Por María Camila Díaz Roa
Periodista de W Radio
Después de casi seis años entre abogados, fiscales, jueces de familia y penales, Diego Pardo fue absuelto por un caso de supuesto abuso sexual de su propia hija.
“Desde hace cinco años no veo a mi hija. Le armé un blog con videos, audios, fotos, pensamientos… ahí están los regalos que le he comprado de Navidad incluso fotos de las entregas del ratón Pérez. Todo se lo he ido guardando para mostrárselo el día en que nos veamos. Necesito que entienda que yo jamás he dejado de luchar por ella”. El testimonio es de Diego Pardo Cuellar, empresario de 46 años, hijo del exalcalde de Bogotá, Diego Pardo Koppel.
En un país en el que la pandemia ha disparado las cifras de maltrato intrafamiliar y en el que según el ICBF, 91.221 niños han sido víctimas de violencia sexual, física, psicológica y negligencia en lo que va de 2020, Pardo asegura que la mezcla de fallas en el sistema judicial y psicólogos inescrupulosos, lograron separarlo de su hija. Acusado de haber abusado de ella no la ve hace 1.825 días. Recientemente, una juez del juzgado 48 penal del circuito con funciones de conocimiento de Bogotá, decidió absolverlo.
Revista Alternativa: ¿Cuándo comenzó su proceso?
Diego Pardo Cuellar: Mi calvario empezó el 15 de agosto de 2015. Yo me separé de mi exesposa, Margarita Herrera, hija del expresidente de la Corte Constitucional, en marzo de 2013. Fui yo quien tomó la iniciativa y ella no me quiso dar el divorcio, así que en medio de tensiones llegamos a un acuerdo de visitas para mi hija en la Procuraduría, al cual accedí.
Cómo cualquier pareja separada… Ojalá. Yo podía ver a mi hija muy poquito y siempre en la casa de la mamá. Sara no podía irse de vacaciones conmigo, tampoco podía dormir en mi casa. Accedí porque la niña estaba muy chiquita y pensé que era mejor no exponerla a discusiones. Estaba convencido de que era un tema pasajero y que ya después podría disfrutar más tiempo con ella.
¿Qué pasó entonces ese 15 de agosto de 2015? Pues yo estaba en mi casa, y de la nada me llegó una comunicación de la Comisaría Segunda de Chapinero diciendo que me acusaban de presunto abuso sexual. Quedé en shock. No sabía qué hacer. En esa comunicación me decían además que tenía una medida de protección y que no podía visitar más a mi hija.
¿De la nada? Antes de ese agosto de 2015 la mamá empezó a incumplir el acuerdo de visitas. Me daba un montón de excusas: que la niña estaba enferma, que tenía gripa, ya no se la dejaba a mis papás… en fin… Lo que yo no sabía era que, bajo el pretexto de que Sara llegaba “muy rara” de las visitas conmigo, en marzo de 2015 mi exesposa la llevó donde Graciela Galán, una psicóloga privada. Esa psicóloga, a quien hoy tengo demandada, escribió en un reporte de dos hojas que la niña le había contado que yo le daba besos con lengua en la boca y que le tocaba sus partes íntimas.
¿Entonces, la medida de protección está desde marzo? ¡No! Eso es lo increíble de la historia. Cualquier persona que reciba un informe de esos sobre su hija llama inmediatamente a la Policía o a la Fiscalía y le quita de una la patria potestad al victimario. Ella en cambio se guardó ese examen cinco meses, no hizo absolutamente nada y me siguió entregando a Sara de marzo a agosto para que yo la viera.
Y cuando llega la medida de protección, ¿Usted qué hizo? A mí me abrieron un proceso penal. Pero desde el principio me rehusé a que me cortaran de tajo la posibilidad de ver a mi hija. Me asesoré con mis abogados y de agosto a diciembre logré unas visitas vigiladas con la mamá. Nos veíamos en el Centro Comercial Andino los sábados cada 15 días, de 12 del día a 5 de la tarde, siempre con mi exesposa al lado.
¿Por qué pararon esas visitas? El 5 de diciembre de 2015 fue el peor día de mi vida y la última vez que vi a Sara. Fuimos a comer una hamburguesa los tres. Yo estaba sentado con mi hija y esta señora al lado y de la nada, Sara, que en ese momento tenía cuatro años, me dijo cómo en son de juego:
—“Papá no me hagas cosquillas allá abajo.”
Obviamente, con hamburguesa en mano, me quedé paralizado…
—Margarita empezó a gritar: “¿qué es lo que está pasando?”.
—Yo le pregunté a Sara: ¿qué pasó? ¿Quién te tocó? Y ella me señaló a un señor que estaba lejos.
—Yo le dije que estaba mal decir mentiras.
Mi exesposa armó un gran escándalo… Yo estaba aterrado.
¿Cómo reaccionó en ese momento? Lo único que atiné a hacer fue ir al baño. Muy asustado llamé a mis abogados y les conté lo que acababa de pasar; ellos me dijeron que me estaban preconstruyendo una prueba. Inmediatamente llegó el papá de mi exesposa a gritarme que yo era un abusador de menores. Afortunadamente llegaron unos familiares míos también. Fuimos a un CAI a conciliar. El siguiente lunes me mandaron donde un juez penal quien me informó que a raíz del episodio del centro comercial, supuestamente había tratado de secuestrar a mi hija, y que por eso me pusieron una medida de protección.
¿Cómo procedieron la Fiscalía y el CTI? A mi hija la llamó Medicina Legal y la entrevistaron entre un psicólogo y una psiquiatra del CTI. Eso pasó más o menos en la misma época del episodio del Andino, pero yo nunca tuve acceso a esos reportes.
¿Pero no hubo dictamen? En enero nos dieron los resultados. Le puedo resumir lo que pasó porque hay un video de una hora: los primeros 20 minutos la psicóloga le preguntó a mi hija sobre su vida, sobre su mamá, y luego le preguntó siete veces, ¡¡¡siete veces!!! que si yo le había hecho algo. Ella dijo que no las mismas siete veces. A la octava, Sara dice que quiere ir al baño. Todo esto quedó registrado en cámara. La niña nunca fue al baño, se quedó hablando con la mamá durante 20 minutos y apenas volvió al interrogatorio dijo:
—Mira, yo te voy a decir lo que me dice mi mamá que diga”, y empieza a decir una cantidad de incongruencias. Le preguntaron a Sara que en dónde estaba la mamá mientras yo le hacía estas cosas. Ella confundida contestó que “ahí enfrente viendo”. A raíz de eso, Medicina Legal concluyó que a la niña la estaban manipulando.
¿Ese es el fallo de absolución a favor suyo? Increíblemente no. La mamá de la niña llamó a otra psicóloga María Paola Franceschi, y a un psiquiatra Luis Ramírez y los contrató para contradecir el resultado de Medicina Legal.
¿Qué dice la Fiscalía? Ellos tenían lo de Galán, lo de Medicina Legal y lo del CTI y todo eso lo enviaron al Colegio Colombiano de Psicólogos para que hicieran un dictamen de todo. El Colegio me dio la razón y con eso, la Fiscalía fue a donde un juez penal y pidió la preclusión del caso. Pero en esa audiencia nos encontramos con una sorpresa: mi exsuegro, el prestigioso abogado Hernando Herrera, llegó a observar el procedimiento con cinco colegas magistrados de la Corte. Imagínese la presión para el juez. Obvio, el caso no precluyó y la investigación continúo.
Después de eso ¿qué pasó? A los 15 días, con las mismas pruebas que decían que yo era inocente, me imputaron cargos por abuso sexual con menor de 14 años y esta vez la Fiscalía pidió 24 años de cárcel. Ahí yo puse una tutela ante la Corte Constitucional, obviamente el doctor Herrera, expresidente de esa Corte, tiene mucha influencia y perdí nuevamente.
¿La primera vez que usted vio a su hija después de cinco años fue dando una declaración a través de una videoconferencia? Sí. Casi me muero ese día. Apenas oyó mi nombre, ella, que no me ve hace seis años, empezó a llorar desconsolada. Después de múltiples preguntas, Sara terminó diciendo que yo le daba besos en sus partes íntimas, y que lo hacía supuestamente en mi apartamento delante de mi hermana y mis papás. Después dijo que no se acordaba de nada más porque era muy chiquita. A raíz de ese testimonio y gracias a las discrepancias con la primera versión, la Fiscalía pidió mi absolución. Tanto la Fiscalía como la Procuraduría estuvieron de acuerdo con el fallo. El único que apeló fue el señor Francisco Bernate, abogado de mi exesposa.