Desde hace más de 34 años Jairo García es socio estratégico de los constructores. Después de ser líder en el país, su nuevo reto es EE.UU. Aquí sus reflexiones como empresario y ciudadano.
Jairo García Gómez es un caldense que se graduó de ingeniero electricista en la Universidad Tecnológica de Pereira, pero que por las necesidades de una empresa en la que trabajaba y por tener “una mente abierta y una capacidad adaptativa importante”, terminó –“sin poner ni siquiera un bombillo”– metido de cabeza en el mundo de la construcción.
Con los años se convirtió en el mayor proveedor de soluciones de construcción en materia de andamios, encofrados y similares en el país, con su empresa Foster, surgida hace ya 34 años. La huella de su trabajo está en numerosos puentes, edificios y túneles del país y del exterior.
Lo de tomar las oportunidades y asumir los retos hace que el ingeniero García Gómez valore, antes que el talento, la actitud de las personas. “Cuando vean que alguien tiene muy buena actitud con C, contrátenlo y después miran qué lo ponen a hacer, que seguramente donde lo pongan va a dar buenos resultados”, expresa citando a su manera a Jack Welsch, el famoso presidente de General Electric.
Este es el diálogo con el empresario, quien después de llevar su capacidad innovadora a diversos países, quiere entrar a fondo en el mercado de Estados Unidos, pero siempre pensando en Colombia.
¿Por qué dice que su empresa no alquila encofrados, sino que “brinda soluciones”?
Porque queremos ser socios estratégicos de nuestros clientes. Yo soy feliz con que ganen dinero y les vaya muy bien con mis soluciones. Si a ellos les va bien, a mí me va bien.
¿Cuál ha sido el reto más fuerte que ha tenido como empresario de estos servicios?
Mostrarles a los clientes que hay soluciones técnicas y mucho más eficientes que las tradicionales. También innovar, sustituir elementos importados y empezar a competir con empresas de talla mundial.
¿Por qué asegura que usted fue ‘beneficiado por el chavismo’?
Cuando Chávez puso patas arriba a Venezuela, nos tocó sustituir productos que se fabricaban en Venezuela y que nosotros importábamos con las facilidades del Pacto Andino. Después, a finales del siglo, los problemas con la guerrilla aquí hicieron que inversionistas estadounidenses que estaban haciendo negocios se fueran y eso me dio la oportunidad de ser empresario independiente. Entonces ahí vamos… de problema en problema y de oportunidad en oportunidad…
¿Cómo empezaron a exportar?
Fue consecuencia del buen servicio al cliente. Nosotros trabajamos con Holcim en la ampliación de Cementos Boyacá y el gerente, un mexicano, se fue a hacer un proyecto a Guatemala y nos invitó. Después nos llamó para la recuperación de una planta de cementos en Cuba, que llevaba el nombre de Karl Marx, y para otro proyecto en Rumania. Posteriormente llegaron muchos otros negocios.
Ahora está buscando entrar fuerte en Estados Unidos…
Hay una inversión en proyectos muy ambiciosa allá y se abre una gran oportunidad para nosotros, porque el costo de la mano de obra de los Estados Unidos está en 5 o 6 dólares por kilo, mientras que aquí, en cerca de un dólar. Hay que sacarle jugo al Tratado de Libre Comercio que nos da una posibilidad grande de entrar allá. Inicialmente queremos ser aliados y socios estratégicos de quienes tienen el mercado.
“Es necesario pensar en un nuevo modelo de capitalismo, donde estemos incluidos todos, donde las desigualdades se vayan mermando”.
¿Cuál ha sido la clave para poder competir con firmas internacionales?
Un factor muy importante ha sido el talento humano. Colombia tiene uno de los mejores del mundo. Cultivar y generar un empoderamiento de ese talento humano en su empresa hace que usted pueda generar una respuesta de mucha calidad en cuanto a diseño y a ingeniería. Al colombiano, además, le gusta prestar muy buen servicio y eso el cliente lo termina valorando mucho. Valoran el talento, la capacidad de brindar soluciones, la capacidad de prestar servicios y de hacer una buena posventa. Eso es lo que le genera a uno capacidad de competir con los extranjeros.
En los gobiernos de Uribe y Santos hubo un gran esfuerzo para mejorar la infraestructura del país. ¿Se necesita algo por el estilo ahora con la crisis de la pandemia?
Colombia, sin duda, necesita un gran proyecto de infraestructura. El país tiene que desarrollar unas políticas público-privadas novedosas porque el atraso en vías y demás es enorme, a pesar de los esfuerzos que han hecho estos últimos gobiernos. Hacer infraestructura vial, infraestructura portuaria, infraestructura de aeropuertos, infraestructura de agua potable es una necesidad para la competitividad. Los costos internos de logística en Colombia son muy elevados, el transporte en el país es muy caro. El tema de la navegabilidad por el río Magdalena no lo hemos terminado de resolver y para todo el mundo eso sería muy bueno. Entonces, se aprecian los esfuerzos, pero no son suficientes.
Del lado de los empresarios, ¿cuál es el esfuerzo que se debería hacer?
Se han perdido la confianza y la visión de colectivo. Los sectores público y privado tienen que hacer un esfuerzo enorme por pensar en lo colectivo. Si eso funciona, lo privado y lo público también funcionan. Y no hay manera de que lo particular funcione si no funciona lo colectivo. El mundo ha cambiado muchísimo y hay una gran cantidad de vasos comunicantes entre lo público y lo privado.
¿Usted cree que los empresarios se deberían meter más en política?
Total. Es que la política es muy importante porque en lo público se toman decisiones que afectan a los empresarios para bien o para mal. Pero ojo: participar en política no en politiquería. Deben participar los empresarios porque me parece sano, y es indispensable que haya unos vasos comunicantes entre la política y los empresarios. No para hacer negocios particulares, ni sacar coimas o comisiones, sino para generar un ecosistema que genere confianza y bienestar colectivo.
¿Cómo ve a esos políticos que ahora están con la posibilidad de acceder al poder? ¿Los ve con preocupación o con optimismo?
Veo con preocupación que no hay un político, un líder con sentido de lo colectivo y de la generación necesaria de confianza para crear un ecosistema que afiance esa confianza. Falta un líder importante. Otra cosa es que las generaciones han venido cambiando. En la mía teníamos una expectativa de vida, de desarrollo personal y profesional. Los millennials y quienes vienen detrás de ellos aspiran a otras cosas. Hay que recoger esas expectativas y tratar de darles soluciones, para que esa juventud se aproveche y se pueda desarrollar personal y profesionalmente en el entorno de nuestro país. Sin embargo, no percibo que haya un líder que recoja ese sentimiento.
¿Necesitamos un liderazgo que no fraccione?
Me preocupa mucho que a veces los liderazgos que fraccionan o que rompen tengan más acogida. Si la gente joven no ve un líder que genere una expectativa positiva para sus sueños, sus sentimientos, sus necesidades, pues opta por quien fracciona; el ilusionista, el encantador. Entonces hay un reto importantísimo en los próximos ocho meses. Debe ser un liderazgo que sea capaz de contrarrestar los destructivos y que fracturan a la sociedad. No podemos seguir rompiéndola, sino que debemos unirla y darle confianza y esperanza positiva. No a las falsas esperanzas, no al populismo. Debemos brindar esperanzas reales. Necesitamos líderes que llamen a la construcción.
“Me preocupa mucho que a veces los liderazgos que fraccionan o que rompen tengan más acogida”.
¿Usted cree que hay conciencia acerca del momento que vive el país entre los empresarios?
En general, los empresarios tienen mucha conciencia de que si no salvamos el ecosistema en el cual nos movemos, pues no tendremos dónde desarrollarnos. Tenemos que salvar a la sociedad, salvar el ambiente para hacer negocios. Y ese ambiente no puede ser el del radicalismo. Necesitamos un ecosistema de crecimiento para achicar las desigualdades.
¿El mensaje es no más polarización?
Hay que superar la polarización de los últimos años. Es un tema al que hay que darle la vuelta. Es necesario pensar en un nuevo modelo de capitalismo, donde estemos incluidos todos, donde las desigualdades se vayan mermando, donde haya posibilidad de hacer negocios exitosos y no se roben los impuestos. Necesitamos un líder que haga ese trabajo, lo que no es fácil porque romper es más fácil que construir.