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JAIME E ARANGO Jaime E. Arango guerra

La 'Guerra de Generación Cero'

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La guerra es política. La guerra es humana. La guerra es incierta. La guerra es un duelo de voluntades. La guerra ya no es monopolio del Estado. Entidades de naturaleza incierta, sectas, organizaciones criminales, e incluso individuos aislados pueden iniciar conflictos imprevisibles y difusos en cualquier momento y en cualquier parte.

Ya no libramos una guerra contrainsurgente, ni una guerra contra el terrorismo, ni estamos en un conflicto de baja intensidad, ni en una guerra de quinta generación, se trata de una Guerra de Generación Cero. Semejante a las confusas batallas del alto medioevo donde se superponen y se mezclan ejércitos formales, bandas criminales, grupos terroristas, fuerzas insurgentes, ejércitos privados, estados canallas, redes corrupción con guerra de información en la web, espías internacionales y blanqueadores de dinero, en un solo tiempo y espacio limitados, sin propósitos comunes definidos, ni alianzas visibles, sin frente, ni retaguardia, ni objetivos estratégicos definibles.

En la Guerra Generación Cero, lo político-militar se transforma en lo político-criminal. Esto significa que algunos de los actores buscan capturar el estado, o partes de este, no por razones ideológicas, sino de carácter inmediato y práctico en función de lograr facilidades para su actividad criminal, o maximizar sus ganancias, o proteger sus activos ilegales, o proteger sus territorios. Estas fuerzas optarán por impulsar, o asociarse a la organización política que mejor se adapte a sus imperativos tácticos.

Pueden incluso crear fuerzas políticas locales, o cooptar las existentes, esto los convierte en competidores por la obtención, uso y mantenimiento del poder, pero no en actores políticos bajo la definición clásica de este concepto, lo cual es ambiguo y tiene repercusiones en la visión estratégica del estado en el cual se esté desarrollando este tipo de violencias, porque, o bien todo crimen es político, o ninguno lo es. En este escenario el crimen altruista ha dejado de tener valor narrativo, ya no hay “violencia justa”, el crimen tiene sentido, pero no tiene justificación.

Este tipo de guerra no es el resultado directo del avance tecnológico, su forma lo es, pero no su causa, que está relacionada con el crecimiento desmesurado de las economías criminales, un fenómeno tan determinante que ha cooptado desde organizaciones de origen religioso como Hezbolá, hasta estados de gran tamaño como Venezuela. Su escenario es primordialmente urbano, no importa si se trata de municipios pequeños, o grandes ciudades, es posible siempre encontrar un patrón de búsqueda del dominio de las calles. Pero tal vez la forma más tangible del funcionamiento de este tipo de guerra son los sucesos violentos denominados “estallido social” en 2021 en Colombia, donde se combinaron milicias terroristas, pandillas urbanas, agentes extranjeros, guerra de información e intereses políticos locales, para socavar la credibilidad del gobierno y construir una narrativa que hiciera posible el acceso al poder de fuerzas políticas afines a los intereses y objetivos de las diversas organizaciones criminales que participaron en esa batalla, que ganaron, lo cual se logró en las elecciones del 2022.

El haber permitido el crecimiento constante del principal activo de las economías ilegales durante una década, ha tenido efectos globales al fortalecer las finanzas de todo tipo de organizaciones criminales, grupos terroristas, partidos políticos radicales y élites corruptas. A la vez ha creado guerras aparentemente insolubles. La guerra en la frontera sur de los Estados Unidos, la guerra por el control del estado colombiano y el venezolano, la guerra contra el terrorismo y el trafico de personas. Casi no hay un disparo en el crimen mundial que no sea comprado con cocaína colombiana.

Mientras vemos como evoluciona la Guerra de Generación Cero, pienso que de todas las definiciones sobre la guerra misma, ya sean del King College, West Point, o los grandes centros de pensamiento estratégico, la mejor es la del escritor Cormac McCarthy, en su novela Meridiano de Sangre: “La guerra es la forma más pura de la adivinación. Es poner a prueba la voluntad de uno y la voluntad de otro dentro de esa voluntad más amplia que, por el hecho de vincularlos a ambos, se ve obligada a elegir. La guerra es el juego definitivo porque a la postre la guerra es un forzar la unidad de la existencia. La guerra es Dios”.