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Política

Juan Daniel Oviedo: «Hay muchos petristas y claudistas arrepentidos en la calle»

Se llama Juan Daniel, pero todo el mundo lo conoce como Oviedo. Su primer apellido, y una marca construida a través de un reconocido paso manejando buenas y malas cifras en el Dane durante el gobierno de Iván Duque. Oviedo quiere ser alcalde de Bogotá y darle un matiz gerencial a una ciudad que en la actualidad muestra todo, menos eso y para saber cómo funciona todo, decidió irse a vivir un tiempo a Bosa, un sector deprimido al sur de la ciudad, con miles de problemas y con cientos de miles de bogotanos honrados y trabajadores

Por: Hassan Nassar

Director Revista Alternativa

Hassan Nassar: ¿Qué hace viviendo en Bosa?

Juan Daniel Oviedo: Sí, en el barrio Brasilia segundo sector. Estamos en una experiencia de convivencia, llamémoslo así, para conocer de primera mano la realidad de la localidad de Bosa. Lo que hemos querido hacer es pasar el tiempo allá, conocer, conversar con los vecinos y sobre todo reconocer la realidad, por ejemplo, de aislamiento de transporte que tiene la localidad, las dificultades que tienen algunos barrios que no cuentan con alcantarillado y, al mismo tiempo, tener la posibilidad de compartir conversaciones cotidianas con las personas que residen y reconocer de primera mano, problemas como movilidad, seguridad y pobreza que son las tres prioridades que nosotros queremos abordar a la hora de resolver problemas aquí en Bogotá.

Usted ganó reconocimiento en el Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), la gente empezó a identificarlo por su seriedad, su trabajo y su personalidad, pero ¿de dónde viene Juan Daniel Oviedo y por qué decide lanzarse a la Alcaldía de Bogotá?

Soy un bogotano de 46 años, nací en el barrio Villa Luz, al primer año me pasaron a vivir a Normandía cuando mis papás tuvieron la oportunidad de tener casa propia y a los 14 años, con la separación de mis papás, pasé a vivir a Cedritos en la 150 con Séptima. Estudié en el Colegio del Rosario, hice mis estudios de economía en la Universidad del Rosario y después un doctorado en la Universidad de Toulouse en Francia, eso es como mi vida académica. Soy una persona que poco a poco me he dado cuenta de que me gusta mucho la disciplina, que me gusta que las cosas salgan bien, a veces peco por perfeccionista, pero también me gusta ser útil. Entonces, yo creo que esas tres cosas hacen un perfil que puede ser muy interesante para lo que nosotros queremos que suceda en la ciudad de Bogotá, porque resolver problemas, que es nuestra prioridad, requiere de disciplina, requiere querer que las cosas salgan bien y, sobre todo, que la resolución de esos problemas sea para los habitantes de Bogotá.

¿Dos temas que le obsesionen para trabajar por Bogotá?

El primero es el tema de seguridad, yo creo que cada vez está más claro que la inseguridad es una fuente generadora de desconfianza y la desconfianza a veces la gente la toma a la ligera, pero la desconfianza es la principal barrera para poder resolver el tema de desigualdad de nuestro país y para ser mucho más productivos. Entonces, yo creo que la seguridad es el primero que escogería y el segundo es la pobreza. La pandemia dejó secuelas en la capacidad de generación de empleo en Bogotá y la inflación está haciendo sentir a todos los habitantes de Bogotá en una situación preocupante, porque en términos coloquiales, no alcanzamos a comer lo mismo que comíamos antes de la pandemia con el mismo presupuesto, entonces seguridad y pobreza son los dos temas fundamentales que priorizaríamos dentro de tres. La ñapa es de movilidad.

Ya hablamos de la movilidad que es un tema que sufrimos todos los que vivimos en Bogotá. La alcaldesa Claudia López ha sufrido mucho con el tema de seguridad, hurtos, presencia de disidencias de las Farc en una zona donde ya no estaban y además microtráfico. ¿Cómo enfrentaría estos frentes?

El tema de seguridad, en primer lugar, refleja una crisis de la articulación institucional de la administración distrital con la Fuerza Pública, yo creo que ese es uno de los principales ejemplos de lo que no queremos hacer. Nosotros queremos despolitizar los problemas de Bogotá, desideologizar los problemas de Bogotá y la Constitución Política establece que, a la hora de garantizar orden, la Fuerza Pública es un elemento indispensable.

Tristemente hemos tenido un ciclo, que va a completar cuatro años, desde noviembre del 2019 aquí en Bogotá con una gran manifestación social de inconformismo, con liderazgos estudiantiles que estaban buscando ser reconocidos sobre la ausencia de oportunidades de trabajo y educación. 2020, en septiembre, es una gran manifestación social como respuesta al asesinato o el supuesto asesinato de un joven que sucedió en el marco de las regiones de movilidad de la pandemia y abril, mayo del 2021 con la gran manifestación social que se generó en el país.

Esos tres momentos, el manejo de la administración distrital con la Policía Metropolitana de Bogotá se deterioró de forma significativa, es importante reconocer que hubo fallas por parte de la Policía, pero esas fallas no podían estar sujetas a una generalización para llegar a decir que todos los policías son asesinos o todos los policías son corruptos y eso creo que generó un quiebre muy fuerte en el manejo de la política de seguridad.

¿Hay que articularse y tener una mejor relación con la Policía y demás?

Claro que sí, pero hay un tema en el cual nosotros estamos convencidos, y es que antes que cualquier cosa se requiere un ejercicio de reconciliación. Los jóvenes están supremamente dolidos porque ellos dicen recurrentemente: —nos mataron, nos sacaron los ojos, abusaron sexualmente de algunos de nosotros en el manejo de la manifestación social— pero también la Fuerza Pública y la Policía tienen un dolor importante por la situación que se vivió también por ese abuso de poder ciudadano, llamémoslo así, en contra de la Policía.

Entonces, aquí nosotros estamos planteando, que si bien la política de seguridad que tenemos que plantear está fundamentada en el principio de autoridad, necesitamos reconciliación, necesitamos lograr que los jóvenes y la Policía puedan cerrar ese capítulo de dolor de parte y parte alrededor de la manifestación social, con el compromiso de no repetición, de que no vamos a tener más abuso policial, de que no vamos a tener trato discriminatorio frente a los diferentes grupos poblacionales como la población LGBTIQ+, de la cual yo formo parte, pero también la población joven, pero que también vamos a tener un nivel de confianza básico en que la Policía va a hacer bien su tarea en la ciudad, sin este tipo de excesos y para eso se requiere también que los jóvenes confíen y de que se pueda volver a construir esa relación.

Con esa reconciliación, lo que nosotros queremos plantear para la ciudad, es un manejo político estratégico y operativo de la relación de la policía a ejercer lo que verdaderamente debe ser un alcalde y un jefe de Policía, uno no es jefe de la Policía.

En el tema del hambre: ¿subsidios o no subsidios?

Ya los hay y lo importante es garantizar focalización, pero la esencia de nuestro programa es complementar el esquema de subsidios con el reconocimiento de algo que nos parece obvio, pero que a veces se nos olvida, y es que Bogotá también es un territorio económico y un territorio empresarial y como tal, necesitamos que haya incentivos para que las empresas se localicen en Bogotá, y así tengamos más inversiones y tengamos la posibilidad de que se genere aún más empleo, tanto para los habitantes de Bogotá y nacionales como para los migrantes venezolanos, recordando que hay una fracción muy importante de estos, prácticamente 800 mil personas.

“Nosotros queremos despolitizar los problemas de Bogotá, desideologizar los problemas de Bogotá y la Constitución Política establece que, a la hora de garantizar orden, la Fuerza Pública es un elemento indispensable”

¿Cómo le suenan las reformas, sobre todo la laboral?

Es espantosa y lo he manifestado en diferentes escenarios. Nadie está en contra de incrementar los niveles de protección laboral, es una realidad que en un contrato laboral exista la posibilidad de que el jefe o el contrato tenga alguna posición que ponga en vulnerabilidad los derechos de los trabajadores. Pero, ese sistema de protección o el incremento de garantías laborales en el momento en el que nosotros estamos, justo a la hora de salir de una pandemia, en donde nunca hemos resuelto de qué forma consistente o contundente el problema de la informalidad en el país, generar más protecciones laborales a lo que conocemos como empleo formal, es elevar el piso que separa la formalidad de la informalidad y por consiguiente, se hace más costoso que podamos hacer el tránsito de la informalidad a la formalidad. Estoy completamente de acuerdo con los demás analistas y es que esa reforma genera pérdidas de empleos, una prevalencia mucho más contundente de la informalidad, recordemos que la informalidad rural es casi del 85 %, el 85 % de los trabajadores del campo lo hacen en condiciones de informalidad. Además, va a encarecer las posibilidades que tienen grandes ciudades de ser 24 horas o tener turnos escalonados. En lo que sí estamos comprometidos es que, si esta reforma pasa, Bogotá va a ser un contrapeso de esa reforma a través de la asignación de presupuesto público para hacer más fácil para los empresarios trabajar en turnos escalonados y promover una ciudad de 24 horas, que sí o sí se hace necesario para poder generar más empleo.

Tema metro…

Bueno, tristemente el metro de Bogotá no puede ser un escenario de orgullos personales o de ideologías políticas, nosotros sabemos que hemos diferido durante más de 60 años la decisión de contar con un sistema de transporte masivo tipo metro, ya la nación y el Distrito se sentaron en los mecanismos institucionales que establece la Ley de cofinanciación de sistemas de transporte masivo y llegaron a la conclusión de que la plata que había, alcanzaba para tener una primera línea de metro con un trayecto elevado, con un programa de renovación urbanística alrededor de ese tramo elevado y eso es lo que debemos hacer. No podemos estar devolviéndonos y abriendo discusiones cerradas al pasado porque de lo contrario nunca miraremos el futuro a largo plazo de la ciudad.

A propósito de encuestas y mediciones, algunos expertos en comunicación dicen que les da a veces susto estar arriba.

A mí también.

Claudia López, alcaldesa de Bogotá.

¿Entonces si Oviedo empieza arriba ese es el que hay que golpear todos los días?

Claro, para todo el equipo fue una sorpresa que en los primeros sondeos estuviéramos punteando, obviamente uno se siente reconocido por el esfuerzo durante todos los últimos meses de preparación e implementación de esta campaña, pero también lo vemos cómo una oportunidad porque si estamos confiados siempre es más difícil porque el día que pasemos a segundos la gente posiblemente se puede desinflar pero tenemos una oportunidad muy grande y es que todavía nos hace falta que nos reconozcan o que conozcan nuestra propuesta hacia el 60 % de los habitantes de Bogotá.

La gente no está contenta y manejar Bogotá no es fácil…

La gente en la calle no está contenta, diríamos técnicamente que hay muchos petristas y claudistas arrepentidos en la calle, porque la expectativa era un gobierno mucho más cercano, un gobierno mucho más orientado a resolver problemas para conocer realidades que compartieron en el proceso de recolección de firmas, pero que desafortunadamente la pandemia cambió todo y el desajuste constante con el Gobierno Nacional y con la oferta pública, pues generó dificultades y sí, la gente empezó a sentir que era más un gobierno de peleas allá arriba, que de soluciones aquí abajo en la calle a las necesidades de los habitantes.

¿Cuál ha sido, en su opinión, el mejor alcalde que ha tenido Bogotá?

Antanas Mockus, revivió algo que ojalá nosotros podamos volver a resucitar y es el concepto de cultura ciudadana para que entendamos que más que ser una ciudad en donde sobrevivimos somos una sociedad en la que convivimos y, por consiguiente, la movilidad, la seguridad y la solución al problema de pobreza, son problemas también de convivencia que deben resolverse con cultura ciudadana y con conciencia de que lo que hacemos individualmente tiene una consecuencia sobre los demás.

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