Iván Duque Márquez, Expresidente de Colombia
El panorama es más que preocupante: más de un millón de especies y plantas se encuentran en vía de extinción. Cerca del 50 % de los arrecifes coralinos están arrasados. La Organización de Naciones Unidas —ONU— ha hecho un llamado de urgencia para proteger la biodiversidad del planeta y para ello trabaja en la Agenda 30/30. A finales del año pasado en Montreal, Canadá, 196 países firmaron un pacto histórico para cumplir los compromisos de proteger el planeta. El expresidente Iván Duque Márquez es uno de los abanderados de esta gran cruzada y en entrevista con Alternativa habla de lo que es considerada la mayor crisis que vive hoy el mundo.
Alternativa: la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la contaminación, son considerados hoy las tres grandes crisis del planeta. ¿Usted lo ve así de grave?
Expresidente Iván Duque: la crisis climática que el mundo vive requiere una acción urgente. Pero, además, requiere de una concientización colectiva de toda la sociedad. El mundo hoy, está emitiendo cerca de 50 mil millones de toneladas de gases efecto invernadero que amenazan la vida en el planeta. Y necesitamos como sociedad que para el año 2030 esas emisiones se reduzcan al menos en un 45 % y que además hagamos el compromiso de no dejar que la temperatura supere los 1,5 grados centígrados. Adicionalmente, es muy importante destacar, que una de las mayores causas de esas emisiones es el uso negativo de la tierra y por supuesto la deforestación. Por eso tenemos que hablar de dos metas muy concretas: La neutralidad del carbono para el año 2050 y que también en materia de conservación de la naturaleza tengamos un nivel mínimo de tener el 30 % de áreas protegidas en la gran mayoría de países para el año 2030 o como lo hizo nuestro país de haberlo logrado antes de esa fecha. En los últimos 40 años se ha perdido casi el 69 % de la vida silvestre del planeta.
Usted ha tocado un tema muy importante que es la Agenda 30/30 y recientemente en Montreal, Canadá, donde se logró un pacto histórico, 196 países se comprometieron que para el 2030 se cumplan todas esas metas que se requieren para que el planeta sobreviva. ¿Qué tan importante ha sido esa reunión de Montreal?
Esto hay que mirarlo en perspectiva de las dos cumbres claves que tuvimos a finales del 2022. Tanto la de Egipto como la de Montreal, que son hermanas siamesas. En la primera se reafirmaron mandatos como es el de poder mantener ese objetivo de reducir al menos en un 45 % las emisiones de gases efecto invernadero para el año 2030 y apuntar hacia la carbono neutralidad para el 2050. Pero creo que el complemento ideal fue el que ocurrió en Montreal. El hecho que 196 países hoy estén hablando de tener el 30 % de áreas protegidas para el 2030 es un avance, por lo menos declarativo, aspiracional.
¿Y Colombia?
Colombia es un país que tiene el 35 % de su territorio en la Amazonía, que tiene el 50 % de su territorio en bosque tropical y que tiene más del 50 % de los páramos de todo el planeta, el país no se esperó al 2030. Nosotros logramos que antes del 7 de agosto del 2022, de la mano con la ciencia, pudiéramos dejar no el 30 sino el 34 % del territorio colombiano declarado área protegida. Un 37 % del territorio marítimo y un 31 % del territorio continental. Eso pone al país a la vanguardia y nos permite señalar que cuando hay voluntad política para alcanzar esa meta antes de 2030, pues claramente estamos haciendo transformaciones de fondo.
“Logramos un compromiso para sembrar 180 millones de árboles que ya está a punto de cumplirse. Mantener estas orientaciones como política de Estado es fundamental”
“En nuestro gobierno pasamos del 14% de áreas protegidas al 34%”.
¿Lo que su gobierno sembró en materia ambiental este gobierno lo ha continuado?
Esto tiene que ser una política de Estado. Tenemos que reconocer las cosas en que Colombia ha avanzado. En la administración anterior a la mía se avanzó con el impuesto al carbono. Sin ese paso no hubiéramos podido tener un marco general para los créditos de carbono. Ha habido una consistencia en las aspiraciones ambientales. En nuestro gobierno pasamos del 14 % de áreas protegidas al 34 %. Sacamos una ley de acción climática aprobada por unanimidad en el Congreso. Empezamos una transformación energética donde pasamos del 0,2 % de la matriz energética renovables no convencionales para acercarnos a un 14 %. Dejamos una política de economía circular. Una nueva ley para enfrentar los delitos ambientales. Logramos un compromiso para sembrar 180 millones de árboles que ya está a punto de cumplirse. Mantener estas orientaciones como política de Estado es fundamental.
¿Cómo lograr esos avances ambientales en un país como Colombia, donde el tema del narcotráfico y de la minería ilegal está en manos de organizaciones muy poderosas?
Una de las responsabilidades que hoy tengo es liderar el programa de Concordia por la Amazonía. En todo este esfuerzo hemos tenido que mostrar con dolor muchas de las cifras y realidades que traen consigo estos fenómenos criminales. Por ejemplo, la minería ilegal, no solamente está vertiendo mercurio en áreas que son de inmensa sensibilidad, sino que también ocurren unos fenómenos de deforestación que son pavorosos, que afectan los afluentes fluviales. Pero adicionalmente estamos viendo como en lugares prácticamente inhóspitos llegan maquinarias amarillas que pesan cientos de toneladas. Alguien las lleva. Eso tiene una logística compleja. Alguien las instala y alguien las está aprovechando. Por eso una de esas primeras causas que estamos tratando de promover internacionalmente con los fabricantes de maquinaria amarilla es que tengamos herramientas de georreferenciación, de notificación y ubicación de ese tipo de maquinarias en las zonas protegidas y sensibles en el planeta para poderlas detectar y poderlas dejar sin ninguna capacidad operacional. Cuando hablamos de los cultivos ilícitos, como el caso de la cocaína, la gente no es consciente que para sembrar una hectárea de coca se están destruyendo entre dos y tres hectáreas de selva tropical húmeda. Muchas personas no entienden que para producir un kilo de cocaína se emplean decenas de galones de gasolina, muchos kilos de cemento, más todos los químicos y precursores que terminan vertiéndose en la selva. Entonces, ¿cómo se puede entrenar esto y disuadirlo? Hay que buscar soluciones basadas en la naturaleza, que tengan herramientas de mercado, que permitan llevarle recursos a esas comunidades rurales e indígenas, que muchas veces son presionadas por esas estructuras ilegales y poderles mostrar que pueden recibir recursos para hacer por ejemplo cultivos reforestales.
Usted que también le tocó la lucha contra el narcotráfico, ¿qué piensa de lo que se plantea hoy en día que es esa lucha de cómo se ha venido dando ha sido un fracaso y que hay que buscar una salida diferente para poder salvar la selva?
La discusión sobre la legalización de la droga es una discusión que ya lleva muchos años. Es una discusión que se puede volver bizantina. Que un país decida legalizar todas las drogas, además siendo un país productor y el resto del mundo se mantengan en el prohibicionismo, pues solamente va a conducir que el país que tome esa decisión va a ser un país paria, que se va a convertir en una narco institucionalidad y por lo tanto hay un costo y una vulnerabilidad tremenda, que solamente va en detrimento de los intereses de todos los ciudadanos. Si el mundo quiere hacer una revisión debe ser una revisión global, a partir de las convenciones internacionales, pero tiene que partir de una base.
¿Usted no cree que también hay una responsabilidad de los países productores y que no tienen ningún control en sus ventas?
Sí. Por un lado, se necesita que el mundo se sincere mucho más sobre todo del suministro de precursores químicos. Un ejemplo: el caso del éter. ¿Dónde están las órdenes de producción, de comercialización y cómo se enfrenta la triangulación?
Segundo, otro de los precursores más sensibles para la producción de la cocaína es la gasolina. Nosotros empezamos a enfrentar en muchos lugares a consumos que se salen del promedio nacional. Hay municipios con poca población que consumen tanta gasolina como ciudades de más de un millón de habitantes. La gran contradicción que tenemos hoy en el mundo es que los países de mayor consumo no están haciendo lo suficiente para tener una pedagogía social, que vaya a reducir ese consumo. Independientemente de que se puedan tomar políticas de flexibilización de consumo como ha ocurrido en muchos países, se debe tener una política de salud pública para reducir ese consumo. Desde el punto de vista de salud pública, son muy pocas las campañas que se están haciendo en el mundo por parte de los países de mayor consumo para disuadir a la población de esas prácticas.
“Aquí no hay transiciones energéticas de centro, de derecha o de izquierda. La transición energética no es un tema ideológico”
¿Usted cómo ve esa posibilidad de que esas organizaciones del narcotráfico terminen en un proceso y de verdad se logre buscar una salida a la producción de cocaína?
Lo digo de una manera muy clara: el narcotráfico no está para la venta. Desafortunadamente quienes están en ese negocio no están vendiendo el negocio por los márgenes que tiene. Veo muy difícil que un cartel como el de Sinaloa o los Zeta o el cartel de los Soles y las estructuras criminales colombianas que están a su servicio, estén hoy dispuestas a decir “chao pescado”, apagamos el negocio hasta aquí llegamos, simplemente porque hay una buena manifestación de voluntad por parte de las autoridades gubernamentales. No podemos ser ingenuos. El negocio del narcotráfico no se va a acabar si no hay una presión clara de la legalidad. Eso significa enfrentar el lavado de activos, los precursores, desmantelar laboratorios. Tener la capacidad disuasiva efectiva no solamente con la erradicación sino con el desarrollo alternativo.
Usted es un defensor de la transición energética, ¿en qué se diferencia su propuesta con la del actual gobierno?
Aquí no hay transiciones energéticas de centro, de derecha o de izquierda. La transición energética no es un tema ideológico. Es un tema práctico, científico. Es un tema de decisión. En nuestro gobierno logramos dar el paso para que Colombia tenga una hoja de ruta a esa transición energética.
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