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La era del oscurantismo quillero

A Barranquilla se le ha castigado con la no realización de los Juegos Panamericanos, por la sencilla razón que salió del cataclismo fiscal en que la hundió durante diez años la izquierda-progresista

Ya lo había advertido, frente a una multitud de estudiantes, durante mi último evento del 2023 en una prestigiosa universidad de la costa que: ¡Los juegos Panamericanos no se realizarían! Obviamente, dentro de aquel público, no faltaron los que sospecharon y rechazaron mi afirmación, y los entiendo, “había tiempo”, según refutó un estudiante, de terminar de cuadrar las cosas y garantizar la realización del evento. Pero estaba seguro de que no era tiempo o dinero lo que hacía, era falta disposición y sin eso no había nada que hacer.

¿La razón? Barranquilla representa hoy día una historia de superación y renacimiento de un cataclismo fiscal, bajo la era izquierda-progresista que comprende desde 1998 hasta el 2008. Si bien, a priori, pareciera que el tema de los juegos y la situación fiscal de la ciudad no tuvieran muchos puntos en común, si los hay. Y eso también lo sabe —y lo demostró— el segundo al mando del Petrismo, el señor Gustavo Bolívar que, en su cuenta de X y sin anexar ninguna fuente de lo aseverado, escribió:

“Barranquilla se renovó con préstamos. Está sobre endeudada. Es la ciudad más endeudada de Colombia. Su deuda equivale al 63 % de su presupuesto. Bogotá debe el 29 % y Cali el 14 %. Significa que de un presupuesto aproximado de $5 billones para 2024, Barranquilla debe $3.2 billones. Implica pagos anuales por intereses cercanos a los $300 mil millones. (…) Por eso mi propuesta de ayer: si recuperamos la sede, algo factible, que se haga en las tres grandes ciudades de la Costa”.

Lo primero a resaltar es que no hay factibilidad para recuperar la sede, el mundo no tiene la mala costumbre de soportar “el baile de la hamaca” tan característico en Colombia. El país quedó como un zapato. Punto. Y se necesitarán años para recuperar la buena imagen y la seriedad del Estado frente a esta organización y similares. Lo segundo, es que esa narrativa de la “ciudad sobre endeudada” viene escalándose desde antes de las elecciones locales para deslegitimizar a la fuerza política dominante, los Char, y así seguir ganando terreno electoral en la ciudad económicamente más importante de la región Caribe.

“Lo primero a resaltar es que no hay factibilidad para recuperar la sede, el mundo no tiene la mala costumbre de soportar ‘el baile de la hamaca’ tan característico en Colombia. El país quedó como un zapato. Punto”

El pasado no perdona

Lo que convenientemente olvida el señor Bolívar, es que la ciudad ha estado en una situación fiscal verdaderamente compleja y desesperanzadora que el escenario que describe en su post —suponiendo que sus datos son reales—. Y que no hace mucho, en el año 2017, Barranquilla apenas logró salir de la draconiana ley 550 —para los no entendidos, la ley de quiebra de las ciudades— que nos dejó el delincuente, corrupto y condenado exalcalde: Bernardo “El Cura” Hoyos.

Foto:EFE

¿Cómo se llegó hasta esa debacle? Es una historia que tampoco le gusta a Bolívar y al Petrismo debido a su ineludible conexión con el estilo de administración que pretenden hegemonizar desde la capital; un gran déficit fiscal, un presupuesto abultado y carente de objetivo y, por supuesto, la mala costumbre de quedar mal ante las obligaciones.

Barranquilla quebró en el año 2002. Luego, se modificó por una nueva reestructuración de pagos en el 2004 —por los continuos incumplimientos— y el monto se disparó en 1.5 billones para el año en el que Alex toma su primera administración en 2008. Haciendo un rápido cálculo para traer esa suma en dinero presente, hablamos de 3.1 billones de pesos. Para tener una magnitud más real, eso es seis veces el presupuesto del nuevo Ministerio de la Igualdad, el cual es más grande que el Ministerio de Ciencia, el de Tecnología y el de Transporte.

Foto:Alcaldia de Barranquilla

“No hay mal que dure cien años, ni ciudad que lo resista y Barranquilla se recuperó. Alex Char impulsó una gran modernización administrativa bajo el Decreto 868 de 2008, el cual liquidó entidades ineficientes y creó las famosas gerencias, para diseñar el gran plan de mejoramiento de ingresos públicos”

La hecatombe se había llevado la inversión social, la de infraestructura e incluso los salarios de los propios funcionarios de la alcaldía, acumulando un pasivo desconocido por concepto de fallos judiciales en contra. Como cereza del pastel, los ingresos de la ciudad estaban todos concesionados a empresas privadas que, para sorpresa de nadie, siempre decían que recaudaban poco.

Alcaldia de Barranquilla

El caso más famoso fue del impuesto predial, que se le adjudicó de forma sospechosa a la empresa Métodos & Sistemas S.A. La cual, en palabras del propio alcalde de esa época, cuando recuperó el control de la institución “tuvimos que ir con la Policía a sacar la base de datos, porque ellos sustrajeron todos los discos duros que reposaban en la alcaldía junto con la información crítica (…) igualmente tocó comenzar de cero”.

“A nivel técnico, la ciudad mejoró el indicador de sostenibilidad de deuda, que jamás volvió a superar el límite legal del 80 %”

Foto:Alcaldia de Barranquilla

Cuentas claras

Pero no hay mal que dure cien años, ni ciudad que lo resista y Barranquilla se recuperó. Alex Char impulsó una gran modernización administrativa bajo el Decreto 868 de 2008, el cual liquidó entidades ineficientes y creó las famosas gerencias, para diseñar el gran plan de mejoramiento de ingresos públicos. Por último, y el costo más grande, sacrificó el cincuenta por ciento de los ingresos corrientes de la ciudad para honrar una última reestructuración de pasivos y salir, en 2017, de la Ley 550.

Aun con esos lastres, la administración empezó a atacar el problema de los arroyos, la infraestructura educativa y la gran remodelación de los parques. A nivel técnico, la ciudad mejoró el indicador de sostenibilidad de deuda, que jamás volvió a superar el límite legal del 80 % y, poco a poco, el país y el mundo cambió su percepción de la ciudad que pasó de ser “la ciudad de los arroyos” a el “milagro barranquillero”.

Foto:Alcaldia de Barranquilla
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