La instalación de la mesa de diálogos de paz entre el gobierno nacional de Colombia y la Segunda Marquetalia, grupo disidente de las extintas FARC liderado por alias 'Iván Márquez', marcó un hito significativo en los esfuerzos por alcanzar una solución negociada al conflicto armado persistente en el país. Este evento, que tuvo lugar en Caracas, Venezuela, reunió a representantes de ambas partes con el objetivo de explorar vías para el desarme y la reintegración de los miembros de esta organización guerrillera. Sin embargo, el inicio de las conversaciones se vio ensombrecido por un incidente que puso de manifiesto la fragilidad del proceso y los desafíos que enfrenta.
En el marco de la ceremonia de instalación, el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, realizó declaraciones que revelaron la complejidad del escenario en el que se desarrollan estos diálogos. Patiño se refirió a un hecho ocurrido la noche anterior en el departamento de Nariño, donde uno de los cabecillas de las disidencias de las FARC fue abatido. El funcionario calificó este suceso como "fatídico", expresando preocupación por el impacto que podría tener en la confianza construida entre las partes desde febrero. Esta declaración pone de relieve la tensión existente entre las acciones militares en curso y los esfuerzos de paz.
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La reacción del alto comisionado para la Paz refleja una postura crítica hacia el incidente, sugiriendo que tales acciones pueden comprometer el avance del proceso de diálogo. Al mencionar que tanto el presidente como el ministro de Defensa comprenden la gravedad de la situación, Patiño indica que existe una conciencia a nivel gubernamental sobre los riesgos que implican este tipo de operaciones militares para la continuidad y el éxito de las conversaciones de paz. Este reconocimiento público de las tensiones internas y los desafíos que enfrenta el gobierno en su aproximación al conflicto subraya la complejidad de perseguir simultáneamente estrategias de presión militar y negociación política.
