Por Víctor G. Ricardo
Hace unas semanas conocimos dos hechos que requieren de reflexión política respecto de lo que ocurre en el mundo, sobre todo en países cercanos al nuestro.
Por un lado, está el terrible asesinato del Presidente de Haití, Jovenel Moïse, por unos sicarios que, en la madrugada del 7 de julio de 2021, entraron a su residencia, donde se encontraban el político de 53 años y su esposa, Martine Moïse, quien además de perder a su marido resultó gravemente herida.
Los días siguientes al asesinato, fueron detenidos 20 hombres, entre los cuales se encontraban 18 colombianos. Sin embargo, luego de una operación exhaustiva, se encontró que el comando estuvo compuesto por 28 hombres, entre los cuales se encontraban 26 colombianos que pertenecieron a las fuerzas militares de nuestro país y que estuvieron prestando sus servicios en áreas claves para la seguridad nacional. Esto ya ha sido confirmado por la fuerza pública de nuestro país.
Aunque todavía no se esclarece del todo lo sucedido, distintas versiones y declaraciones ya han salido a la luz pública y lo que es claro es que varios de esos hombres conocían con claridad el propósito de su contratación.
Por otra parte, los autores intelectuales parecen no haber sido aún identificados, aunque ya las autoridades de la policía haitiana, con la participación de los cuerpos de investigación tanto colombianos como estadounidenses, tienen pistas muy concretas. Por la manera en que fue cometido, este asesinato parece estar ligado a un tema de narcotráfico que todavía no está comprobado.
Son extraños, por otra parte, los numerosos viajes del jefe de seguridad de la Presidencia de Haití a Colombia en fechas cercanas al asesinato, por lo que es muy importante establecer con quiénes vino a reunirse y con qué personas en Colombia tiene vínculos y por qué. Pareciera que ya las autoridades colombianas tienen adelantado en gran parte estas averiguaciones.
Para los colombianos, es es realmente preocupante lo sucedido. Lo único que nos faltaba es que esta noticia, que le dio la vuelta al mundo, nos convirtiera también en exportadores de sicarios.
El Ministerio de Defensa deben analizar y contemplar, a la mayor brevedad, medidas que controlen y vigilen más a las compañías de seguridad, tanto nacionales como aquellas extranjeras con sucursales en nuestro país, que están en la búsqueda de personas que hayan sido formadas en nuestras fuerzas militares y de policía, y que cuenten con experiencia en áreas claves de combate e inteligencia.
Por la libertad
Por otro lado, las manifestaciones acontecidas en Cuba reflejan el descontento con el gobierno y el deseo de libertad y democracia. Durante más de 60 años, en Cuba se impuso un gobierno revolucionario de izquierda en cabeza de Fidel Castro, su hermano Raúl Castro y ahora del actual presidente Miguel Díaz-Canel. En el transcurso de todo este tiempo, era imposible ver una manifestación de protesta porque sus líderes de inmediato eran puestos bajo prisión y menos escuchar a su presidente por más de dos horas, ante los medios de comunicación, calmando los ánimos y dando explicaciones a su pueblo sobre los hechos que están viviendo como la falta de energía, alimentos y los problemas de salud con motivo de la pandemia, entre otros, que llevaron a la realización de estas protestas.
Ese hecho inédito levantó de inmediato la reacción de solidaridad de la comunidad cubana en el exterior, en especial de los habitantes de Miami, donde convive la mayor inmigración de cubanos en Estados Unidos. Ellos le están pidiendo al gobierno americano hacer algo para lograr imponer la democracia en su país a través del grito de libertad.
En nuestro continente soplan vientos de exigencia popular. Las manifestaciones en otros países como en Colombia son un indicio claro de que la gente quiere un cambio, que los países en manos de la izquierda promueven. Ahora también es evidente que a los líderes izquierdistas se les está descontrolando la fuerza en sus propios países, por movimientos que buscan la libertad, los cuales son organizados y desarrollados por sus propios habitantes. Amanecerá y veremos qué sucederá, pero lo claro es que están soplando vientos de cambio.