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Política

Cuando el mundo viajaba

Aviones en tierra, restaurantes y bares cerrados, domicilios como paño […]

Aviones en tierra, restaurantes y bares cerrados, domicilios como paño de agua tibia. La industria del turismo pasa las verdes y las maduras para lograr sobrevivir. En algunos países se anuncia apertura de fronteras pero con extremas medidas.

Cuando el mundo viajaba

Por ALEJANDRA MELÉNDEZ/Periodista/ @alemelendezg

En condiciones normales, sin la incertidumbre que se vive por la pandemia del Coronavirus, miles de ciudadanos estarían reservando las vacaciones de mitad de año, las de la semana de receso de octubre y hasta las de Navidad. Quince días en la Costa Amalfitana, unos días en las playas del Caribe para el puente de agosto, un fin de semana en Nueva York o un retiro espiritual en la India. Hasta antes del Covid-19, se viajaba sin mesura, sin límites de fronteras y era solo cuestión de un clic. Reservas de vuelos por internet, hoteles, carros, tours, visitas a museos y cenas en restaurantes. Una cascada de planes y lugares por visitar en nuestra lista de pendientes.

En condiciones normales, en medio de la primavera en la que los días son largos y el clima invita a salir a la calle, bares, restaurantes y terrazas, estarían apiñados de gente con una cerveza en la mano o compartiendo una conversación codo a codo. Pero ya nada es normal.

El turismo mundial y todo lo que se deriva de ello, ha sido uno de los más castigados por el virus de la globalización, ese que paradójicamente encerró a la sociedad hiperconectada del siglo XXI. Vuelos cancelados, aerolíneas en quiebra y restaurantes cerrados por casi dos meses en diferentes latitudes. ¿Cómo volver a reactivar un sector que según datos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, (WTTC) aporta el 10,4 % del PIB global?

En Europa ya se están dando pasos. Desde los primeros días de junio el gobierno italiano aprobará la apertura de fronteras para los ciudadanos de la Unión Europea sin necesidad de realizar cuarentenas. Los vuelos, siguen en sus mínimos, pero desde la misma fecha, la aerolínea Alitalia reanuda sus operaciones con algunas rutas a Madrid, Barcelona y Nueva York.

Grecia reabrirá sus fronteras al turismo extranjero el 1 de julio pero los viajeros podrán ser sometidos a test aleatorios o controles de temperatura en los aeropuertos. España uno de los países que más turistas recibe anualmente, -80 millones- también permitirá la entrada de viajeros en el mes de julio pero con medidas de seguridad. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, resaltó en una rueda de prensa virtual, la importancia de activar la temporada turística de verano pero con “orígenes y destinos seguros”. En su comparecencia resaltó que “tenemos que ir con mucho cuidado sobre cómo la persona que viene no corre riesgo porque llega a un destino seguro, y al mismo tiempo no supone un riesgo para la población local”.

De acuerdo con los datos más recientes de la Organización Mundial del Turismo, OMT, el 100 % de los destinos del mundo tienen restricciones y dependiendo de cuándo y dónde se levanten estas restricciones, el número de turistas internacionales podría caer entre el 60 % y el 80 % este año.

“La confianza es la nueva moneda de la nueva normalidad. Y el turismo está en la mejor posición posible para ser el vehículo que canalice esa confianza”, afirmó Zurab Pololikashvili, Secretario General de la OMT.

La agencia especializada de las Naciones Unidas para el turismo, ha difundido en sus redes sociales la campaña #ViajaMañana y trabaja en coordinación con los gobiernos y organismos internacionales para llevar a cabo nuevos protocolos de seguridad enfocados a cada una de las partes de la cadena de valor del turismo –incluidos los viajes, el alojamiento, la alimentación y el ocio– que hará más seguro viajar.

Un grupo de personas en una de las terrazas en Valencia, España.

Pero ¿volveremos a viajar como antes? La antropóloga Vega de Hoyos Aragoneses, profesora asociada en el departamento de antropología social en la Universidad Complutense de Madrid, señala que “posiblemente la relación con el espacio público que ya ha cambiado genere nuevas dinámicas de relación, pero en términos generales las personas en un año volverán, a muchos de los comportamientos de antes y valorarán viajar o cualquier otra cosa que no hayan podido hacer muy intensamente”. Aunque enfatiza que “como tras cualquier otra crisis vital, sólo lo valorarán profundamente hasta que la amenaza desaparezca”.

Este año se esperaba que llegaran a Colombia 4.6 millones de turistas extranjeros y aunque —hasta ahora— no se han definido fechas de apertura para vuelos internacionales, el sector del turismo ya se está preparando para cuando esto ocurra. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, con el apoyo de ProColombia e Icontec, creó el sello de bioseguridad ‘Check in certificado, Covid-19 bioseguro’, una certificación que pretende garantizar riesgos mínimos de contagio del virus y que cuenta con el respaldo de la OMT.

Sin vuelos ni turistas, el panorama para los restaurantes también parece sombrío. Gran parte de los ingresos de estos establecimientos los aportan los viajeros de diferentes partes del mundo y con el cierre, apenas están sobreviviendo. Los domicilios solo alcanzan para cubrir parte de las nóminas. En Colombia, de los 90.000 establecimientos que hay, solo el 18 % está operativo, el 24 % cerró definitivamente y el 58 % resiste cerrado, los datos son de Acodrés, la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica. El gran desafío para bares, cafés y restaurantes, está en mantenerse y hacerlo de forma segura cuando vuelvan a abrir.

La innovación es clave para el sector. En Holanda, el restaurante Mediamatic ETEN, ubicado en Ámsterdam, lo hizo por medio de pequeños invernaderos diseñados con estructuras de vidrio, en los que se adaptó una mesa para dos que garantiza las medidas de distanciamiento social entre los clientes.

Otras de las alternativas que se han adoptado en diferentes restaurantes, bares y cafés, está la de usar cartas desechables o escaneables por medio de un código QR. Y como medidas de seguridad, la toma de temperatura antes de entrar a los establecimientos y por supuesto, el uso de tapabocas.

Cuando todo vuelva a la normalidad tendremos que asumir que como ciudadanos es un deber cuidarse y cuidarnos, sobretodo en un mundo acostumbrado a socializar y compartir en espacios abiertos. Vega de Hoyos, añade que “el proceso de confinamiento ha tenido un efecto introspectivo en el que las personas han tenido que enfrentarse consigo mismas y sus familias, lo que ha generado mayor nivel de reflexión. Las dinámicas nuevas en cuanto a interacción social y gestión del espacio público van a tener un impacto en cómo percibimos a los otros (que son amenaza) por la posibilidad de contagio”.

La forma de viajar y de comer también cambió. Tendremos que acostumbrarnos a vivir con el virus mientras la ciencia trabaja día y noche para lograr una vacuna contra el Covid-19. El día que la tengamos, posiblemente habrá una fiesta, será mundial, sin barreras, con comida, un brindis y un abrazo.

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