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Cese al fuego y hostilidades

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En la política se dice que cuando un político abandona sus posiciones otros muy rápidamente cubren sus vacíos. Pues igual sucede en el conflicto que por tantos años hemos vivido los colombianos

Víctor G Ricardo

Todos los colombianos estamos pendientes de cómo va la ‘Paz Total’, que en varias oportunidades he venido manifestando que la llamaría ‘Paz Integral’, como me parece que es más inclusiva y adicionalmente porque así también sobresaldría con más claridad que debe ser tomada como política de Estado y con la participación de toda la ciudadanía

En mi opinión hay errores cometidos que se podrían salvar si se corrigen a tiempo pues de lo contrario pueden llevar a una nueva frustración con consecuencias graves para el país.

Uno de ellos es la manera cómo se han venido decretando o anunciando ceses al fuego y de hostilidades. La regla más importante de un cese al fuego es en primer lugar que salga como producto de una negociación que implique un paso adelante en la terminación del conflicto. Una segunda, no menos importante que la primera, es que esté acompañado de un lugar o lugares de concentración, lo que es esencial para una tercera, y es que haya un mecanismo de verificación.

Desafortunadamente los ceses al fuego decretados hasta el momento no tienen esos tres elementos, con el grave inconveniente de que producirán la inmovilización generalizada de la fuerza pública, que por miedo a ser responsable de una violación del cese al fuego, no actúa o se vuelve simplemente testigo de lo que pase en nuestro país, llevando de inmediato a que el narcotráfico y otras manifestaciones delictivas se consoliden o tomen nuevos territorios, con graves consecuencias para la realidad nacional y nuestro posicionamiento con la comunidad internacional.

Adicionalmente esto también puede llevar a seguir empeorando los niveles de inseguridad que estamos padeciendo tanto en las ciudades como en el campo, con lo que la ciudadanía puede ir perdiendo credibilidad en el proceso, cuando lo que se requiere es el mayor respaldo del pueblo colombiano.

La paz debe ser con y para todos los colombianos. Con los grupos alzados en armas se puede llegar a ceses al fuego y de hostilidades, y posteriormente lograr una terminación del conflicto armado, pero nada de esto servirá si no se logra que el Estado haga presencia social e institucional de su estructura en todo el territorio nacional, pues si no es así, independientemente de lo que se acuerde, se descompondrá muy rápidamente la seguridad nacional.

El ejemplo lo tenemos en los territorios en los que a falta de la acción del Estado en las zonas que supuestamente se benefició del acuerdo de paz con las Farc, se encuentran hoy nuevamente ocupados por grupos al margen de la ley y las personas que las habitan están viendo hoy, cómo de nuevo hay enfrentamientos armados, asesinatos y desapariciones.

En la políticase dice que cuando un político abandona sus posiciones otros muy rápidamente cubren sus vacíos. Pues igual sucede en el conflicto que por tantos años hemos vivido los colombianos.

Para terminar un pequeño comentario sobre los últimos acontecimientos de lo sucedido con las dificultades y el hundimiento de algunas de las reformas legislativas presentadas por el gobierno del presidente Petro a consideración del Congreso. En varios lugares he escuchado cómo algunos políticos analizan el tema. Yo discrepo de muchos de ellos. La razón es simple. El análisis que hacen es como si lo estuvieran haciendo en un contexto político tradicional y en mi concepto estamos frente a uno diferente. Evidentemente el hundimiento de una reforma es un mensaje para el Gobierno pero antes de ser una derrota lo que en mi concepto va a suceder es que se polarizarán más las posiciones.

Estoy seguro de que lo vivido llevará a dinamizar la agenda política del Gobierno frente a sus electores y se volverá un eje central para las campañas electorales que se avecinan para elegir mandatarios y dignidades locales.