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Marta Lucía Ramírez: » En Colombia no hay espacio para el populismo»

Su agenda vive a tope y más aún en estos […]

Marta Lucía Ramírez:

Su agenda vive a tope y más aún en estos tiempos tan difíciles, marcados por la pandemia, la compleja situación económica y la polarización política del país. Su cargo como vicepresidenta entra en la recta final y, junto con el presidente Iván Duque, trazó recientemente la hoja de ruta para los dieciocho meses de gobierno que le queda. Marta Lucía Ramírez es una política de tiempo completo. Trabajadora incansable. Desde la Vicepresidencia ha dedicado su tiempo a erradicar la violencia contra la mujer, que este comienzo de año ha dejado dieciséis feminicidios; a impulsar los proyectos de infraestructura que generan más de 700 mil empleos para reactivar la economía; a la urgente necesidad de acabar con el empleo informal, pues más de ocho millones de colombianos salen todos los días en busca del rebusque para mantener a sus familias. En las próximas semanas tomará una de las decisiones más trascendentales de su vida política: si renuncia a su cargo como vicepresidenta e inicia de nuevo un recorrido como candidata en busca de la Casa de Nariño, una decisión que pasará por el cedazo de su familia.

Alternativa: la reunión en Hato Grande, convocada por el presidente Duque, fue para definir la hoja de ruta de los dieciocho meses que le quedan de gobierno. Uno de los temas de mayor preocupación, junto con el manejo de la pandemia, es el económico. ¿Cómo se va a trabajar en la reactivación de la economía, que ha sufrido un fuerte impacto por la pandemia?

Marta Lucía Ramírez: este ejercicio ha sido consistente con lo que hicimos desde el comienzo del Gobierno. Es la tercera vez que nos reunimos con todo el gabinete para determinar cuáles son los tres grandes ejes y asegurarnos que todos los ministerios están trabajando alineados a esos ejes, que son legalidad, emprendimiento y equidad.

¿Esos ejes sufrieron un drástico cambio con la aparición de la pandemia? Nunca nos imaginamos que nos iba a tocar esta pandemia, pero después de todo lo que nos ha pasado en este último año reafirmamos que esos tres ejes son los que tenemos que trabajar y tenemos que hacer todo el esfuerzo por lograr profundizar en su ejecución, que forma parte de nuestro plan de desarrollo.

¿Cuál es la premisa más importante de ese Plan Nacional de Desarrollo? Hoy sabemos que lo más urgente de todo es seguir trabajando para garantizar la vida y la salud de los colombianos. Lo más urgente también y necesario es trabajar todos los días para asegurar el ingreso de las familias. Proteger el empleo de los colombianos. Es el balance entre estas dos cosas lo que realmente va a direccionar la tarea de todos los ministerios en los dieciocho meses que nos quedan de gobierno.

En materia de reactivación económica, ¿qué se va a trabajar? Sabemos que la economía colombiana está muy golpeada por cuenta de la pandemia. Se aumentó la tasa de endeudamiento y hemos tenido un año muy negativo desde el punto de vista del crecimiento y de las finanzas públicas. Por fortuna hemos reaccionado a tiempo. El año pasado, el presidente presentó al Congreso, en su informe del 20 de julio, un compromiso por Colombia, que nos hemos dedicado a definir y hacerle un seguimiento juiciosamente todos los lunes. Nos reunimos con el presidente y con los ministros responsables de estas carteras para revisar cómo van todos esos programas para la reactivación. En estos programas tenemos quinientos proyectos que implican inversiones de 76 billones de pesos para lograr generar dos millones de empleos.

En ese eje de reactivación hay un tema clave que son los pactos por el empleo que usted ha liderado. ¿Cómo va ese componente? Ese trabajo me permitió convocar 86 gremios de la producción durante más de ocho meses y mirar cómo esos gremios estaban integrados en la cadena de producción. De ese estudio salieron veintidós pactos por el crecimiento. Todo esto nos ha definido una hoja de ruta que tenemos que cumplir sí o sí. Estamos dedicados a generar un mejor ambiente, un mejor ecosistema para que las empresas en el país tengan confianza y estabilidad para hacer sus inversiones y le apuesten a fondo a la reactivación de la economía, para recuperar esa expectativa de crecimiento del 5 % de aquí a agosto de 2022 y seguir bajando el desempleo.

¿Y qué viene después de agosto de 2022? Estamos mirando más allá de 2022. Queremos dejar realmente una serie de decisiones de política pública que nos aseguren que el sector privado queda enrutado para ese más largo plazo. Esa segunda etapa es la que hemos denominado la repotenciación de la economía. Todas las decisiones que tomemos hoy, tienen que darle señales de mucha confianza al aparato productivo y ponernos una meta mucho más ambiciosa y es que, en 2030, la convergencia de los desarrollos sostenibles nos tiene que permitir que Colombia haya logrado crecer de manera sostenible a esa tasa del 5 al 5.5 % durante diez años y con eso tenemos que ser capaces de bajar el desempleo a una cifra de un dígito y lo más importante de todo es que tiene que haber un compromiso real con acabar la pobreza extrema en este país. Porque ese es uno de los principales llamados de atención que nos ha hecho esta pandemia del Covid-19.
La informalidad es uno de los grandes problemas sociales y económicos del país. ¿Cómo se trabaja en ese frente? Hay un gran número de población marginada, invisible para esta sociedad y que no podemos dejarla más a un lado de las políticas públicas de crecimiento, empleo y desarrollo, porque ellas son parte fundamental de la posibilidad de que suceda toda esta recuperación. Cuando estamos hablando de un 48,4 % de colombianos en la informalidad, es hablar de ocho millones de personas. ¿Cómo vamos a diseñar políticas de crecimiento sin tener en cuenta cómo está compuesta esa población informal, de qué vive, cuál es realmente su medio de subsistencia? Tenemos que elevar su condición de vida y lograr meter a todas estas personas en una transición irreversible hacia la formalidad.

¿Qué experiencias le ha dejado esta pandemia? Muchas. La primera, que por más ejercicios de planeación que hagamos, siempre tenemos que estar abiertos a entender mejor qué es lo que está pasando en el entorno. Cuando pasó lo de China, uno se pregunta por qué nadie en el mundo previó que esto pudiera llegar a tener este tamaño y esta letalidad y tasa de destrucción y riqueza en el mundo entero. Entonces, la primera lección es estar mucho más atenta a todo lo que trae esta globalización. Cualquier cosa, así parezca menor, puede llegar a convertirse en problema severo. Esto va de la mano de una lección de capacidad de reacción y gerenciar en la crisis es muy importante. Es una respuesta muy positiva la que ha tenido Colombia. El presidente Iván Duque fue capaz de reaccionar y gerenciar en la crisis.

¿Qué otra lección aprendió el Gobierno en este año de cuarentenas? Otra lección que nos ha dejado esta pandemia es la convocatoria. Una convocatoria permanente a la sociedad. Tenemos que ser capaces, como sociedad, de reaccionar ante las dificultades, pero hacerlo de manera constructiva. Entender que, ante una circunstancia de estas, nadie estaba preparado y vimos mucha gente al comienzo que estaba molesta porque cerramos, porque no cerramos, porque nos demoramos, pero entendimos que ya estábamos en la crisis y lo importante era saber qué íbamos hacer.

El común de la gente ha entendido la situación, ha aceptado las cuarentenas y ha hecho un sacrificio enorme en lo económico. Cosa contraria con los políticos, que han llegado incluso a calificar de mentiroso al Gobierno en la compra de las vacunas… En la clase política han querido sacarle rédito a algo tan terrible como es una pandemia, con la cantidad de muertos que esto ha traído en el mundo. Más de 2 millones 200 mil muertos. Colombia tiene una esencia de gente buena, pero es un país que tiene tanto ruido porque llegan tantos mensajes, tantos ataques. Y es una lección que se debe aprender: unidos somos más fuertes. Unidos podemos tener mejores mecanismos de defensa y unidos tenemos que ser más solidarios para salir adelante de esta crisis.

En lo económico, ¿qué lección aprendió? Tenemos una informalidad que es totalmente inaceptable, que hace inviable el desarrollo verdadero de nuestro país. Es gente que está diciendo aquí estoy yo y ni siquiera formo parte de la fila del desempleo; es gente que vive a diario del rebusque, viendo cómo hace para generar los ingresos de la familia. Pero es una realidad. La lección que me deja esto es clarísima: o tomamos en serio toda esta informalidad, con políticas públicas que los incluyan, los capacite, les dé acceso a la financiación, los hagan viables para una vida digna o esto definitivamente no es sostenible.

Esta polarización política en medio de la pandemia, ¿le ha hecho mucho daño a las medidas que el Gobierno ha venido tomando? Total. Hace mucho daño porque es una polarización mezquina, porque es una polarización que no aporta, que no da espacio para construir juntos las mejores soluciones. Es una polarización siempre en el papel del detractor. El atacante. No el que viene y dice: “Venga que estamos viviendo la misma circunstancia difícil y veamos cómo trabajamos juntos”. Esta polarización, además, desconcierta a la sociedad. El ciudadano común y corriente, ¿qué puede sentir cuando ve que los líderes están entre sí agarrados como perros y gatos, cuando lo que necesitamos es estar jalonando todos en la misma dirección?

Usted maneja un tema muy importante para impulsar la reactivación económica, que es la infraestructura. Hay algunos analistas que dicen que el Gobierno se ha dejado imponer el ritmo de los contratistas y que las obras están demasiado atrasadas y en otras, la ejecución ha sido mínima. ¿Qué está pasando? Para nada. Eso no es cierto. Cuando llegamos al Gobierno, de los veinticuatro proyectos de las 4G apenas había cinco que relativamente estaban funcionando. El resto de los proyectos estaban parados por pura desarticulación al interior del Gobierno. Nadie les había puesto un ritmo acelerado de ejecución. Por eso creamos una comisión interinstitucional de infraestructura que está a mi cargo. Lo que hicimos fue solucionar todos estos problemas de articulación que había, ponerles una agenda para movernos rápidamente y hoy el nivel de ejecución está muy por encima de lo que recibimos.

¿Qué número de empleos está generando el sector de infraestructura? Más de 120.000 empleos se han generado con la puesta en marcha de estas obras. En los dieciocho meses que quedan de gobierno, con estas obras, más lo de vías terciarias, más el paquete de las 5G que se van adjudicar, calculamos que ese sector va a generar 700.000 empleos adicionales. Otro sector que también está impulsando el empleo es la vivienda social, que en ventas está por encima del histórico de los últimos diez años y nos va a generar cerca de otros 700.000 empleos.

“Tenemos que ser capaces de que haya un millón de mujeres totalmente empoderadas económicamente cuando terminemos nuestro gobierno”.

Usted ha venido trabajando en la equidad de género e hizo un trabajo muy importante en el Congreso. ¿Cómo garantizar que esa equidad funcione? Ha sido muy intenso el trabajo. Llevo muchos años en este tema. Uno no puede sacar los temas de la mujer en contra de los hombres. Necesitamos una sociedad donde realmente estemos conscientes del valor que cada uno le aporta. Colombia ha estado muy de espaldas a lo que aportan las mujeres. Le hemos metido mucho trabajo al empoderamiento económico de las mujeres. Tenemos que ser capaces de que haya un millón de mujeres totalmente empoderadas económicamente cuando terminemos nuestro gobierno.

¿Cómo lograr esa equidad de género en la elección popular, que los partidos cumplan con esa cuota en la conformación de las diferentes listas de aspirantes a Alcaldías, Concejos, Asambleas? El empoderamiento político, tenemos que hacer un llamado a que la mujer entienda que, si tiene vocación de servicio, que si tiene un liderazgo en la sociedad, que si se interesa por el bien común, la política es un excelente escenario para ese propósito. En la reforma del Código Electoral logramos incluir la lista paritaria para las mujeres. Posiblemente vamos a encontrar que algunos partidos digan que no encontraron suficientes mujeres que estuvieran interesadas en la política.

Otro tema que usted trabaja es la violencia contra la mujer, que ha llegado a unas dimensiones aterradoras: más de 150 feminicidios el año pasado, agresiones sexuales, violencia intrafamiliar… Es aterradora, es abusiva la violencia contra la mujer. Es verdaderamente doloroso, lo que hemos visto los primeros quince días de este año: dieciséis feminicidios. ¿Qué hemos hecho en esa materia? Un trabajo de prevención, donde la mujer pueda identificar dónde están las señales. Les damos una hoja de ruta de cómo acudir a la Fiscalía, cómo pedir que una Comisaría de Familia intervenga; que sienta una verdadera protección frente al agresor.

En materia de política exterior, las relaciones con Estados Unidos y el nuevo gobierno de Biden son clave para los dos países. Ha habido una fuerte polémica por la intervención de algunos miembros del partido de Gobierno y el embajador en Colombia ha dicho que eso no gustó para nada en las filas de los demócratas. ¿Cómo manejar esta situación? Desde que fui ministra de Comercio Exterior del gobierno del presidente Pastrana he tenido claridad sobre la importancia de esa relación bipartidista y sé que con el Gobierno demócrata nos llevaremos muy bien. La obligación que tenemos como dos naciones, los desafíos enormes de esta coyuntura, donde nos necesitamos la una a la otra, lo que hay que hacer es pasar por encima de cualquier molestia que pudo haber, si la hubo. Y hay que ser claros: una cosa es el partido de Gobierno y otra cosa es el presidente y el Gobierno. Ni el presidente ni la vicepresidenta ni ningún ministro opinó en la campaña presidencial de Estados Unidos.

¿Le gustaría aspirar a ser presidenta de Colombia? La verdad, no estoy pensando en eso en este momento. Para mí, la única prioridad es acompañar y aportar al presidente de la República todo lo que esté a mi alcance en el momento más difícil que sin duda ha vivido Colombia, porque es la incertidumbre y la pérdida de vidas constante. Hoy estoy concentrada en eso y no estoy pensando en aspiraciones, porque me parece que no es el momento.

¿Pero le han hablado del tema, de esa posibilidad de aspirar a la Presidencia? Sí, claro que muchas personas me lo han dicho. Me lo han hablado desde que llegué a este puesto. La única certeza que tengo es que jamás he ejercido la Vicepresidencia pensando en mi aspiración personal. Nunca. Para mí es totalmente incompatible. Si uno está en una posición pública, no está pensando que esa función le sirva para hacer campaña ni le sirva para un fin político.

¿Pero esa decisión de aspirar a la Presidencia va a depender mucho de la decisión que tome con su familia? La verdad, sí. Soy una mujer de familia y es importante ver que los políticos nos debemos al país, pero nos debemos también a la familia. Si llegara a pensar en la posibilidad de aspirar a la Presidencia, para mí es muy importante que mi esposo y mi hija lo acepten y me acompañen. Tengo en claro que mi vida se me fue trabajando, pero siempre abriendo espacio para la familia. Nunca fui una mujer de vida social.

¿La golpearon mucho los señalamientos con los temas de “Memo Fantasma” y la situación jurídica que vivió su hermano? Es una canallada. Hay gente que, tratando de dañar, saca lo peor de sí. En mi caso, yo puedo mirar a los ojos a los colombianos y decir que lo que he hecho en mi vida todo lo he hecho honestamente, totalmente apegada a la ley.

El presidente Duque, en una entrevista con Alternativa señaló que este país no aguanta unas elecciones más polarizadas ni los extremos políticos le sirven a Colombia. Que el centro debe ser el punto de partida y de encuentro, pero hoy todos quieren llegar al centro. ¿Cómo hacer para identificar que ese centro es verdaderamente lo bueno y lo que necesita el país? No se trata de utilizar rótulos. Como dice el dicho: por sus obras los conoceréis. Aquí hay una gente que sin duda tiene unas convicciones que son extremas. Ese no es el caso mío. Me han visto trabajando con contundencia, por defensa de las instituciones. Por el imperio de la ley, por la lucha contra el narcotráfico. Por una justicia que funcione de manera eficaz y oportuna. También me han visto preocupada por los más pobres, preocupada por la vulnerabilidad de las mujeres. Por eso, estar uno en el centro no es otra cosa que tener una posición muy firme en las convicciones sobre lo que significa la institucionalidad, el desarrollo económico. Los extremos en política son dañinos. Hay que crear consensos políticos. En Colombia no hay espacio para el populismo, no hay espacio para los odios y mucho menos espacio para destruir la riqueza económica que nos ha costado doscientos años tratar de construir.

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