Imagine que después de años de trabajo duro, está a punto de perder su casa y no puede pagar un abogado que le defienda. Para colmo, ha pasado horas en filas interminables esperando que el Estado le asigne uno, pero sin suerte. Frustrante, ¿cierto? Esta es la cruda realidad que enfrentan millones de personas en América Latina cada día.
¿Sabía que más del 44 % de la población en la región enfrenta problemas legales sin acceso a una asistencia jurídica adecuada, y más del 34 % tiene necesidades de justicia que siguen sin resolverse? En otras palabras, más de un tercio de las personas no pueden obtener la ayuda legal que necesitan para solucionar sus conflictos, ya sea por falta de recursos o porque no saben qué deben hacer.
Este problema no solo lo viven los países en desarrollo. Sorprendentemente, en Estados Unidos, el 92 % de las personas de bajos ingresos enfrentan problemas legales civiles sin recibir la ayuda necesaria. Desde la vivienda, la educación, la atención médica hasta los ingresos, la falta de acceso a la justicia es una crisis que afecta a millones de personas en todo el continente, golpeando su bienestar y dignidad de manera profunda.
Hoy, la Inteligencia Artificial (IA) promete democratizar el acceso a la justicia, haciendo posible que cualquier persona, desde cualquier lugar, obtenga asistencia legal, muchas veces de forma gratuita, gracias a herramientas como los chatbots legales. Estos chatbots, cargados de información sobre leyes y normativas, facilitan la solución de problemas jurídicos de manera rápida y sencilla.
Piense en un programa que le hable como si fuera un abogado. Gracias a la tecnología RAG (Retrieval-Augmented Generation), no solo le da respuestas con la información que tiene, sino que también busca en tiempo real la mejor solución para su problema. Por ejemplo, si su arrendatario le debe dinero; el Estado no le ha asignado un abogado y está desesperado, puede tomar su celular o computadora, abrir un Chatbot como ChatGPT-4 o Claude y escribir: “Mi arrendatario no me paga, ¿qué puedo hacer legalmente?”. En segundos, le da una lista clara de opciones y le explica los pasos a seguir para defender sus derechos. Lo mejor es que le guía paso a paso en todo el proceso y le ayuda a redactar los documentos necesarios.
Un ejemplo claro de cómo la IA está revolucionando el acceso a la justicia es LANC-LIA, un asistente virtual desarrollado por Legal Aid of North Carolina. Este chatbot, creado para apoyar a las comunidades más vulnerables, ofrece respuestas legales de todo tipo en varios idiomas, facilitando que las personas puedan resolver sus problemas a un solo clic. Sin duda, estos asistentes no solo ayudan a la gente, sino que tienen el potencial de reducir la congestión judicial, y facilitar el trabajo de abogados, jueces y funcionarios, mejorando significativamente la eficacia del sistema de justicia.
Pero la cosa no queda ahí. La IA también está sacudiendo la práctica jurídica tradicional. En Estados Unidos, los colegios de abogados de Nueva York, Illinois y Texas reconocen que la IA está haciendo el trabajo legal más rápido, eficiente y económico. Esto ha abierto la puerta a que más personas de escasos recursos puedan recibir asistencia jurídica a precios accesibles, empujando a los grandes bufetes a dejar atrás el antiguo modelo de cobro por horas. Ahora se debe cobrar por lo que realmente se trabaje, lo que inevitablemente hace que los servicios legales sean más alcanzables para quienes antes no podían pagarlos.
Sin embargo, la IA también enfrenta grandes desafíos. Uno de los más urgentes es lograr que estas tecnologías lleguen a quienes más las necesitan. Muchas personas con escasos recursos ni siquiera saben que existen o no tienen acceso a Internet para usarlas. La brecha digital sigue siendo un obstáculo importante.
Otro reto crucial es la protección y manejo de la información personal. Los chatbots y sistemas de IA manejan una gran cantidad de datos sensibles, lo que significa que, sin las medidas adecuadas de seguridad, existe el riesgo que estos datos sean utilizados de manera indebida.
Y no podemos olvidar el tema de la precisión. A veces, la IA puede —alucinar—, generar respuestas erróneas o citar leyes y sentencias inexistentes. Ya hemos visto casos donde abogados y despachos judiciales han cometido errores por confiar ciegamente en estas herramientas. La realidad es que no son infalibles, y es necesario corroborar la información antes de tomar decisiones importantes.
Aun así, la IA está ayudando a acercar la justicia a más personas, dejando de ser un sueño inalcanzable para muchos. El objetivo no es reemplazar a los abogados, sino ofrecer una alternativa para quienes —no tienen más opciones—. Con la tecnología de nuestro lado y un enfoque más inclusivo, podemos aspirar a construir un sistema en el que nadie se quede atrás.