Robo a taxista y pasajera en la calle 80, Bogotá.
¿Qué está pasando con la seguridad en las principales ciudades del país? ¿Dónde están los alcaldes y directores de Policía, responsables de la seguridad ciudadana?
Mientras tanto, el atraco, el robo, el sometimiento a las víctimas a punta de pistola, se ha convertido en una situación crítica. En las redes sociales se registran a diario imágenes de la delincuencia actuando a sus anchas y a plena luz del día, en las principales avenidas de la ciudad y muchos de esos robos han ocurrido a escasos metros de los ineficientes CAI de la Policía.
En Bogotá, en una sola semana se presentaron cuatro atracos en las principales avenidas de la ciudad. Dos en la carrera Séptima, entre las calles 80 y 92; uno en la carrera 15, cerca a Unicentro; y, uno más en la carrera 11 con calle 84. El mismo modus operandi: atracadores en motocicleta, con armas de fuego, en medio de los trancones, rompiendo los vidrios de los vehículos y obligando a sus ocupantes a punta de pistola a entregar sus pertenencias.
Asalto a bus intermunicipal, calle 80, Bogotá.
En menos de 24 horas ocurrieron dos hechos, sin respuesta alguna por parte de las autoridades. Ambos relacionados con el cambio de divisas, en lugares reconocidos. El primero ocurrió hacia las cinco de la tarde en plena carrera 15 con calle 114. Los delincuentes —cuatro que se movilizaban en dos motos—, interceptaron a un hombre que minutos antes había comprado 11.500 dólares. El CAI está ubicado a tan sólo una cuadra.
Catorce horas después, ocurrió un robo similar. También a plena luz del día y en la carrera 11 con 84. Un ciudadano fue víctima de un fleteo, después de retirar divisas por 118 millones de pesos. A comienzos de julio, los bogotanos quedaron con la boca abierta al presenciar las imágenes de atracadores en moto parando el tráfico, en plena carrera Séptima con 90, a las tres de la tarde, robando pertenencias, bajando al conductor de un taxi y disparando contra indefensos ciudadanos, a escasos 100 metros del CAI.
Fleteo en la carrera 15, Bogotá.
Ni la alcaldesa Claudia López ni la directora de la Policía de Bogotá, han dicho “esta boca es mía”, para referirse a la crítica situación de seguridad en la ciudad, donde ya no sólo es el raponeo a diario en el servicio público, como tampoco el robo de celulares. Ahora el hampa se ha tomado la ley en sus manos y operan exactamente igual: atracadores en moto, armas de fuego, huida en contravía por avenidas, sin respuesta alguna por las autoridades. No importa la hora ni el lugar de la ciudad.
Los atracos se han incrementado en Bogotá en un 27 % entre enero y junio, según datos de la Secretaría de Seguridad. El robo de vehículos está igualmente disparado. Entre enero y marzo, según cifras oficiales, el hurto de automotores es de 1.904 y el de motos 2.462. Y en lo que va corrido del año el robo de automóviles supera los dos mil.
Robo en la carrera 7a, Bogotá.
En Barranquilla
Pero si en Bogotá el hampa tiene aterrorizada a la ciudad, en Barranquilla la situación no es distinta. Francotiradores y sicarios profesionales operan en la ciudad. Han divulgado en redes sociales vídeos, donde aparecen encapuchados con armas de corto y largo alcance, reiterando amenazas de muerte contra ciudadanos barranquilleros. Estos grupos se atribuyeron la masacre de Puerto Colombia, en un exclusivo conjunto residencial, donde perdieron la vida cuatro personas de la polémica Familia Vega Daza.
Pero no sólo en las calles de la ciudad se están viendo ajustes de cuentas. Hay barrios, en el centro y sur, en los que la gente ni se asoma a la puerta. Después de las seis de la tarde, en muchos de los sectores residenciales sus calles quedan como pueblos fantasmas por miedo a la delincuencia. Los grupos criminales dedicados al expendio de drogas y la extorsión tienen azotado al comercio de Barranquilla.
Al igual que Bogotá, las autoridades de la capital del Atlántico, señalan que son “hechos aislados y cobro de cuentas entre bandas criminales”. Pero la realidad es otra, como lo afirma José Martínez, director seccional de Fiscalías del Atlántico.
Encapuchados con armas de corto y largo alcance, Barranquilla.
Crítica situación
En Buenaventura, la situación de inseguridad es más que crítica. Las bandas dedicadas al manejo del microtráfico tienen a la ciudad en jaque. La aparición de grupos armados y hombres encapuchados, como en Barranquilla, han sembrado el terror en la ciudad.
Grupos al margen de la ley como Los Shottas, Los Espartanos y ahora La Banda de Robert, se mezclan con las columnas urbanas del ELN y estructuras del Clan del Golfo. Todos en la lucha por dominar el mercado de las drogas, no sólo el de consumo interno, sino que el puerto es una de las salidas de grandes cargamentos hacia el exterior.
Buenaventura.
La situación de seguridad de Buenaventura no es de ahora, como tampoco la corrupción de sus administraciones locales. En el pasado se militarizó la ciudad. En el presente, el gobierno del presidente Petro respondió «no», al pedido de la gobernadora del Valle.
La respuesta del Gobierno frente a la situación de seguridad de Buenaventura, ha sido polémica y cuestionada por sectores de la sociedad. “Les vamos a pagar por no matar”, anunció el presidente Petro, en su visita al puerto. Un millón de pesos para quienes dejen de delinquir.
Ni Gobierno central, ni alcaldes, ni Policía, tienen un plan estratégico y concreto para hacerle frente a la delincuencia que se ha desbordado tanto a nivel urbano como rural. Mientras tanto, la delincuencia se mueve a sus anchas intimidando y robando a indefensos ciudadanos.
