleros colombianos, así como la verdadera historia de Alex Saab, un hombre prácticamente condenado a los confines de las cárceles de Estados Unidos y que en una jugada política, todavía sin contar, logró regresar salir libre y regresar a venezuela y Maduro lo unge como el nuevo presidente del centro internacional de inversiones de Venezuela.
Las historias inconclusas de Piedad Córdoba.