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Arte y Cultura

El año en el que el planeta se detuvo

Por JUAN FERNANDO SÁNCHEZ Actor, productor teatral y gestor cultural […]

Actor, productor teatral y gestor cultural

@juanfernandosanchezv

Atravesamos unos días de una verdad atribulada, malentendidos, llena de interrogantes, especulaciones y miedo, escenarios vistos desde el cine y la televisión por un público amplio amante de la temática post apocalíptica

Las doctrinas religiosas han tenido entre sus resaltados el Apocalipsis como ese descender de la culpa por nuestras acciones y la llegada de un juicio y sus jueces, estos personajes de ficción literaria venían un día específico a cobrar las cuentas de una humanidad en deuda. Con respecto a este tema se han producido películas y series relacionadas con ataques alienígenas, zombis, virus, pandemias y contagios, dándole vida a cada uno de los jinetes del Apocalipsis.

En estas historias se hacen evidentes las sátiras al comportamiento melodramático de los humanos y lo frágil que somos como sociedad, lo distantes que estamos de ser civilización y lo peligroso de las promesas que tenemos frente a comportamientos que vemos como permanentes y damos por sentados. Los protagonistas nos cuentan el sendero de arquetipos heroicos, que desde un camino individual y en solitario se enfrentan a la adversidad, descubriendo durante el desarrollo, a unos Sancho Panza que acompañan al Quijote en su cruzada por la supervivencia, escenarios hipotéticos de una catástrofe de orden mundial que amenaza con el exterminio de la raza humana y que como desenlace nos muestra la esperanza de una cura que derrota a la adversidad.

En nuestra actualidad enfrentamos una situación sin precedentes que tiene los tintes de un paisaje similar, donde los protagonistas somos todos y la cruzada es colectiva, estamos transitando por un momento de desconcierto donde el COVID-19 nos tiene contra las cuerdas y amenaza con exterminarnos como un jinete en su poderoso caballo, aunque sus principales armas son el miedo, la desesperanza y la mezquindad, y si es un exterminio no de la vida únicamente como a muchos, sino la entrada a un cambio de orden mundial donde el pensamiento y actuar debe transformarse, la indolencia por las necesidades del otro y del mundo natural debe ser obligada a desaparecer. La puesta en imágenes de nuestros días actuales es una invitación no solo a la cautela y preservación, sino también a las evidentes muestras de recuperación de un planeta cansado de nuestro egoísmo, el latir y los fuertes signos vitales de los verdaderos regentes.

Y también el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y el evidente despertar de emociones y sentimientos adormecidos por una sociedad vacía e inmediata presa del consumismo y de los intereses no tangibles del mundo digital, una realidad que absorbe la empatía y el interés por tener consciencia de factores trascendentales del ser. Frente a esta realidad hoy están reapareciendo como “armas” frente a ese demonio de siete cabezas; la solidaridad, la compasión, la unión desde la distancia, la cercanía a los nuestros con la impotencia de no poder tocarlos, la alegría de la vida y la conexión con emociones esenciales, el disfrutar de lo simple, padres conociendo a sus hijos, personas cuestionando sus verdaderos propósitos y haciendo visibles esos oficios antes invisibles, celebrándolos con un aplauso porque todos estamos sentados en la misma sala, algunos en sillones más cómodos pero viviendo la misma situación.

Desde el mundo del fotograma podemos ver innumerables ejemplares que llaman la sensibilidad del público, que estremecen desde la esperanza en medio de las vicisitudes como es el caso de ‘Milagro en la celda siete’ una película turca dirigida por Mehmet Ada Öztekin y protagonizada por aras Bulut lynemli (Memo) Nisa sofiya aksongur (Ova) y que de la mano de un virtuoso elenco nos cuenta la historia de un padre que vive con una discapacidad mental pero con un indomable impulso de vida, devoto del amor por su hija (Ova), vemos como una situación desafortunada (lugar y hora equivocada) llevan a Memo a enfrentar la cárcel y cómo desde su nobleza y corazón sin mácula transforma la vida de sus compañeros de celda, teniendo un desenlace que lo va a emocionar, esta película la pueden encontrar en la plataforma Netflix y en estos momentos donde la necesidad de historias que nos recuerden que somos todo lo bueno que queramos ser, vale la pena abrir la puerta a esa esperanza golpeada y confundida.

En la oferta desde casa en Netflix también puede explorar títulos más oscuros y que pueden aportarle emociones encontradas, y de un impacto más dramático como ‘El Hoyo’ dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia y que fue premiada en los Premios Goya a mejor dirección novel, mejor guión original entre otros, una historia con influencias dantescas de su divina comedia, donde los personajes están recluidos en una cárcel, los prisioneros pueden ver cómo los presos de pisos superiores son alimentados hasta saciarse y los de los pisos inferiores tienen que comer las sobras, una película que hace apología a las grandes fracturas que tenemos como humanidad y esa manera llena de egolatría en la que nos sumerge el capitalismo recalcitrante que padecemos como un verdadero virus que amenaza nuestra permanencia en este planeta.

Dos miradas de situaciones más cercanas a nuestro actual comportamiento, usted escoge qué posición va a asumir en estos momentos de decisión frente al nuevo paradigma, es un momento de replantear esquemas y de darse cuenta que este planeta es prestado, no le pertenece, que no somos nada si no es a través del otro, es la oportunidad de dejar de comportarnos cómo el huésped abusivo y desagradable, la crisis mundial también va a pasar pero tenemos la opción de no seguir iguales.

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